Iritzia

365 días, cinco palabras y un deseo

21-01-2020 | El Mundo

El autor del artículo hace balance del primer año del nuevo Gobierno de Andalucía tras poner fin a 37 años de políticas socialistas

Fue un 21 de enero de 2019 cuando arrancó oficialmente el nuevo gobierno. Atrás quedaban 37 años de socialismo ininterrumpido, de éxitos, que fueron muchos, no cabe duda, pero también de fracasos, que por desidia o tacticismo, también fueron muchos. Recuerdo caras expectantes, nervios y, sobre todo, optimismo. Recuerdo los primeros días ubicándonos en lugares hasta entonces inaccesibles, las primeras reuniones y ruedas de prensa. Pero, sobre todo, los momentos de calma entre jornadas frenéticas intentando abarcar la magnitud del trabajo que se nos presentaba a medida que la polvareda del cambio se iba asentando. Intentaré resumirlo en cinco palabras.

Paciencia: fue quizá lo primero que aprendí, recordando, precisamente, que la impaciencia es la debilidad del fuerte. Ante una oposición desbocada pero en fuera de juego y un panorama político crispado por el nacionalismo, entendimos que enfocarnos en Andalucía y hacer política sosegada era más beneficioso que entrar en el marco mental apocalíptico de PSOE-AA. Hablar con hechos, no a gritos.

Así llegaron la tarifa plana, la bajada de impuestos, la regeneración que el PSOE no quiso aplicar y tres presupuestos récord. También las obras para reparar colegios que miles de niños y profesores reclamaban desde hace 10 años, los 500.000 pacientes sanitarios expulsados de las listas de espera y los 35.000 dependientes no evaluados que no podían recibir una ayuda.Y, por supuesto, los escándalos de fraude y corrupción descubiertos casi cada semana en cajones, cajas fuertes y habitaciones ocultas.

El Aprendizaje llegó como consecuencia de la paciencia. Entendimos (y hablo en plural) que, en política, el tiempo es líquido, que entenderse con el rival es innegociable, y que la crítica sin argumentos es una piedra que solo hace daño. Que hay enseñanza en lo que otros hicieron (y no hicieron) en el pasado, que gobernar es mucho más que sumar escaños; que la decepción, la perplejidad y la indignación pueden encajarse, pero no superarse, y que hay que levantar barreras para que el poder no te ciegue. Mucha gente me ha enseñado el valor de la lealtad y de la conciencia tranquila; pero, sobre todo, que el camino para ser, no mejor, pero sí más sabio, se recorre cada día.Y no se puede hacer solo.

Sacrificio: son imborrables las horas de carretera, las decepciones, las derrotas y la vida que pasa de largo sin disfrutarla. Pero veo al autónomo que levanta la persiana cada día, al sanitario que pone el corazón pese a las dificultades, al profesor que da todo lo que tiene para hacer a Andalucía mejor. Veo a los pensionistas ayudando a sus familias, a los jornaleros que siguen labrando con orgullo el campo, a jóvenes abriéndose paso y a mujeres emprendedoras del mundo rural con oportunidades.Y veo también a mi familia sacrificando tiempo conmigo solo porque creo en este proyecto. Y eso es, para mí, el verdadero sacrificio.

Por eso quizá es tan grande el Orgullo de entrar cada día al Parlamento. Orgullo de la confianza pusieron en mí los andaluces, de ver a Andalucía liderando España, de un equipo y unos compañeros que siguen firmes en un partido que volverá a crecer con Inés Arrimadas. Y de un líder, Albert Rivera, que, apartándose, dio la mayor lección de humildad política de la democracia tras vaticinar la deriva cesarista de Sánchez.

¿Cómo no tener Esperanza? Andalucía es ejemplo de tono, talante y compromiso porque supimos recoger el mensaje del 2D y plasmarlo en un programa para todos, no para algunos. Sé que esto nos arrastrará a debates estériles por aquellos que ven Andalucía como un patrimonio personal, pero los resultados hablan, y seguiremos siendo un faro de estabilidad frente a un Gobierno sumido en la incertidumbre y sujetado por quienes pretenden tumbar el consenso de la Transición.

Por eso, mi deseo para 2020 es que decaiga la política de tribu, que sigan bajando el paro, los impuestos, el fracaso escolar y las listas de espera; que se haga justicia con la financiación autonómica, que Susana Díaz sea valiente y comparezca en la comisión de la Faffe, que regrese el respeto al Parlamento, y que Sánchez entienda que el progresismo no es llamar facha a todo lo que exceda su frontera ideológica, sino promover la igualdad real de todas las regiones. Para todos.

Por ahora, solo tenemos un decorado, discursos que se contradicen y concesiones maquiavélicas para ostentar el poder, cueste lo que cueste, todo lo contrario que en Andalucía. Quizá por eso, en solo un año esté en el lugar que tanto tiempo le ha sido negado.

 

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