Notas de Prensa

La puerta falsa

16-12-2013 | La Voz Libre

Lo que se esconde entre la tramoya fotográfica es otra vuelta de tuerca en una deriva separatista basada en la falsedad

 El pasado jueves 12 de diciembre Mas, Junqueras, Herrera y Fernández, como máximos exponentes de los partidos o federaciones de partidos que componen cuatro de los siete grupos parlamentarios del Parlamento de Cataluña, presentaron en sociedad el equivalente al parto de los montes. Tras quince meses de determinismo absoluto en el devenir de la vida política catalana, veía la luz la incógnita mejor guardada. La Consulta 2014, uno de los hitos principales de los fastos del tricentenario, tenía pregunta y fecha. Pregunta inclusiva, a decir del President, y fecha anclada en el referente mítico del Berlín del 89.

 
Los principales firmantes, Mas y Junqueras, más contentos que unas pascuas. Uno porque se asegura mantenerse en el cargo al menos un año más, prorrogable por vía de decreto. El otro porque se apunta el tanto de conseguir que la máxima representación ordinaria del Estado en Cataluña, de ese monstruoso Estado presentado como opresor y chupasangres, desafíe abiertamente el marco constitucional que le legitima, iniciando así una vía que puede acabar quitándole toda legitimidad.
 
Herrera un tanto más incómodo, consciente de que tiene difícil explicar a sus electores que la prioridad, que él también llama "nacional", es la fractura política y social en Cataluña a costa de mantener en la poltrona a un populista de derechas, conservador pasado de rosca que ha hecho patente el verdadero trasfondo de los nacionalismos, el sesgo reaccionario que se plasma en la evocación continua de "las libertades de 1714".
 
Fernández con la agradable sensación de haber llevado sus sandalias a la galería gótica del Palau de la Generalitat, pensando tal vez que se ha dado el primer gran paso hacia unos Països Catalans reunificados bajo el socialismo real y libertario sin necesidad de esfuerzos mayores, al menos de momento. Eso sí, empezando por afianzar una opción de gobierno que, al menos sobre el papel, está en sus antípodas políticas y sociológicas ¡Cosas veredes!
 
Los cuatro grupos parlamentarios que apoyan el proyecto de 'Consulta 2014 por la secesión' han presentado ante la Mesa del Parlamento de Cataluña una propuesta para pedir a las Cortes Generales un traspaso competencial que es esencialmente intransferible. En su estrategia de legitimarse con el inevitable rechazo a la fractura de la soberanía, equiparan el derecho de autodeterminación al traspaso de competencias sobre tráfico y circulación de vehículos a motor. El agravio comparativo está servido.
 
Lo que se esconde entre la tramoya fotográfica es otra vuelta de tuerca en una deriva separatista basada en la falsedad. Empezando por el falso debate del "choque de legitimidades" que tanto gusta a Mas y a Junqueras, que de sobra saben que sus planteamientos son ilegítimos al soslayar el marco democrático vigente. No hay dicotomía entre la legitimidad derivada de la ley y la legitimidad democrática que dicen reclamar. Pasar por las urnas sí o sí, peti qui peti, sin respetar los más elementales principios del derecho, puede clasificarse como se quiera con los resortes de la propaganda, pero no puede considerarse en absoluto un ejercicio democrático.
 
Y ya están haciendo números, conscientes de esa ilegitimidad basada en la falsedad. Los grupos que sostienen la urgente necesidad de romper España, desde Cataluña, no alcanzan siquiera los dos tercios necesarios en el Parlamento de Cataluña para reformar el vigente Estatuto de autonomía. Hoy por hoy alcanzan un meritorio 64,44%, basado en un resultado electoral del 57,76% de los votos emitidos que representan al 39,95% del censo electoral catalán. El actual, el legal y por tanto el legítimo. No el que está preparando el actual gobierno autónomo catalán.
 
Este desvarío, este órdago al Estado legítimo que les legitima, está basado en la falsedad y condenado al fracaso. Tal vez también al ridículo "meteórico" que tanto parece temer el consejero Homs. Todo apunta a que el consumado fracaso lleve a Artur Mas a abandonar el Palau de la Generalitat, tras las próximas elecciones autonómicas, se vistan o no de plebiscito, por la puerta falsa.
 
¡Ojalá sólo quede en eso! 

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