Notas de Prensa

Francesc de Carreras: 'Partidos enclaustrados'

19-09-2009 | La Vanguardia

Quizás de este enclaustramiento y de esa escasa movilidad en el interior de los partidos proviene el creciente y peligroso -merecido o inmerecido- descrédito de los políticos.

 

EL DEBATE EN LAS FILAS SOCIALISTAS

Durante esta semana la prensa ha destacado la renuncia a su escaño parlamentario de los ex ministros Solbes y Sevilla. Además, otros ex ministros de Zapatero parece que seguirán el mismo camino: se habla de Bernat Soria, Mercedes Cabrera y hasta Mariano Fernández Bermejo. Todo ello ha provocado un cierto revuelo en los comentarios de prensa y se ha querido deducir que, además del escaño, abandonaban también a Zapatero, justamente en un momento difícil para el presidente. No estoy nada seguro de que ello sea así y, en todo caso, no creo que esto sea lo más significativo del hecho. Para mí, las cuestiones destacables son otras.

Pero vayamos por partes. Separemos el caso de Solbes de los demás, dado que es el más político de todos ellos. Que Solbes dejara el escaño era de esperar, pero lo significativo no es que ahora deje el escaño, lo significativo fue dejar de ser todopoderoso vicepresidente económico del Gobierno. ¿Fue él quien abandonó a Zapatero o fue el presidente quien prescindió de sus servicios? Probablemente, fue una mezcla de ambas cosas, un desencuentro largamente incubado. Entonces fue una gran noticia, que ahora abandone el escaño es una pequeña noticia sin casi trascendencia.

Los otros abandonos previstos -quizás habría que matizar con Sevilla- tienen un carácter muy distinto: son personas que interrumpieron su profesión para ejercer temporalmente cargos ejecutivos de dirección. Me parece natural que quieran volver a sus respectivas profesiones, en las que tienen un magnífico currículum, en lugar de ocupar un discreto escaño en el Congreso. Ahora bien, de todo ello debemos sacar algunas consecuencias.

Primera, que nadie debe encabezar una candidatura mientras es ministro si piensa dejar de ser diputado cuando cese en el Gobierno. El diputado en cuestión debe tener en cuenta que ha sido designado por los electores de una provincia, los cuales le han confiado su representación y, por respeto a su voluntad y a la de la Cámara a la que pertenece, debe cumplir, salvo causas públicas que lo justifiquen, con el periodo de su mandato. Otra cosa es menoscabar la función parlamentaria.

Una segunda consecuencia me parece más grave porque es más real y descarnada. Personas con un nivel intelectual alto, con experiencia en sus respectivas profesiones, rechazan ser parlamentarios porque tienen la sensación de estar perdiendo el tiempo. Ello nos conduce a pensar que la clase política es algo de lo que sólo pueden formar parte los políticos profesionales, militantes de los partidos, y que no interesa a especialistas reconocidos en otros campos que podrían llevar ideas y aire fresco a su cerrado mundo. Quizás de este enclaustramiento y de esa escasa movilidad en el interior de los partidos proviene el creciente y peligroso -merecido o inmerecido- descrédito de los políticos.

Francesc de Carreras Serra, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona (U.A.B.)

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