Opinió

Alto el fuego

28-09-2020 | El Confidencial

En Madrid, la alta densidad de población, la concentración de infraestructuras o la gran actividad empresarial, entre otros, nos hacen especialmente vulnerables al virus.

Convivir con el virus implica cambios y renuncias. Los ciudadanos han incorporado el uso de la mascarilla y la distancia física a su día a día. La mayoría son cuidadosos con la higiene y han sustituido los besos y los abrazos por otro tipo de saludos. Demasiados no han podido, ni tan siquiera, decir adiós a sus familiares o han visto truncados sus proyectos de futuro, sufriendo el dolor de despedir a empleados o cerrar sus negocios.

Los ciudadanos siguen cambiando y renunciando a muchas cosas porque saben que lo que está en juego son vidas. Las de sus familiares, sus amigos, sus vecinos y del resto de ciudadanos del país. Los políticos no podemos ser distintos. Por eso era importante buscar un espacio de cooperación entre el Gobierno de España y la Comunidad de Madrid. Un espacio en el que se debe hablar también de cambios y renuncias.

La alta densidad de población, la concentración de infraestructuras o la gran actividad empresarial, entre otros, nos hacen especialmente vulnerables al virus. Nuestra región tiene unas circunstancias especiales y por eso reclamé al Gobierno de España una colaboración especial.

La reunión del lunes de la semana pasada entre el presidente Sánchez y la presidenta Ayuso debía anticipar un nuevo ritmo en la gestión de esta pandemia, un punto de inflexión entre la renuncia partidista y la unidad. Pero, sin cumplirse una semana, hemos visto cómo vuelve a romperse la baraja. Una baraja que también han roto algunos representantes políticos alentando manifestaciones politizadas en nuestra región. Unas manifestaciones que erosionan en las calles la unión que tanto reclaman ante los micrófonos.

Algunos han aprovechado esta situación para convertir la lucha contra el virus en una lucha de clases. Solo puedo decirles que son igual de irresponsables que aquellos que no usan la mascarilla o defienden que no funciona.

Como decía al principio, convivir con el virus implica renuncias. Y yo pido, por enésima vez, que renunciemos a las agendas partidistas y nos centremos en lo único importante: la lucha contra el virus. Porque en este caso no estamos hablando de perder votos, estamos hablando de perder vidas.

Y vuelvo a hacer hoy el mismo llamamiento que he hecho en innumerables ocasiones: seamos responsables, arrimemos el hombro y sumemos. La búsqueda de la unidad no puede ser un eslogan, debe ser una constante en cualquier político que realmente quiera ser útil. Vivimos tiempos excepcionales, no podemos permitirnos no estar a la altura. ¡Vamos, España!

 

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