Notas de Prensa

Iñaki Ezkerra: 'De Rodiezmo a Pozuelo'

10-09-2009 | La Razón

Es obvio que la izquierda necesita renovar su discurso y sus símbolos si quiere sobrevivir. ¿En esa astracanada anacrónica y macarrónica está la solución y la esperanza de nuestro país?

 

Es obvio que la izquierda necesita renovar su discurso y sus símbolos si quiere sobrevivir. Lo sabían los comunistas italianos, que disolvieron el PCI en 1991, tras las vergüenzas que mostró la caída del muro de Berlín, y lo saben los socialdemócratas alemanes, que después de profundas crisis acabaron haciendo gobierno con la democratacristiana Merkel en 2005. Aquí los únicos que no saben eso son los del mitin dominical de Rodiezmo, los del socialismo dominguero español que levantaban esos puñitos extemporáneos y –lo que es más grave– obscenos en la España de los cuatro millones de parados. Porque el puntito irritante de esa foto está, además de en lo que tiene de farsa y baile de disfraces, en su «don de la oportunidad», en la desfachatez que muestra dado el momento económico que vivimos. ¿Ésa es la foto de la crisis? ¿En esa astracanada anacrónica y macarrónica está la solución y la esperanza de nuestro país?

Hay quien, intentando echarles una mano, ha puntualizado estos días que los de la Revolución de Rodiezmo no entonaban el himno de la Internacional Comunista sino de la Socialista, pero tal argumento, que pretende ser un atenuante, pone peor las cosas pues la letra que tiene este último es todavía más «heavy» que la del primero. Es cierto que sustituye los «parias de la tierra» y la «famélica legión» por los «pobres del mundo» y los «esclavos sin pan» (¡eso es realismo, hablar de esclavos y falta de pan en Europa!), pero a la vez resulta más inoportunamente explícito. El himno comunista se queda en rimbombantes figuras literarias que hasta podría suscribir este mismo periódico –«Atruena La Razón en marcha»–, pero el socialista propone un sugerente programa revolucionario para la presente Legislatura que parece difícilmente asumible por la CEOE o por Mariano Rajoy por muy buena intención que ponga el hombre: «Cambiemos el mundo de base hundiendo el imperio burgués».

Renovar el discurso y los símbolos. Ésta es la cuestión, que se hace más sangrante en un momento de recesión histórica en el que, dejando sus supersticiones doctrinales aparte, surgen por toda Europa socialdemócratas desvelados por estimular el libre mercado y salvar el sistema financiero o liberales que asumen medidas sociales e intervencionistas. Pero los de Rodiezmo estaban en otra cosa, en la izquierda-kleenex y de «tente mientras cobro», en el gamberrismo ideológico y la frivolidad posmoderna que declara la dictadura del proletariado una mañana ociosa de domingo y el lunes «si te he visto no me acuerdo». Luego nos quejamos de que unos jóvenes hayan intentado proclamar en una noche de francachela la República Socialista Libertaria de Pozuelo. Si los instalados en la abundancia (los pijos adultos, que también los hay) flipan todo el día con el mayo francés y con todos los topicazos antisistema; si la número tres del partido en el poder levanta el puño con esa ilusión prístina en el Eurodisney de las ideologías; si ellos ven en sus mayores ese juego hipócrita; si les estamos llenando la cabeza de pájaros y puños en alto, ¿qué van a hacer? Se está tratando de despojar de tintes ideológicos el asalto a esa comisaría de un próspero municipio madrileño, pero la Revolución de Pozuelo no es más que un síntoma de la de Rodiezmo. Y el problema no es que los primeros sean pijos o no. ¿Qué pasa? ¿Que sólo se puede ser un cretino en Alcorcón o en Getafe? ¿Ésta es la igualdad de la Constitución?

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