25-03-2014 | ABC

El proyecto común e ilusionante que se inició con la Transición está obsoleto y necesita reformas

Hemos entrado en una tregua aparente. El finado lo merece. España llora casi al unísono la pérdida de Adolfo Suárez. Tres días de luto oficial honran la memoria del hombre que finiquitó en pocos meses la herencia del régimen de Franco. Cuando Suárez juró las leyes del Movimiento Nacional y asumió la presidencia del Gobierno los resortes del poder en España estaban en manos de las élites franquistas. La voluntad del Rey se unió a la determinación del nuevo presidente. Ambos trajeron de la mano la democracia constitucional que nos ha dado el mayor período de paz y prosperidad.

Suárez aglutinó voluntades, diseñó un proyecto común e ilusionante en el que cabían los españoles de todas las querencias. La inmensa mayoría. Una mayoría que vivió con esperanza el tránsito desde la dictadura a una democracia de nuevo cuño que nos acercaba a Europa y nos resituaba en el mundo libre. Ruido de sables, atenuado por la autoridad real y por el compromiso con el cambio de parte de los ejércitos. Ruido de bombas y tiros a quemarropa, terror tras la amnistía general. Dolor, muchas veces rabia, pero también ilusión, ganas de cambiar y salir del túnel del tiempo, del inmovilismo del régimen. Ganas irrefrenables de ser Europa.

Han pasado 32 años desde que Adolfo Suárez dejó la presidencia del Gobierno de España con el que recuperamos las instituciones democráticas. El proyecto común e ilusionante que se inició con la Transición está obsoleto y necesita reformas. Reformas posibles y cada vez más urgentes. Reforma del sistema de partidos, de la ley electoral, de las administraciones públicas. Separación efectiva de poderes y una ley de educación que mire a una generación, no al interés del ejecutivo de turno.

Un proyecto que resuelva los problemas de la democracia, con más democracia. Una España unida y plural que nos fortalezca en el seno de la Unión Europea. Porque Europa es nuestro futuro. Un futuro que podremos asegurar con compromiso e ilusión.