Notas de Prensa

La pregunta

04-11-2013 | La Voz Libre

¿Serán capaces CiU y ERC de canalizar la frustración de los ciudadanos movilizados por la ruptura con el resto de España y evitar incidentes y consecuencias indeseables fruto de su irresponsabilidad?

Junqueras quiere que se defina "la pregunta" cuanto antes, que plantee con claridad la secesión de Cataluña y que la respuesta sea un lacónico Sí o No. Hace tiempo que ha anunciado un plan B, la declaración unilateral de independencia si en unos comicios "plebiscitarios" obtiene la mayoría en el Parlament. Con 68 diputados, que podrían obtenerse con poco más del 40% de los sufragios, el alcalde de Sant Vicenç dels Horts está dispuesto a salir a un balcón y declarar la secesión unilateral de Cataluña.

Forcadell, ex concejala de ERC en el ayuntamiento de Sabadell, responde a la voz de sus amos, los partidos separatistas que dan cuerpo y sustento a la ANC, y también anuncia un plan B si el Govern de la Generalitat no anuncia fecha y pregunta antes de fin de año: una nueva y masiva movilización del separatismo. Sin duda será un nuevo “éxito de público” pues contará con el apoyo entusiasta de CDC, ERC y los medios de comunicación públicos y concertados.

Entretanto, la posición del Gobierno de España es anunciar sin estridencias su fidelidad a los postulados constitucionales y evitar el "choque de trenes". Es decir, ante los pasos desafiantes encaminados a la ruptura de la comunidad autónoma de Cataluña con el resto de España, la callada por respuesta. Política pactista que viene de lejos y de cuyos polvos tenemos hoy estos abundantes lodos.
 
Aunque la crisis económica y financiera aprieta y desde el gobierno autonómico no se buscan fórmulas activas para paliar sus consecuencias, buena parte del arco parlamentario catalán orbita, en mayor o menor medida, en torno a "la consulta" y la consiguiente "pregunta". Quienes apoyan una llamada a las urnas para que lo que denominan "el pueblo de Cataluña" ejerza un inexistente "derecho a decidir", figura eufemística del derecho de autodeterminación que en modo alguno es aplicable a una comunidad como la catalana, integrada en un estado democrático y de derecho como lo es España, basan este apoyo en una supuesta "legitimidad democrática". En cualquier estado democrático y de derecho, en todos y cada uno de los estados de nuestro entorno, la legitimidad democrática siempre es consecuencia del respeto escrupuloso al marco del Estado de Derecho.
 
Lo que está impulsando el Govern de la Generalitat, con el apoyo entusiasta (ERC, CUP, ICV-EUiA) o la pasividad cómplice (PSC) de una parte sustancial de las fuerzas parlamentarias catalanas, carece de legitimidad democrática al plantearse con deslealtad absoluta y desprecio total al marco vigente del Estado de Derecho. Invocar supuestas mayorías populares para saltarse el vigente ordenamiento jurídico e imponer un trágala como si fuera una oferta sincera de diálogo inter pares puede adjetivarse de muchas maneras pero objetivamente no tiene nada de democrático.
 
Artur Mas viene haciendo gala de una osadía muy propia de la desesperación. Actúa a la desesperada cuando fía su futuro político y pone en serio peligro el de los partidos que integran CiU en un proceso separatista que está, en su origen, abocado al fracaso. La convocatoria unilateral de una consulta es imposible, aunque se pretenda legitimarla con una ley ad hoc carente de validez en el marco del Estado de Derecho vigente. La hipotética convocatoria de "elecciones plebiscitarias", que no serían más que unas autonómicas en clave de ruptura y, por lo tanto, con un muy elevado grado de participación, darían como resultado la drástica disminución de la representación parlamentaria de CiU y una más que probable pérdida de la mayoría parlamentaria que hoy ostenta la coalición gubernamental conformada con ERC. Este es el futuro previsible si leemos con atención las encuestas que vienen publicándose en los últimos meses.
 
Ante esta situación, la auténtica por más que quiera enmascararse bajo el ruido y la alharaca constante en torno al proceso de "autodeterminación", debemos formularnos la pregunta capital: ¿Serán capaces CiU y ERC de canalizar la frustración de buena parte de los ciudadanos movilizados por la ruptura con el resto de España y evitar incidentes graves y consecuencias indeseables fruto de su irresponsabilidad? Mucho me temo que la respuesta será un lacónico No.
 

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