Opinión

Gestación subrogada: sensata, altruista y con garantías

30-03-2023 | Vanitatis

Es incongruente, por no decir muy hipócrita, defender la independencia de la mujer sobre su cuerpo para unas cosas sí y para otras no.

Ser madre es la mayor aventura de toda mi vida. Soy una privilegiada por haber podido formar una familia de manera natural; soy más consciente de ello cada vez que conozco un caso, con nombre y apellidos, de personas que no pueden. Precisamente por eso es imposible no empatizar con las miles de mujeres y parejas que encuentran barreras para cumplir su sueño de ser padres. Como Sonia, que superó un cáncer al enorme precio de perder su capacidad de tener hijos. Pero como ella misma dijo, la enfermedad le quitó la posibilidad de ser madre, pero no la ilusión de serlo. Y ante esta fortaleza y poder de superación, ¿quién es Irene Montero y su escuadrón vengativo para insultarla por ello? Por cierto, deberían tener un mínimo de vergüenza a la hora de hablar de “niños comprados” o “vientres de alquiler” porque no son conscientes de que esos niños crecerán y tendrán acceso a toda esa triste colección de adjetivos que les dedican los que dicen defender a las mujeres y la infancia.

Es la misma gente que también señalaría a esa amiga que todas tenemos, que después de muchos años intentando quedarse embarazada y tras varios procesos fallidos de fecundación in vitro sigue queriendo ser madre. ¿Y quién puede no comprender a esas parejas gays que desean ampliar su familia, ver crecer y educar a un hijo, y que sólo pueden recurrir a la gestación subrogada?

Es incongruente, por no decir muy hipócrita, defender la independencia de la mujer sobre su cuerpo para unas cosas sí y para otras no. La libertad debe ser completa o no es digna de ese nombre. Gritan 'nosotras parimos, nosotras decidimos' sólo para referirse al aborto pero no a la gestación. Aclárense, ¿no se trataba de poner el consentimiento en el centro? Consentir también es gestar para otra persona, da hasta cierto reparo tener que repetir obviedades. Sencillamente, prohibir la gestación subrogada es querer prohibir una realidad que, les guste o no, existe en la sociedad. Es de sentido común, algo que nunca ha cruzado la puerta del Ministerio de Igualdad ni entra en las cabezas de la izquierda más ideologizada. Por suerte, la sociedad es mucho más cabal y de hecho hace apenas dos meses una encuesta en el periódico 'El Mundo' revelaba que el 58,3% de los españoles están a favor de legislar y legalizar la gestación subrogada.

Eso es justo lo que hay que hacer, al igual que ya lo han hecho países poco sospechosos como son Canadá o Portugal. En España sólo un partido político defiende esta regulación: Ciudadanos. Los liberales siempre hemos propuesto una regulación sensata para garantizar que se realice en condiciones seguras para la gestante, los futuros padres y sobre todo para el menor. En contra de expresiones manoseadas, falsas e irrespetuosas con las mujeres como “vientres de alquiler”, la gestación subrogada en la que creemos es altruista. Es decir, que no existe contraprestación económica, no hay pagos más allá de cubrir las necesidades sanitarias que se deriven del embarazo y parto. Además, las mujeres que vayan a gestar deberán acreditar tener recursos económicos propios y suficientes.

Quizá la izquierda no sea capaz de entender que la gente, a veces, actúa por solidaridad sin esperar nada a cambio. De eso va la gestación subrogada, de dejar a las mujeres en paz y que elijan hacer lo que quieran de forma voluntaria, solidaria y meditada. Con límites regulados también respecto a la edad tanto de quien decida gestar como para los futuros padres, con el objetivo de proteger a los menores y velar por su interés superior en todo el proceso. Existen demasiados prejuicios y mucha desinformación sobre la gestación subrogada. Pero su regulación es, además de necesaria, una propuesta de libertad para que las mujeres decidan lo que hacen con su cuerpo y una propuesta de igualdad para que cualquier persona pueda cumplir su sueño de ser padre o madre, independientemente de su condición sexual o médica. Es una cuestión de justicia para las Sonias, esas amigas que conocemos y las parejas LGTBI de España pero, sobre todo, es una cuestión de humanidad.

 

Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid

 

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