Notas de Prensa

Francesc de Carreras: 'Los límites de Montilla'

30-09-2009 | La Vanguardia

Montilla no es brillante pero es seguro y serio. Quiere tranquilidad, no continuo conflicto. Todo ello es razonable, pero su problema es que, seguramente, se ha equivocado de socios.

 

Montilla no defraudó ayer en el Parlament: se esperaba un discurso aburrido y así fue. En sesiones de este carácter, Pujol provocaba murmullos de adhesión y de rechazo, carcajadas y gestos indignados. Maragall, por su parte, navegaba en medio de turbulentas confusiones e inquietaba a los suyos ya que siempre les sorprendía con alguna afirmación imprevista y fuera del guión acordado. Montilla, en cambio, no provoca reacción alguna: los diputados le siguen con rostros imperturbablemente amuermados, ni una sola mueca revela lo que están pensando. Montilla no pronuncia discursos: se limita a leer  informes.
 
Sin embargo, a pesar del tedio,  en su intervención de ayer lanzó algunos mensajes significativos. No me refiero a la prevista enumeración de su parca obra de gobierno, la consabida lista de leyes aprobadas y obras públicas llevadas a cabo. Por cierto que no habló de las ausencias, retrasos e incumplimientos: ya se lo recordarán hoy los partidos de la oposición. Significativo fue, en cualquier caso, que ni siquiera aludiera a las famosas embajadas de Carod-Rovira, su vicepresidente.  
 
Lo sustancial llegó, sin embargo, en los minutos finales. Fue entonces cuando quiso aclarar tres ideas básicas que muestran las diferencias de Montilla con sus antecesores, con Pujol y Maragall, siempre partidarios de arrebatos historicistas, utópicos y líricos.
 
Primera idea: gobernar la Generalitat significa simplemente ejercer las competencias propias: “esto, dijo, es lo que nos legitima”. Entre estas competencias, las materias principales son las políticas sociales. Todo muy obvio, pero no deja de ser un cambio con respecto a los anteriores presidentes.
 
Segunda idea: el Govern tripartito no es un paréntesis en la historia de la autonomía catalana sino la alternativa del catalanismo de izquierdas al catalanismo de derechas, a los 23 años de pujolismo. Por tanto, aviso a CiU: el tripartito está ahí para quedarse, olvídense de la sociovergencia.
 
Tercera idea: la mejora del autogobierno tiene como única finalidad a corto y medio plazo el despliegue del Estatut, la norma que fija un límite a nuestras exigencias de autonomía. El Estatut, dijo, es nuestro horizonte nacional, en clara advertencia a ERC y a los referendums, el de Arenys y los que están por venir.
 
Montilla no es brillante pero es seguro y serio. En medio del vendaval conserva la calma. No es profético sino pragmático. Quiere tranquilidad, no continuo conflicto. Todo ello es razonable, está incluso muy bien. Su problema es que, seguramente, se ha equivocado de socios.        
 
Francesc de Carreras Serra, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona (U.A.B.).

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