Notas de Prensa

Catalán, castellano e inglés

12-12-2012 | La Vanguardia

La polémica se enturbia en Catalunya al confundirse dos conceptos distintos, la inmersión y la lengua vehicular

Otra vez en Catalunya se ha suscitado el enésimo debate sobre la inmersión lingüística en la escuela. La inmersión en una lengua es la mejor manera de aprenderla. De eso no hay duda. Pensemos: ¿cuándo aprendimos nuestra lengua materna? En los primeros años de vida, sin darnos cuenta, inmersos en el lenguaje familiar. Aprendemos la lengua materna con la misma facilidad con la que aprendemos a caminar. Pero en familia sólo alcanzamos el lenguaje hablado más elemental. Después se debe perfeccionar aumentando el léxico, conociendo las normas de ortografía y sintaxis, aprendiendo a redactar y a escribir. Esta es la tarea de la escuela.

La polémica se enturbia en Catalunya al confundirse dos conceptos distintos, la inmersión y la lengua vehicular. La lengua vehicular es la que se utiliza en la escuela o instituto para las actividades docentes y no docentes, en las aulas y fuera de ellas. La inmersión, como hemos dicho, es simplemente un método para aprender una lengua que se ignora. Por tanto, no sólo son conceptos distintos, que no deben mezclarse, sino que, además, ambos tienen distintas funciones que cumplir.

Para el niño que llega a la primera enseñanza sin saber catalán, la inmersión, aplicada con sentido común para que el alumno no se bloquee y también comprenda el contenido de las asignaturas, es la mejor manera de aprender catalán: una lengua se aprende practicándola. Pero para el niño de lengua familiar catalana, la inmersión en esta lengua pierde su función porque, a nivel elemental, ya la ha aprendido en casa. Más bien lo que quizás le interesaría, por lo menos en determinados casos, es una inmersión en castellano.

Ahora bien, para dar una solución práctica a todo ello hay que tener en cuenta otro factor: el catalán y el castellano son lenguas muy parecidas, es muy fácil para quien conoce la una aprender la otra. Por esto no tiene sentido en Catalunya la separación en aulas distintas: una y otra lengua deben ser utilizadas en la misma aula sin problemas graves de comprensión. En consecuencia, todo es fácilmente solucionable empleando la inteligencia y el sentido común, dejando de lado sectarismos y fundamentalismos.

Si el modelo actual, mal llamado de inmersión, no ha ocasionado graves problemas, es debido a que la ley no se aplica en sus estrictos términos -a todas luces inconstitucionales e irrazonables- sino que, en general, en escuelas e institutos, la han ido adaptando a la realidad sociolingüística de los alumnos. Por ello creo que es conveniente una nueva normativa que, en consonancia con una jurisprudencia constitucional que tiene su origen en una lejana sentencia de 1994 -no en la sentencia del Estatut-, se traslade a la ley lo que ya se da muchas veces en la práctica, es decir, tomar las medidas necesarias para que se cumplan los objetivos que se pretenden: que los alumnos acaben los estudios obligatorios dominando catalán y castellano.

Sostener, como hace la actual ley de educación aprobada por el Parlament, que el catalán es la única lengua vehicular, a lo que conduce es a que la ley se incumpla por parte de los profesores razonables -que priman lo pedagógico sobre lo identitario- y que se aplique estrictamente por quienes son unos fundamentalistas del catalán como lengua única, lo cual deja indefensos a padres y alumnos, creando en las escuelas el riesgo de la arbitrariedad.

La función de toda ley debe ser siempre la defensa de los débiles y para ello debe asegurar en lo posible la igualdad en su aplicación, aunque en muchos supuestos tenga que dejar un margen de discrecionalidad para quien la aplique, en este caso el centro educativo, el cual debe decidir, dentro de unos determinados límites, el porcentaje de asignaturas que se impartirán en una y otra lengua, según las necesidades de los alumnos.

Más difícil de solucionar es el verdadero problema lingüístico en las escuelas: el aprendizaje del inglés. Sabemos perfectamente que hoy en día, para desenvolverse adecuadamente tanto en el campo social como en el profesional y del conocimiento, es necesario saber inglés. Para que la educación primaria y secundaria cumpla con su función social de dar igualdad de oportunidades a todos, el aprendizaje del inglés es imprescindible. El conocimiento generalizado del inglés es el que de verdad se necesita para lograr una mayor cohesión social. Por costumbre, seguimos considerando al inglés como una lengua extranjera pero, en realidad, ya deberíamos estimarla como propia.

Para aprender inglés, la inmersión es el método más adecuado. No se trata de aumentar las horas de lengua inglesa, se trata de que, desde pequeños, a los niños se les hable progresivamente en esta lengua en todo tipo de asignaturas y en actividades fuera del aula. Muchos se muestran de acuerdo con ello pero poco se hace, especialmente en la escuela pública, el principal instrumento de cohesión social. No es sencillo solucionarlo: hay que tener un profesorado preparado para ello. El camino de cien lenguas comienza con un primer paso, decía Lao Tse. Quizás hemos dado un primer paso, pero no muchos más. Este es el verdadero problema de la lengua en la escuela.

 

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