Opinión

El golpe en Cataluña y la fuga de los bancos

07-10-2017 | El Economista

Muchos depositantes, dentro y fuera de Cataluña, temen que sus ahorros ya no estén seguros en entidades domiciliadas en Cataluña.

La inestabilidad política genera, casi siempre, inestabilidad financiera. En estos términos escribía hace dos años en este periódico, elEconomista, en las vísperas de las últimas elecciones autonómicas catalanas el artículo "corralito o corralón financiero en Cataluña". Entonces advertía de que una hipotética independencia de Cataluña provocaría una crisis financiera, por el inevitable pánico financiero que se derivaría de la salida de la Unión Europea. Entonces, afortunadamente, no ocurrió, precisamente porque la mayorías de los catalanes votaron a candidaturas no separatistas.

En estos días, sin embargo, se ha producido un golpe a la Democracia en Cataluña, que terminará en una Declaración Unilateral de Independencia, objetivo desde el principio de Puigdemont y Junqueras. Muchos depositantes, dentro y fuera de Cataluña, temen que sus ahorros ya no estén seguros en entidades domiciliadas en Cataluña. En el caso de una hipotética independencia, como Cataluña saldría de la Unión Europea, las entidades catalanas no podrían acceder a la financiación del Banco Central Europeo. Por esa razón, y porque no habría garantía del Estado sobre los ahorros, actualmente 100.000 euros por depositante, muchos han considerado que sus ahorros no están seguros en Cataluña.

Cualquier banco concede préstamos a medio y a largo plazo, pensemos en las hipotecas, con el dinero obtenido de los clientes en depósitos a la vista, que se pueden retirar en cualquier momento. Por esa razón, si un porcentaje, por ejemplo, el 25 por ciento de los depositantes, se ponen de acuerdo en retirar a la vez el dinero de un banco, éste está simplemente sentenciado. La única solución para capear el temporal es que el banco reciba financiación del prestamista de último recurso, el Banco Central. Pero incluso este apoyo, que se materializa a través del mecanismo de liquidez de emergencia, que en España gestiona el Banco de España, tiene sus límites.

En estas circunstancias, no es de extrañar que se hayan producido retiradas de depósitos en los bancos catalanes. Incluso en la situación de máxima liquidez que se recuerda, esto ha forzado a las dos grandes entidades financieras en Cataluña, Banc Sabadell y CaixaBank a acordar el traslado del domicilio social fuera de Cataluña. Como era previsible, estos traslados de bancos han acelerado el traslado de otras empresas fuera de Cataluña. Al igual que la inestabilidad política genera inestabilidad financiera, la inestabilidad financiera genera a su vez inestabilidad económica y empresarial. La política del Govern separatista de Cataluña está dejando Cataluña como un solar, empobreciendo gravísimamente a los catalanes.

Si no fuese tan grave, sería irónico que el procés por la independencia, que estaba basado en la insolidaridad para echarle la culpa de los problemas de la crisis económicos al resto de los españoles, esté provocando precisamente el empobrecimiento de los catalanes. El fracaso de los economistas independentistas está siendo simplemente pavoroso. Porque el golpe a la democracia lo estamos pagando todos, también en el aspecto económico, pero fundamentalmente los catalanes. La economía se basa en la seguridad jurídica, y no hay nada que genere más inseguridad jurídica que la violación flagrante no solo de la Constitución, sino también de las propias normas catalanas, incluso, y vuelve a ser otra ironía, las propias normas suspendidas por el Tribunal Constitucional como la Ley del Referéndum.

Puigdemont pretende proclamar la independencia, prescindiendo no solo de la mayoría de catalanes que no fueron a votar su consulta ilegal, sino de recuento de resultados, garantías, de democracia en suma. La locura de una élite política separatista, la de Puigdemont, Junqueras y Forcadell, está llevando a una fuga, de momento de capitales, y que si no se remedia, pronto tendrá consecuencias, no sólo económicas, catastróficas.

El Gobierno debe aplicar ya los mecanismos constitucionales para hacer cumplir a la Generalitat sus obligaciones, a través del artículo 155, y devolver la palabra a los catalanes, mediante unas elecciones autonómicas anticipadas. Un nuevo Govern democrático, legal y sensato también puede recuperar la economía.

Es el momento de dejar de huir y volver a reivindicar unas instituciones democráticas y la unidad de todos los españoles. Por eso, como muchos otros diputados, y miembros de la Ejecutiva de Ciudadadanos, como muchos otros españoles, yo estaré en Barcelona el próximo domingo. Pese a lo que están pasando muchos catalanes, deben saber que no están solos.

 

* Lee el artículo en El Economista

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