Notas de Prensa

Albert Rivera: 'La bolsa o la vida'

29-07-2009 | C's

El nuevo modelo de financiación puede ser parte de la solución de los problemas reales de los ciudadanos, o puede ser un peligro en manos de políticos cuya obsesión es perpetuarse en el poder.

Como toda herramienta,  el nuevo modelo de financiación autonómica puede ser parte de la solución de los problemas reales con los que se enfrentan los ciudadanos, o puede ser un peligro en manos de políticos cuya principal obsesión es perpetuarse en el poder a base de construirse un chiringito clientelar, llámese 'Nació catalana'.

Por tanto, al analizar el modelo de financiación autonómica es fundamental que podamos distinguir en medio de tanto ruido mediático y político,  entre el grano y la paja, es decir, entre el documento técnico-económico y el proceso político de negociación y sus consecuencias.

Desde el punto de vista técnico, el modelo planteado tiene virtudes y defectos, pero a pesar de lo que digan los nacionalistas es para cantar victoria, la realidad es que el modelo es multilateral porque se aprobó en el Consejo de Política Fiscal y Financiera y en el marco de la LOFCA, que se deberá aprobar en Las Cortes por mayoría absoluta.

El problema real de este debate cansino de la financiación autonómica no es el modelo planteado, que es mejorable en muchos aspectos, sino nuestra ley electoral y la irresponsabilidad del PSOE, en este caso, y del PP en sus años de gobierno, de aceptar con normalidad que la política nacional pueda ser sometida al chantaje aritmético de los nacionalistas como ERC, CIU, BNG o PNV. Con 3 escaños, ERC ha influido más sobre el Gobierno de España que la literalidad del propio Estatuto catalán.

Pero la pregunta del millón en este asunto no debería ser ¿cuánto? si no ¿para qué? Porque si el reparto de ZP a las comunidades autónomas va destinado a la ley de dependencia, a líneas de crédito a  autónomos, empresas y familias, a invertir en una educación de calidad y en una sanidad digna y eficaz, yo soy el primero en apoyar la inyección de más de 11.000 millones a los entes autonómicos. Ahora bien, si se van a destinar, como ha hecho la Generalitat hasta la fecha, 31 millones de euros a informes fantasma encargados algunos de ellos a familiares de miembros del Tripartit, a subvencionar a todas las plataformas independentistas habidas y por haber, a gastarse 37 millones anuales en  las obsesivas políticas lingüísticas de la Generalitat, a subvencionar las selecciones deportivas catalanas, a que Carod abra embajadas por todo el mundo, a subvencionar a Orfeó Català o a entes que se dedican a denunciar a los comerciantes que rotulan en castellano como hace Omnium Cultural, desde luego yo prefiero que ese dinero no llegue a manos de Montilla y los suyos.

Lo que está claro, es que ahora el nacionalismo catalán no tiene excusas: hay descentralización máxima y hay financiación.  Ahora sólo nos faltan gestores capaces y con un poco más de decencia política y bastante menos pesebre que alimentar.

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