Opinión

Las dos caras del Presupuesto de 2018

04-04-2018 | El Economista

Hay margen para hacer política sin ser irresponsables con el déficit público

El ministro de Hacienda presentó este martes en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado para 2018, y lo hizo con más de seis meses de retraso sobre el plazo previsto en el artículo 134.3 de la Constitución. Estos presupuestos tienen dos caras, ya que son, al mismo tiempo, los más sencillos económicamente en una década, y los más complicados políticamente. Efectivamente, el tiempo soluciona algunos problemas, pero no todos.

Por una parte, el incremento de la previsión de crecimiento permitirá una mayor recaudación. Salvo en el caso del IRPF, la previsión de incremento de ingresos tributarios es razonable, y está en línea con lo que pasó en 2017. Es cierto, que se prevé una ligerísima desaceleración del crecimiento, pero que también se está incrementando la inflación, lo que siempre supone una mayor recaudación fiscal. El que el año pasado se cumpliese el déficit gracias al acuerdo presupuestario con Ciudadanos hace mucho más llevadero el objetivo de déficit de 2018. Otra cuestión que indudablemente ayuda es un entorno internacional favorable, así como la política de bajos tipos de interés del Banco Central Europeo, que es muy beneficiosa para un país tan endeudado como España.

El proyecto de presupuestos de 2018, profundizando en la senda abierta en 2017, supone un cambio de ciclo para España en un doble sentido. En primer lugar, en ambos presupuestos hay un acuerdo con Ciudadanos, que plasma en políticas concretas las prioridades del acuerdo de investidura. Así, en 2017 se incrementó en dos semanas el permiso de paternidad, y en 2018, si se aprueban los presupuestos, habrá una semana adicional de paternidad. En 2017 se rebajó el IVA del teatro, música y danza, y en 2018 el proyecto establece la rebaja del IVA del cine.

Más importante aún, en 2017 Ciudadanos consiguió que no hubiese incrementos de impuestos, ni los eufemísticamente conocidos como medioambientales, ni tampoco el establecimiento, anunciado por Cristóbal Montoro, de un impuesto sobre bebidas azucaradas. En 2018, y después de condicionar nuestro apoyo al techo de gasto de este año a la rebaja fiscal, desde Ciudadanos hemos conseguido una importante rebaja del IRPF para los contribuyentes que ganan entre 14.000 y 18.000 euros al año, además de que los contribuyentes del IRPF que menos ganaban, entre 11.900 y 14.000 euros dejen de pagar el impuesto. Además, también habrá un cheque de hasta mil euros para la educación infantil de los niños de 0 a 3 años, que persigue los objetivos de mejorar el acceso a la educación en este periodo clave, facilitando al mismo tiempo la conciliación de padres y madres.

Además, en segundo término, el presupuesto de 2018 también supone una nueva etapa en la que, después de una década, hay margen para hacer política, sin hacer política irresponsable incumpliendo el déficit alegremente, como hicieron muchos años Zapatero y luego Rajoy. Esto se ha traducido en una exigencia de Ciudadanos, que hemos conseguido que los presupuestos de 2018 incluyan: la equiparación salarial de la policía y la Guardia Civil con las policías autonómicas. Esto supondrá una inversión de 500 millones de euros en el capítulo de gastos de personal del Ministerio del Interior, con el compromiso de aportaciones adicionales para culminar la equiparación salarial en 2020.

Otros de los grandes beneficiarios del acuerdo presupuestario, ahora plasmado en el proyecto de presupuestos, serán los jóvenes. Con el complemento salarial naranja, más de 600.000 jóvenes que estudian, trabajan y no llegan a fin de mes, se beneficiarán de 460 euros mensuales durante 18 meses, financiados con la garantía salarial juvenil europea. Esto significa que podremos utilizar un dinero europeo, que estaba ocioso por la falta de un diseño de una política activa de empleo inteligente, o que simplemente convenciese a las autoridades europeas.

Por último, casi seis millones de pensionistas, los de las pensiones más bajas y las de viudedad, verán actualizadas sus pensiones por encima del escasísimo 0,25% establecido por Rajoy. A este colectivo habría que añadir que, dentro de los más de 3,5 millones de beneficiarios de la rebaja fiscal pactada con Ciudadanos, hay más de un millón de pensionistas. Desde Ciudadanos pensábamos, y seguimos creyendo, que no se puede dejar atrás en la recuperación ni a los pensionistas, ni a los empleados públicos. Por eso, resulta también de justicia que los funcionarios y el resto de empleados del sector público comiencen a recuperar poder adquisitivo con estos presupuestos.

Hay muchos beneficiarios concretos de los presupuestos, pero en general todos nos beneficiaríamos de la estabilidad política y económica que se deriva de tener unas cuentas que no sólo cuadren, sino que definan, por lo menos en parte, una política económica. De hecho, tenían que haber llegado mucho antes. Quizás la situación en Cataluña justificase un retraso, pero el proteger a una senadora imputada, negándose Rajoy a exigirle que pasase al Grupo Mixto, pensamos que es inaceptable.

Ahora que el Gobierno del PP por fin ha movido ficha, es imprescindible que el PSOE se siente a negociar, porque no se debería hacer oposición perjudicando a millones de españoles. Si no lo hace, si Pedro Sánchez no matiza su no es no radical, todo quedará en manos del PNV, y por eso estos presupuestos son tan difíciles políticamente. Y eso porque el PNV ha condicionado su apoyo a que se levante la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. No entraremos hoy en que ese curioso requisito no lo exigió para actualizar el régimen foral y salir muy beneficiado del cuponazo, al que solo se opuso Ciudadanos. Pero la política del PNV está dejando en manos de los separatistas y de Puigdemont, en concreto, las cuentas de España.

Ante esto, el Partido Socialista debería reflexionar, porque en estos presupuestos de fin de ciclo hay mucho en juego. En las próximas semanas, ante las dos caras de este presupuesto, veremos si los líderes políticos están, o no, a la altura de las circunstancia.

 

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