Notas de Prensa

Prohibiciones y censuras

05-11-2013 | Crónica Global

La libertad es enemiga del prohibicionismo y supone responsabilidad y espíritu crítico

Cuentan los cronistas que la Barcelona de los años 70 era una ciudad abierta y cosmopolita, símbolo de libertad para muchos jóvenes que dieron rienda suelta a la creatividad más vanguardista, a la literatura más provocadora, y a cualquier manifestación cultural o artística. Era una ciudad viva e irresistible a cuantos llegaban desde cualquier lugar de España.

 
En los 90, Barcelona le dijo "hola" al mundo desde un estadio olímpico repleto de ilusiones en un proyecto común que dejó una huella histórica en la ciudad.
 
La Barcelona de hoy languidece y se desliza hacia el ocaso cultural más rancio y estéril de los últimos siglos. El independentismo la ha convertido en un instrumento más al servicio del proyecto separatista que cercena cualquier manifestación cultural que no se ajuste a los dictados del régimen, llegando incluso a arruinar al mismísimo teatro del Liceo que ha sobrevivido a los más graves envites a lo largo de la historia. Cualquier excusa es buena para amenazar la libertad de expresión artística o la capacidad creativa, prohibiendo, restringiendo o amordazando a quienes no estén inscritos en la lista que les señale como "un dels nostres".
 
Hace unos años, sin ningún inconveniente y sobredosis de mal gusto, se promocionaba en las banderolas de la ciudad una exposición en el CCCB denominada "Quinquis de los 80" que recordaba a una generación de peligrosos delincuentes a los que convirtieron en leyenda cinematográfica. El Ayuntamiento de Barcelona se niega hoy a promocionar en esas mismas banderolas el retrato de un torero como imagen promocional de la muestra internacional de fotoperiodismo World Press Photo que exhibe estos días el mismo Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
 
Hace unos meses se denegó la licencia para rodar en la plaza de toros de la ciudad escenas taurinas para una película de producción extranjera provocando pérdidas millonarias y ahuyentando de Barcelona futuras iniciativas cinematográficas.
 
La supuesta falta de rigor histórico sirvió como excusa para negar la autorización del rodaje de varias escenas en la Plaza del Rey de Barcelona para la serie Isabel. En cambio, sí se han dado todas las facilidades para rodar en el monasterio de Santes Creus la película sobre la tergiversada historia del sitio de Barcelona en 1714.
 
El sufrimiento animal fue el pretexto para prohibir las corridas de toros en Cataluña. Que Barcelona fuera la ciudad con más plazas de toros de España y dispusiera de una dilatada tradición taurina no la salvó de la prohibición. En cambio, por aquello del "hecha la ley, hecha la trampa", vía enmienda patriótica se indultaron los correbous por respeto a las tradiciones populares de las tierras del Montsià.
 
Por si no fuera bastante, esta semana, cinco grupos parlamentarios solicitan la discriminatoria prohibición del circo con animales, ante el estupor de la asociación de profesionales del circo de Cataluña entre los que se cuentan los galardonados con el premio Ciudad de Barcelona y el Premio Nacional de Cultura en la categoría de circo, concedidos el año 2010 a dos compañías circenses premiadas precisamente por sus espectáculos con animales.
 
La Barcelona que fue vanguardista, abierta y cosmopolita, desaparece a la sombra de un gobierno que pretende utilizarla como una herramienta más al servicio del despropósito separatista. Usando la censura para prohibir todo cuanto no les gusta o no se ajusta a su dirigismo político, a su dictadura lingüística o a su manipulación histórica. Siempre imbuidos de una falsa superioridad moral con la que hoy ya no disimulan su desprecio por lo español.
 
La libertad es enemiga del prohibicionismo y supone responsabilidad y espíritu crítico. Será por eso que algunos la temen tanto. Me vienen a la memoria unas palabras de Mario Vargas Llosa: "La decadencia cultural puede llevar al hombre de nuevo a las cavernas". Y no sé por qué, me he acordado del sarcófago de piedras que han construido en el mercado del Borne.

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