Notas de Prensa

Los efectos cognitivos del 9N

10-11-2014 | La Voz Libre

El trabajo del independentismo desde la Transición hasta hoy ha cubierto de manera magistral todos los estratos sociales

El 31 de mayo de 1938, cinco aviones italianos Savoia S-79 del ejército franquista bombardearon Granollers en un día de mercado cuando pasaban cinco minutos de las nueve de la mañana. En 2006, cuando se cumplían 68 años de aquella matanza, que causó 224 muertos y 700 heridos, Granollers decidió lanzar poemas, en su mayoría escritos por los alumnos de las escuelas del municipio, en vez de bombas. Dos aviones bombarderos de la II Guerra Mundial, un Dornier alemán y un Zlyn checo, sobrevolaron la ciudad para recordar aquel fatídico día y un helicóptero soltó los centenares de poemas. Una multitud los recogía participando en una acción colectiva que se podría considerar como un happening.

Lo que aconteció en Granollers es un acto tan especial que, a mí a lo mejor se me habrá olvidado mañana, pero sí tiene una cierta relevancia para la gente que participó y seguro que se siguen acordando... Está demostrado que nuestra capacidad de aprendizaje es muy limitada en el proceso de transmisión oral, algo más importante con la lectura y la atención visual e infinitamente más relevante cuando el aprendizaje es resultado de una experiencia concreta. Poner los cuerpos y las mentes al servicio de una acción fija de manera muy precisa un determinado conocimiento. ANC y Omnium lo saben, por eso tratan de que las manifestaciones organizan tengan ese carácter tan singular, por eso su 9N ha sido un hapenning que incide fuertemente en las conciencias.

Francesc de Carreras lo resumió hace unas semanas en el diario 'El País'. Desde el catalanismo de la transición: “de momento se aceptaba la situación determinada por el marco constitucional y estatutario de 1978 y 1979, con un doble objetivo: primero, ‘nacionalizar’ la sociedad catalana, es decir, diferenciarla lo más posible del resto de España; segundo, desde el punto de vista institucional, ir creando bajo el manto de la autonomía una especie de embrión de Estado catalán -lo que ahora se denomina, sin ocultarlo, unas ‘estructuras de Estado’-, que facilitara, en el momento más conveniente, el paso definitivo hacia la independencia”.

El trabajo del independentismo desde la Transición hasta hoy ha cubierto de manera magistral todos los estratos sociales y ha sabido llegar a ellos desde todos los ángulos posibles, una labor que han culminado de momento en el 9N. El daño ya está hecho, han puesto en la picota la cohesión social porque millones de personas están viviendo experiencias de exaltación identitaria tan intensas y prolongadas que toda una forma de vida ha calado de arriba abajo varias generaciones. Todos los catalanes seguimos siendo rehenes de unos políticos que han antepuesto sus intereses partidistas (y personales) a la salud física y mental del conjunto de los ciudadanos. Recuperar la Cataluña fraterna, abierta, cosmopolita y modelo para España será un trabajo duro. Pretender progreso y bienestar para el conjunto de sus ciudadanos sólo se conseguirá teniendo claro un horizonte de ilusión, donde esa pretensión de libertad, igualdad y solidaridad no choque con ninguna barrera ni física ni mental que impida que todos los catalanes tengamos la oportunidad de progresar en un mundo lleno de posibilidades.

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