Notas de Prensa

La paranoia del independentismo

02-01-2014 | ABC

Dice el president que hay que respetar la democracia, dirimir la magnitud de las mayorías y minorías del país, -las suyas-, porque desprecia la ley que establece las reglas de juego democrático

icen que la paranoia produce un tipo de sensaciones angustiantes, como la de estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables, asimilable a un Estado opresor, o ser el elegido para una alta misión, como la de Mas, para salvar a Cataluña. Síntomas claros detectados en el independentismo catalán.

Dice Mas que el pueblo catalán prefiere gobernarse a ser gobernado (-por él-) añado yo.

A los catalanes nos gustaría tener un gobierno limpio de corruptos que hiciera algo, o que al menos lo intentara, para que evitar que 600 mil personas sigan en el paro, que los niños arrastren el hambre hasta la escuela, que sigan los desahucios y que la pobreza y la soledad solo tengan consuelo en los comedores sociales que llenan sus despensas a golpe de solidaridad. A los catalanes nos gustaría que alguien gobernara, sí, y no perdiera el tiempo pensando en fechas y preguntas, en hacer listas entre los afectos o no al régimen, en espiar a los adversarios políticos para hacer chantaje, en censurar a medios de comunicación que no han podido comprar con subvenciones y que no se gaste nuestro dinero en simposios para azuzar el enfrentamiento, el odio y la división.

Dice el president que hay que respetar la democracia, “dirimir la magnitud de las mayorías y minorías del país”, -las suyas-, porque desprecia la ley que establece las reglas de juego democrático, se niega a defender su propuesta ante la sede de la soberanía nacional, y se acobarda ante la estrepitosa derrota democrática que le aguarda.

Se reivindica como un buen aliado y no como enemigo, pero exhibe su traición en cada uno de sus viajes, debilita la imagen de España y despilfarra nuestro dinero en embajadas por el mundo para internacionalizar un conflicto inventado y en cambio tacha al gobierno español de desleal por enviar instrucciones a sus diplomáticos para responder al ridículo internacional que provoca. Él lo llama patriotismo.

Pero el súmmum de la paranoia separatista ha llegado de la mano de su consejo de asesores, que advertidos de la expulsión del seno de la UE, han encontrado una sabia solución. Tras la independencia vendrá la reunificación de Cataluña, España, Andorra y Portugal, en un Consejo Ibérico cuyo primer cometido sería reforzar su capacidad de influencia en el seno de la UE, -de la que no forman parte-, como pieza clave para tomar decisiones.
 

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