Notas de Prensa

'Soy crítico con los dogmas y con lo políticamente establecido'

27-04-2008 | El Imparcial.es

Albert Rivera entrevistado por El Imparcial.com

Presidente de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía desde 2006. 

Hace unos meses expuso en una ponencia en el Ritz su descontento con el “chantaje aritmético” como orden del día en la política de Zapatero, en referencia a sus amistades peligrosas con formaciones nacionalistas. El comienzo de esta legislatura apunta a que pretende gobernar sin ceder terreno a pretensiones locales. ¿Cree que es pura casualidad o una línea que mantendrá estos próximos cuatro años?
Creo que Zapatero ha ganado las elecciones y bastante bien, pero tiene que haber tenido la sensación de que le ha ido por los pelos porque sus pactos y sus juegos con los nacionalistas, todo el debate territorial que ha abierto con las reformas estatutarias, el tema de ETA, el agua… son muchas las brechas abiertas para querer refundar el mapa español que le han explotado durante la última legislatura y han estado a punto de costarle la pérdida del Gobierno. Creo que habrá tomado nota, al menos aritmética. Incuso en el PSOE habrá voces que piensen que ir con ERC o BNG no da frutos y cuando se va a las urnas penaliza. Esperemos que haya reflexión, de no haberla será grave. Como ciudadano español, espero que se apoye en otros partidos y que el ámbito autonómico también cambie, no hay que olvidar que el nacionalismo avanza y a veces de la mano de PSOE. En cualquier caso, espero que sea una legislatura más tranquila.
 
Ha citado la polémica del agua, y precisamente usted se encuentra en la ciudad en la que se cuece el debate. ¿A quién cree?
Es una auténtica tomadura de pelo y un caos, nadie se quiere mojar y nunca mejor dicho. Habían vivido de la pancarta muchos de los grupos que ahora están gobernando, sobre todo ICV y PSC. Ahora que gobiernan tienen que tomar decisiones y han intentado ocultar, tergiversar, decir que no era un trasvase, intentar culpar a los demás de obstaculizar… Aquí se ha mentido sistemáticamente para no decir que se planeaba un trasvase. El gran error ha sido no abordar el debate porque sabían que eran esclavos de sus propias palabras.
Continuando con el nuevo Ejecutivo. ¿Le gusta?
No demasiado. Me preocupan algunas continuidades como la del ministro Bermejo, un hombre muy sectario en sus comportamientos. Me preocupa sobre todo la continuidad de Magdalena Álvarez. Tenemos un Gobierno de cuota y de estética, no sólo por el debate absurdo de que haya más mujeres que hombres, que me parece fantástico y no lo voy a criticar porque tiene que asumirse con normalidad. No me parece una renovación clara y no sé si se ha tomado nota de los errores anteriores dejando a gente como Bermejo y Álvarez.
Una de las ministras tan solo tiene tres años más que usted.
Lo veo necesario. Personalmente, cuando vi la edad de la nueva ministra me pareció bien, pero no por ser joven se es bueno o malo, ni por ser mujer u hombre, soy partidario de juzgar los hechos. Me da miedo imaginar cómo pueda ser entendido el Ministerio de Igualdad. Si se va a dedicar sólo a aplicar la Ley de Igualdad y las cuotas en los consejos de administración y listas electorales, será grave. En cambio, si se aprovecha para aplicar la igualdad de todos los ciudadanos españoles en educación, cuestiones lingüísticas o sanidad, puede ser una buena solución.
¿A usted la edad le ha beneficiado en política?
Creo que hasta le fecha me ha perjudicado más de lo que me ha beneficiado. A la hora de llegar a un determinado público o a gente que quiere una regeneración de la política, es mejor, pero es verdad que la gente de la política es conservadora y no sienta bien que llegue gente joven y que además, no sólo sean diputados sino portavoces de un grupo o presidentes de un partido como es mi caso. Eso levanta ampollas en personajes que llevan ya tiempo en esto. Es un hándicap por un lado pero, por suerte, la sociedad española ve con normalidad que gente con 30 años ocupe un cargo así, ya sea en una empresa o en la política.
El tema de la regeneración trae de cabeza al PP, ¿cómo interpreta usted los últimos episodios de Génova?
Creo que el PP tiene que reflexionar sobre si quiere ser un partido al estilo PSOE de barones territoriales, o quiere ser un partido de ámbito nacional. Creo que el PP representa desde el centro liberal hasta lo más conservador, y hasta posturas absolutamente alejadas de las circunstancias actuales de la sociedad española. Ese es su problema, que tiene un espacio ideológico muy amplio y es un debate que se tendrá que producir. Por otro lado, le penaliza que, en vez de ser excelente en las formas y contundente en contenidos, me da la sensación de que es contundente en las formas y poco consistente en los contenidos.
Partido de la Ciudadanía se presentó a las pasadas generales con la inercia de los resultados obtenidos en Cataluña. Un candidato joven, un mensaje de centro, discurso novedoso y una campaña diferente, pero no lo consiguió.
Lo que falló en la campaña fue el propio análisis de situación. Se trataba de la primera cita de generales a la que nos presentábamos, con un presupuesto ínfimo, con la voluntad de darnos a conocer y con el objetivo de sacar representación, sobre todo allí donde habíamos abierto una brecha que era en la provincia de Barcelona. Por lo tanto, se hizo una campaña asimétrica, en el sentido de que se pusieron más esfuerzos en la campaña de Barcelona por los resultados de las autonómicas. Seguramente también nos guiamos muchas veces por el corazón y por encuestas que nos daban representación, pero el tsunami del bipartidismo por un lado y la falta de capacidad en los medios por otro lo hizo imposible. Hacer una campaña en la calle original, optimista y con mensajes nuevos está bien, pero si la gente no puede llegar a conocer esos mensajes no sirve de nada.
 
Sólo CiU se salvó de la quema de PSOE y PP…
El bipartidismo nos ha sorprendido a todos, incluso más de lo esperado porque ha sido arrollador, sobre todo en Barcelona. El análisis de la situación en Ciudadanos se produjo en precampaña y en la propia campaña nos dimos cuenta de que en Barcelona la cosa iba de azules o rojos, y con ese electorado se hace la campaña del miedo de “si no votas al PSOE saldrá el PP”, y nos dificultó el voto. Sacamos casi 50.000 votos al Congreso y más de 105.000 al Senado, es decir, casi tres veces más al Senado, por lo que muchos españoles nos han hecho un guiño de que ahora toca un Barça-Madrid, pero que nos veían como un partido emergente o una segunda opción. Que nos sirva para la próxima ocasión saber que enfrentarse a las maquinarias del bipartidismo no es nada sencillo.
En cambio, UPyD sí que supo hacerse un hueco. ¿A qué cree que se debe su éxito?
El caso UPyD, desde mi punto de vista, no se basa en su mensaje porque la gente no conocía ni sus siglas ni su programa. El electorado conocía a Rosa Díez y su bagaje en el PSOE. Por tanto, se ha votado a una trayectoria, a una tesis contraria a la del PSOE actual y buscando el apoyo de la derecha descontenta. Hay que felicitar la capacidad de focalizar la campaña, más que en un partido, en un nombre y recoger todo el fruto de una persona que lleva más de 30 años en política.
Usted ha hecho hincapié en que, a pesar de que Ciudadanos nació en Barcelona, sus proyectos y horizonte ideológico apuntan al terreno nacional. ¿Cree que este mensaje no ha llegado al votante?
Puede ser. El resto de partidos también han ayudado a dar esa visión, pero nuestra campaña ha tenido que apostar por intentar sacar un diputado en Barcelona. Donde habíamos puesto mayores esperanzas es donde ha sido más complicada la labor. Un ejemplo es que UPyD no ha superado los 3.000 votos en Cataluña. PP y PSOE sabían que se jugaban aquí las elecciones.
¿Y ahora qué?
Hemos tenido un mes de reflexión sobre lo que hemos hecho bien y mal, y qué tenemos que cambiar. Presenté hace tres semanas un plan estratégico donde priman los objetivos políticos, queremos asentar el partido a nivel nacional. Además, vamos a inaugurar la fundación del partido, que se pondrá en marcha en septiembre y que queremos que sirva como un ámbito de debate amplio, menos ligado al partido y en el que nazcan ideas. Nadie puede negar que hay ideas que han calado de nuestras acciones y manifiestos, como los pactos de Estado, como no pactar sistemáticamente con independentismos… Ahora otros han tomado nota y esperemos que lo apliquen. Queremos remover la política española y lanzar ideas novedosas y atrevidas, cosa que no hacen otros partidos.
Al hilo de las caras nuevas de la política, su partido defiende que no se ocupe un cargo más de dos legislaturas. También sostiene que la política no es una profesión sino un servicio público temporal. En su caso, ¿cuándo se plantea dar el relevo?
Estaré en política temporalmente, en el sentido de que me apetece dar guerra y aportar ideas, pero creo que esto no puede ser perpetuo. No quiero acabar mis días de senador con 80 años porque también tengo mi profesión, soy abogado, y quiero dar clases en la universidad y acabar mi doctorado… En definitiva, tengo muchos proyectos en la vida y tengo la ventaja de que he empezado muy pronto. Tengo claro que quiero mantener mi parte profesional, no se puede estar en un parlamento sin tocar la vida real.
Y en esa vida real, ¿qué le gusta hacer?
Me encanta el deporte. He vuelto a nadar un poco, a correr y cojo la bicicleta los fines de semana. También me gusta hacer un par de viajes al año para conocer mundo, y soy un apasionado del cine, soy uno de esos pocos asiduos que van todas las semanas a ver una sesión.
Y de todas las películas que ha visto, la que más le gusta es “La vida de Brian”...
Hace falta en la política española un poco más de humor inglés, y más cinismo e ironía. Soy crítico con los dogmas y con lo políticamente establecido. Creo que “La vida de Brian” es un reflejo de lo que es llevar al extremo un dogma y ridiculizarlo. Es una película muy inteligente y con una banda sonora muy divertida.
 

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