Notas de Prensa

El sueño español

16-08-2013 | La Voz de Barcelona

Solo siendo una España de ciudadanos libres e iguales podremos alcanzar nuestro 'sueño'

 A los que nos apasiona la historia americana y nos hemos dedicado a escribir sobre ella, hay una expresión que simboliza los valores de una sociedad predestinada a levantarse una y otra vez de sus caídas. Aunque la primera vez que se acuña el término ‘sueño americano’ es en la obra La épica estadounidense, de Truslow, debemos entender este término más allá de los tópicos emblemas americanos del éxito, la abundancia y la oportunidad. El ‘sueño americano’ es mucho más que todo eso, es un proyecto político, es un proyecto de unión.

 
En la situación política española actual el florecimiento de ideologías, principalmente nacionalistas y de otro minadores de la estabilidad estatal residen precisamente en la falta de ese proyecto, de ese sueño. Aunque algunos lo tilden de idealismo puro, cada día estoy más convencido de que debemos reforzar la idea de nuestro Estado mirando hacia el futuro y haciendo hincapié en aquellos valores que nos unen por encima de los que nos separan. ¿Por qué no existe una construcción de nuestro sueño español? Y en caso de existir, ¿quién la encabeza? Preguntas difíciles de responder en un sistema político que se preocupa más de sus propias organizaciones que de los ciudadanos a los que dirigen y que les pesa ver cómo muchos están rompiendo su silencio.
 
Aquellos que pusieron la primera piedra constitucional desdibujaron la expresión del sueño español, pero siempre he pensado que es difícil conciliar el sueño con la resaca de la dictadura, por ello, pregunto: ¿Alguien se ha preocupado en todo este tiempo en fertilizar esa idea? No sólo nadie lo ha hecho, sino que se ha abandonado la posibilidad de que exista una alternativa política que reivindique este proyecto. Porque la gestación de un principio así es el principal enemigo de la partitocracia actual que se esfuerza en desbancar cualquier florecimiento político que vaya de la mano de la novedad y la juventud. Muchos ven en la idea de un proyecto de Estado español que respete la pluralidad pero desde la cohesión y que sitúe al ciudadano en el eje de la política como una quimera inalcanzable. Incluso se desprestigia calificándolo como la ingenuidad derivada de unos locos a los que ellos consideran que carecen de experiencia y cuya juventud y ansias de ambición les ciega de la realidad. Pero, como dijo un joven Obama en su día: “Sé que no he pasado mucho tiempo aprendiendo como funciona Washington, pero he estado ahí el tiempo suficiente para saber que las cosas tienen que cambiar”. Y en España, ¿hay cosas que cambiar? Muchas y los que han estado hasta entonces liderando esos cambios no sólo han fallado sino que han demostrado que no pretenden hacer nada para remediarlo.
 
Porque para construir el ‘sueño español’ es necesario, primero, querer cambiar, y los grandes partidos actuales no estarán nunca a favor de un giro copernicano que dinamite los privilegios que han venido cosechando hasta ahora. Para la construcción de estos nuevos pilares hay que confiar la obra a políticos cuya obsesión no sea mantener un orden anquilosado y hermético, ni tampoco a aquellos que piquen continuamente en los anzuelos que los nacionalismos tienden en la esfera política. Los políticos que tienen que liderar este proyecto tienen que tener claro que la única forma de combatir a aquellos que quieren destrozar el orden estatal es reforzando sus grietas despertando la esperanza y el optimismo de la gente, porque ha sido esta pasividad a la hora de fomentar los valores civiles la que ha echado más gasolina al fuego de la desunión.
 
Creo firmemente que vivimos en una esfera política preocupada por el corto plazo y obsesionada por el cumplimiento de objetivos que otros establecen más allá de nuestras fronteras y que no despierta en los ciudadanos un sentimiento de superación y optimismo. Somos un país con una capacidad enorme para movilizarnos, para ayudarnos y hemos demostrado muchas veces que juntos somos mejores. Por eso nosotros, como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de participar en este proyecto común de construcción de una España mejor. Un proyecto de esperanza, de trabajo y que integre a todos con sus diferencias, pero sin excluir a nadie. Porque solo siendo una España de ciudadanos libres e iguales podremos alcanzar nuestro ‘sueño’. ¿Y el tiempo? No me importa cuándo llegue, trabajemos desde hoy en ello, como dijo Lincoln: “Yo no sé quién fue mi abuelo, me importa mucho más saber cómo serán vuestros nietos”.

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