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Entrevista a Toni Roldán: 'El centro debe tocar la parte emocional sin perder la racionalidad'

03-08-2017 | El Mundo

En el controvertido eje entre lo nacional o lo cosmopolita lo tiene muy claro: sociedad abierta, intercambio, diversidad, pluralidad.

Diputado de 34 años, voz baja y tono coloquial, siempre dispuesto a la broma. Su llaneza hace que cueste imaginarlo dando órdenes como un político al uso. La macroeconomía es su habitación. Le gusta mezclarse con gente variopinta. Absténganse sectarios y solemnes. Bienvenidos al centro.

Es el centrocampista más prometedor de Ciudadanos. Rápido, versátil, formado en canteras extranjeras que le han dejado una tendencia incorregible a trufar su discurso de anglicismos, como si llevara dentro una escuela pija de negocios. Pero Toni Roldán (Barcelona, 1983) no proviene precisamente de una familia de pérgola y tenis; más bien corren por sus venas gotas de sangre jacobina. Su padre, Santiago Roldán, fue un economista marxista al que Felipe González encargó el programa con el que arrasó en las míticas elecciones de 1982. Fue un rector histórico de la Menéndez Pelayo. Era de la quinta de Solchaga, de Boyer -dos de los referentes de Toni-, de Maravall: las mejores cabezas del felipismo.

A su abuelo materno lo metió Franco tres años en una cárcel de Ceuta por hablar catalán fuera de la intimidad. 'Mi padre murió en 1997, mucho antes de que pudiera verme estudiar Económicas, publicar un libro o meterme en Cs. Esto último probablemente no le habría gustado, pero era un hombre lo suficientemente abierto y heterodoxo como para evolucionar con los tiempos. Si viera el programa de Podemos de hoy diría: ¡Pero si esto son las tesis que defendía en los 60!'.

Roldán se mueve por toda la medular del terreno de juego, a veces penetrando por la izquierda, otras filtrando pases desde la derecha. No es fácil de marcar. ¿Más rojo que azul? ¿Más azul que rojo? Él dice que naranja y pide poner el foco en las policies y alude a Macron y está convencido de que las viejas ideologías ya no son capaces de construir el progreso. No va de cosmopolita: lo es sin remedio. Ha vivido tres años en Estados Unidos, tres en Bruselas, tres en Londres. Tiene hermanastros franceses, su mujer es alemana y da clases en la London School, donde la conoció. En el controvertido eje entre lo nacional o lo cosmopolita lo tiene muy claro: sociedad abierta, intercambio, diversidad, pluralidad. Se apunta al patriotismo constitucional, el que defiende los valores comunes del Estado liberal: separación de poderes, lucha contra los privilegios, respeto al diferente. '¿Si me pondría una pulsera rojigualda? Sí me la podría poner, la bandera española no me molesta para nada, pero no me siento tan identificado con esa forma de exteriorizar la pertenencia'.

No lo dice por polemizar: es que se considera en esencia un ciudadano europeo, evidentemente español y, claro, catalán. Que es la lengua que le sale cuando se cruza con otro diputado catalán del mismo u otro partido. 'El separatismo ha fracasado. No creo necesaria una ofensiva policial que alimente el victimismo, aunque el que incumpla la ley debe ser sancionado. Ahora confío en que Inés lidere una alternativa que restablezca el autonomismo'.

Al diputado Roldán quizá le exija más esfuerzo hablar desde la tribuna del Congreso que sacarse un MBA en Columbia. Cuando era analista su trabajo dependía sólo de sí mismo; ya no. 'Somos máquinas de comunicar ideas, y eso es muchísimo más difícil. Explicar por qué es mejor el complemento salarial que la renta mínima no es sencillo. Cuando eres de centro tienes que tocar la parte emocional sin perder el discurso racional, pero te piden titulares constantemente. Uno puede prepararse un análisis muy detallado y al final sólo importa el zasca que le metes al rival', lamenta. Encontrar el equilibrio para forjar un relato liberal-progresista que sea atractivo es su reto. El populismo lo tiene más fácil: hay unos buenos, unos malos y una confrontación permanente. Seducir con ideas es menos sexy. Pero hablar en positivo desde el centro puede ser una historia de éxito. 'Mira a Macron'.

Roldán se metió en política y besó al santo. Su fichaje se concretó en Bruselas, en una cena con Girauta y Rivera de la que salió entusiasmado: 'Yo quiero formar parte de esto'. Unos meses después estaba armando un pacto de investidura. No fue sencillo. 'Una noche mi hijo, que acababa de nacer -tenía 10 días-, se puso malito. Mi mujer estaba muy débil por la cesárea. Yo estaba negociando con Fátima Báñez el complemento salarial por teléfono y con mi hijo enfermo en brazos. Me pregunté si merecía la pena. En cualquier otro trabajo me habrían dado tiempo. Pero siendo en ese momento el interlocutor del partido, no tienes otra que coger ese teléfono. Fue duro'.

Roldán es enemigo del frentismo, del statu quo y de la irracionalidad. Se pregunta de qué les sirve a los españoles el 'no es no' de Sánchez. Pacta con la cabeza, sin mirar carnés: se entiende muy bien con el PNV en políticas activas de empleo, por ejemplo. Le indignan las soluciones anquilosadas de cierta izquierda al paro estructural: 'Yo vengo de familia socialista. Honestamente: ¿Alguien cree que la subvención es la respuesta en un mundo en el que el conocimiento es el 99% de lo que explica tu renta? Hablemos del gasto insostenible, de los robots... ¡Hablemos del nuevo mundo! No de ideologías que tratan de perpetuar el viejo'.Solo se le conocen dos traspiés. Uno médico: tuvo que rectificar cierta fe en la homeopatía que asomó en algún titular avieso. Y otro ebanístico: su escaño le falló en el Pleno de Presupuestos y se fue al suelo. Será por el peso creciente que gana en la dirección política. 'Al principio era demasiado técnico. Salía a hablar de curvas crecientes y al momento había desconectado todo el planeta.

La política importa tanto como el relato: estamos construyendo el gran centro liberal y reformista que adapte este país a la globalización, a la sociedad abierta, a la competitividad, a la innovación. Porque los mercados laborales ya no se explican desde izquierda y derecha, ni la educación, ni tantas cosas. Hay que romper inercias conservadoras del PSOE y del PP en muchos ámbitos'.Toni Roldán será ministro de España algún día. Y lo peor es que le encanta la idea.

 

*Lee la entrevista en El Mundo

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