Notas de Prensa

Reformas o involución

08-12-2013 | El Mundo

'La Constitución nos ha dado a los españoles 35 años de democracia, libertad y desarrollo económico'

Acabamos de celebrar por las calles de Barcelona, junto a miles de catalanes, que la Constitución Española nos ha dado, a todos los españoles, 35 años de democracia, libertad y desarrollo socioeconómico sin precedentes en nuestra historia. Más de tres décadas desde que sellamos el pacto que permitió una transición a la democracia considerada modélica por muchos países cercanos. Entre todos, hemos creado un sistema de gobierno descentralizado en el que la distribución competencial hace que algunas comunidades autónomas dispongan de un autogobierno homologable a estados de corte federal.

En plena madurez de nuestro proyecto común, basado en la Constitución de 1978, nos enfrentamos a un desafío separatista que está socavando los pilares de nuestro sistema democrático. Tras el retorno al poder de CiU a finales de 2010, con Artur Mas instalado en su travesía a Ítaca y en el desprecio absoluto al marco del Estado de Derecho, el gobierno de la Generalitat de Cataluña practica sin rubor una deslealtad institucional creciente, especialmente virulenta, tras el estrepitoso fracaso de su particular plebiscito el 25 de noviembre de 2012. En los tres últimos años de separatismo exacerbado con uso abusivo de todos los resortes del poder a su alcance, la actual dirección de CiU y quienes les apoyan en mayor o menor medida, desde otros partidos (ERC, ICV-EUiA y PSC), desde la «sociedad civil» hiperpolitizada (ANC y Òmnium Cultural) y desde los medios de comunicación públicos y concertados, han conseguido ahondar en la división y aumentar el número de desafectos con el proyecto común, que debería ser para todos la España democrática del siglo XXI.

Muchas voces reclaman la revisión y reforma de nuestro texto constitucional, y tarde o temprano habrá que acometer cambios, pero hace falta un consenso suficiente que hoy no parece existir. Hay reformas posibles, urgentes y necesarias que mejorarían nuestro proyecto común: una nueva ley de partidos, para hacerlos más democráticos y transparentes; una reforma de la ley electoral, que consiga que el elegido rinda cuentas ante el elector de forma continuada; una división de poderes efectiva, que no deje duda sobre la preeminencia de la ley en todos los ámbitos; una racionalización de las administraciones públicas, que las libere del enorme peso de las actuales estructuras políticas que les restan eficacia y les impiden la eficiencia, y una reforma educativa basada en un gran pacto por la educación que mire a una generación y haga de nuestros jóvenes buenos ciudadanos y excelentes profesionales, comprometidos con los valores democráticos y con la defensa de los derechos y libertades de todos.

Unos cambios que, al fortalecer la idea de España como proyecto común para todos y cada uno de los españoles, traerían consigo un cambio de tendencia en la desafección creciente, y permitirían desarmar buena parte de los argumentos tramposos que utiliza el separatismo reaccionario. Y son reformas urgentes, porque de lo contrario corremos el riesgo de que se imponga la involución. La que significa tener como horizonte para las futuras generaciones en Cataluña la recuperación de las libertades perdidas hace 300 años o el intento de conseguir, aunque sea 30 años después de lo imaginado por George Orwell, un control absoluto sobre vidas y haciendas de los catalanes con la creación de una Agencia «Nacional» de Seguridad o la de un DNI cibernético, biométrico y de sesgo marcadamente totalitario. de sesgo marcadamente totalitario. de sesgo marcadamente totalitario. 

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