Notas de Prensa

El triste empeño del PSOE de atentar contra el progreso

07-07-2013 | C's

Entre las cosas que acepta el PSOE en su documento está lo que el PSC ha convenido llamar 'principio de ordinalidad'

 El PSOE parece empeñado en proponer una reforma constitucional con el objetivo de conseguir el definitivo “encaje de Cataluña con España”, lo que es una lamentable derrota del discurso de la razón ante el relato nacionalista. Siendo rigurosos, de lo que se debería hablar es del imposible encaje de los nacionalistas con el marco constitucional porque, de otra manera, lo que se hace es marginar a una parte muy importante de los catalanes: aquellos que no tenemos ningún tipo de problema de encaje con España, pero sí con ideologías que atentan contra la libertad y la justicia social, como el nacionalismo, que llevan más de 30 años promoviéndolo desde las instituciones autonómicas y locales en Cataluña utilizando recursos y medios de comunicación públicos.

 
En realidad, lo que sucede es que existe un problema de encaje del PSC en el PSOE. Y parece que el partido de Rubalcaba, en lugar de apostar por un proyecto político coherente, prefiere proponer una reforma constitucional que colme las aspiraciones de sus socios. De ahí que el documento que ha aprobado recientemente el Consejo Territorial del PSOE, se acepte la necesidad de la reforma porque en España se vive “un fuego cruzado de independentistas y recentralizadores”, idea que sólo puede ser relevante desde la equidistancia entre el constitucionalismo y el relato nacionalista, lo que, a su vez, contribuye a legitimarlo. Es muy lamentable y una irresponsabilidad que un partido proponga un cambio constitucional para salvar un problema interno.
 
Entre las cosas que acepta el PSOE en su documento está lo que el PSC ha convenido llamar “principio de ordinalidad”, que le lleva a aceptar que la aportación de las comunidades más ricas comporte siempre una mayor inversión por ciudadano que en aquellas peor situadas. Para apreciar con nitidez el efecto de una medida de este tipo, podemos imaginar las consecuencias que tendría aplicarla por barrios: el “principio de ordinalidad”, llevado a las escuelas, comportaría que en los barrios con mejores condiciones socioeconómicas se debería invertir más por alumno que en los barrios con mayores dificultades. Esto, además de ser insolidario, es un sinsentido desde el punto de vista del progreso y mejora de la sociedad en su conjunto.
 
De esta manera, el PSOE abandona definitivamente principios fundamentales de la socialdemocracia: la igualdad, la redistribución de la renta y la justicia social, que quedan resumidas con la frase “de cada cual según su capacidad, y a cada uno lo que necesita”. De tanto asumir el relato y las propuestas del nacionalismo, el PSOE ha acabado situándose en planteamientos regresivos que atentan contra la justicia social y el progreso.

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