Notas de Prensa

Jaume Mestre: '¿Donde está Carod? En el Caribe, en julio'

08-07-2009 | C's

¿A qué ha ido el vicepresidente, pues, a Cuba? Básicamente, a hacer turismo y lo que le gusta: turismo catalanista. Toda una inmersión de la catalanidad cubana.

Cuando Ciudadanos pregunta al gobierno catalán sobre los gastos de la llamada política exterior catalana se nos asegura que está fundamentada en motivos comerciales y se nos recuerda que regiones como California también disponen de delegaciones comerciales en áreas de interés estratégico. La cuestión tiene su trascendencia, puesto que el presupuesto del área asciende a 67 millones de euros, o dicho en pesetas, que impacta más, 11.148 millones de pesetas. Que ya es bastante. No está nada mal, especialmente en época de crisis y por parte de una administración que reclama sus carencias en financiación. 

Encima, las noticias que nos llegan de la actividad internacional de nuestro flamante responsable de política exterior nunca parecen estar guiadas por esta agenda económica prometida. Ya estamos bastante acostumbrados. Nombramiento de representantes en Europa que se caracterizan por ser ideólogos del independentismo o familiares directos del consejero, viajes megalómanos en América para pronunciar discursos nacionalistas, o donaciones millonarias para lenguas minoritarias de la Amazonia. 

El último episodio nos transporta al Caribe. En este mes de julio, Carod-Rovira y su séquito, integrado también por la viceconsellera Roser Clavell y el director del Institut Raimon Llull, Josep Bargalló, han realizado una visita de tres días a Cuba. Como ya es habitual, no se ha informado del coste de un viaje que, de hecho, ya ha generado polémica al realizarse días más tarde de la criticada ausencia de Carod-Rovira en el funeral en La India por Vicente Ferrer. 

En este caso, otra vez, el viaje no responde a ningún tipo de fundamentos económicos ni siquiera políticos. Carod-Rovira viaja en condición de co-presidente del Institut Raimon Llull para asistir a la clausura de la gira del programa cultura La Huella Catalana en el Caribe, y como vicepresidente para conocer la colonia catalana en Cuba. No tiene previstas entrevistas con dirigentes cubanos y de hacerse, advierte, serían de cortesía. Excelente.

¿A qué ha ido el vicepresidente, pues, a Cuba? Básicamente, a hacer turismo y lo que le gusta: turismo catalanista. Toda una inmersión de la catalanidad cubana. Encuentro, de carácter privado, con el casal catalán de Cuba y evocación de los vínculos históricos entre Cataluña y Cuba que considera emocionales. De hecho, ha destacado el "positivo acierto" que ha sido la puesta en marcha del programa La Huella Catalana en el Caribe ya que "despertará en muchos cubanos la curiosidad por sus orígenes catalanes". Impresionante: despertar la conciencia nacional catalana incluso en Cuba y con los necesitados dineros de todos los catalanes.

Así pues, como decíamos, el vicepresidente ha apelado a los vínculos emocionales entre Cataluña y Cuba. Ha mencionado, de esta forma, lo que ha llamado emigración económica a Cuba y los 300 catalanes que murieron combatiendo en la guerra de independencia de la isla con el ejército de liberación cubano. Estamos bastante acostumbrados a la distorsión interesada de la Historia por parte del nacionalismo, pero eso ya es hacer un gran lío. Se requiere dosis importantes de cinismo para hablar constantemente del colonialismo español y eludir su participación catalana, que, de hecho, forma parte de la llamada memoria histórica catalana. Estoy convencido de que el vicepresidente está perfectamente familiarizado con las habaneras que se cantan todos los veranos. Seguro que le sonará aquello de "el catalán, el mejor barco de guerra de la flota de ultramar". También debe recordar la alusión por parte de su compañero Oriol Junqueras de los antepasados esclavistas de su adversario Vidal-Quadras. Y mira por donde, Carod-Rovira nos viene ahora con el eufemismo de la emigración económica cuando resulta, más bien, una explotación económica con mano de obra esclava de la que la burguesía catalana decimonónica bien se aprovechó.

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