Notas de Prensa

Estas europeas sí importan

06-02-2014 | La Voz Libre

Las elecciones europeas son más importantes que nunca, primero por lo que respecta al futuro de Europa, y segundo, al de España

Muchos hemos tenido alguna vez la sensación de que las elecciones europeas son la segunda división de las citas electorales. Sin ir más lejos en las últimas de 2009 ni siquiera la mitad de los españoles se levantaron del sofá para votar. Parece ser que algunos todavía no se enteran de que si no participas en la política otros lo harán por ti y sin pedirte consejo. Sin embargo, en esta ocasión las elecciones europeas son más importantes que nunca, primero por lo que respecta al futuro de Europa, y segundo, al de España.

 
Me explico. Con el bunker de la partitocracia cada vez más agrietado por los nuevos partidos que se presentan como una alternativa al bipartidismo anquilosado, estas elecciones europeas pueden determinar el futuro y el éxito de unas alternativas políticas que deben demostrar que están por encima del oportunismo. Como decía Moliere: “La felicidad ininterrumpida aburre, debe tener alternativas”. Pero esa felicidad, que han gozado los dos grandes partidos de este país, no han querido compartirla con el resto de ciudadanos, sino que han preferido convertir sus partidos en retenes donde se estancan las aguas de la mediocridad y la corrupción en vez de en instituciones canalizadoras de la democracia y el talento. Ciudadanos lo demostró erigiéndose como la primera plataforma de ciudadanos, y otros tantos, que han surgido después, algunos de ellos ,tanto de un color como del otro, desde la escisión del ‘basta ya’. Pero la alternativa nunca deber ser criticada, sino todo lo contrario, aplaudida. Porque aquella que no quiera sumar con sus semejantes estará contradiciendo al principio por el que fue creada y estará cayendo en los mismos dogmas y siglas que provocaron su nacimiento. Porque para los nuevos partidos no hay peor error que incurrir en los mismos caprichos que precisamente, motivaron su existencia.
 
Pero de nada servirán todos estos esfuerzos si los ciudadanos no nos concienciamos de que el cambio de agujas para que el tren cambie de vía está en manos de todos nosotros. Porque todos los españoles tenemos ‘derecho a decidir’. Sí digo bien, decidir es un derecho innato asociado a los que vivimos en democracia y la forma de ejercerlo es bien sencilla: introducir una papeleta en la urna cuando las reglas del juego así lo determinan. Por cierto, este derecho lo podemos ejercer los españoles cada cierto tiempo y yo no estoy dispuesto a desaprovecharlo. Porque el resultado de estas europeas mandará un mensaje directo a las ejecutivas de la calle Génova y Ferraz. Si los ciudadanos somos capaces de demostrar que con nuestro voto podemos tambalear el inmovilismo ya habremos conseguido mucho, más de lo que se piensan. Porque los grandes partidos no están acostumbrados a perder terreno más allá del que artificialmente se reparten entre ellos.De ahí la preocupación de más de uno estos días.
 
“A mí no me importa lo que pase en Europa”, me decían algunos alumnos estos días. Pero en realidad, nos importa y mucho. Decía Woody Allen: “Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”. Y Europa es presente, pero sobre todo futuro. Y yo quiero vivir en un continente unido y próspero. Porque para garantizar la unión, se debe frenar el mal endémico que tanto ha perjudicado a Europa a lo largo de su historia, que no es otro, que los nacionalismos y los fundamentalismos retrógrados. Porque Europa nace de una unión económica, pero su fin último, más allá de los mercados, es garantizar la unión de sus estados para enterrar las miserias de los totalitarismos.
 
Recordarán algunos que más de 30.000 personas acudieron al funeral de Beethoven, de los cuáles 36 sujetaban en sus manos una antorcha, entre ellos, un joven Schubert. En Cataluña con un presidente cadáver ‘político’ -se entiende- y con las antorchas repartidas esperando a ser encendidas, tanto catalanes como el resto de españoles, tenemos la oportunidad de apostar, también en Europa, por los que en Cataluña están consiguiendo que leer la Constitución en un Parlamento deje de ser noticia, por los que se están situando como tercera fuerza en un mapa político hasta entonces bloqueado y hermético, y por los que quieren y creen que una forma distinta de hacer política es posible. En estas europeas todos los ciudadanos nos jugamos mucho, más de lo que algunos creen, pero no olviden que el resultado sólo dependerá de nosotros. 

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