Opinión

Hay que ganarles

28-10-2017 | El Español

En democracia solo hay una forma de cambiar las cosas: inundando las urnas. No queda otra. Tenemos que hacerlo por todos los que hoy estamos tristes.

Tristeza, preocupación, impotencia, dolor. Hoy a muchos nos duele el corazón. Yo lo he vivido en primera persona. He visto cómo nos señalan por pensar diferente. He visto cómo han roto y pintado nuestras sedes. He escuchado cómo me insultan en una manifestación contra el terrorismo. He sufrido cómo amenazan de muerte al presidente de mi partido. He visto cómo nombran persona non grata a mi compañera Inés Arrimadas por sus ideas. He entrado y salido escoltado de un Parlamento que es de todos. He presenciado una junta de portavoces donde la CUP te da lecciones de moderación. He soportado cómo la Presidenta Forcadell no deja hablar. He entrado a un pleno del Parlamento a gritos de "Independencia" de los que emulaban la toma de la Bastilla. He vivido cómo los que perpetraban el golpe pisoteaban nuestros derechos. He oído a los del "España nos roba" reírse de nosotros. He visto a Otegi aplaudido como un héroe en la televisión que pagamos todos los catalanes. He escuchado a mis espaldas cómo me llaman facha por querer seguir siendo catalán, español y europeo. He visto cómo liquidaban la autonomía de Cataluña. He presenciado cómo declaraban la independencia.

Pero también he visto a vecinos y ciudadanos corrientes que fueron a defendernos del último escarche en nuestra sede. He sentido el abrazo sincero de personas que no conozco. He caminado rodeado de valientes sin complejos el día 8 de octubre. He visto banderas de Cataluña, España y Europa teñir Barcelona. He sentido el cariño de los que están lejos de su tierra y ven lo que está pasando. He leído, escuchado y visto a periodistas valientes escribir y decir lo que piensan. He recibido mensajes de amigos orgullosos. He defendido con mis compañeros de escaño la democracia. He gritado "Visca Cataluña" mientras daban el golpe. He aplaudido discursos de otros partidos que defendían la dignidad. He visto a una mujer valiente decirles a los golpistas desde la tribuna del Parlament lo que muchos pensamos. He sentido el orgullo de representar a 734.910 catalanes que confiaron en nosotros. He sentido que no estoy solo. He visto que somos más.

Por todos ellos. Por todos esos valientes. Por los que han estado silenciados tanto tiempo y han dicho basta. Por los que se atreven a colgar la bandera que sienten sin importarle lo que piensen sus vecinos. Por los que nunca habían ido a una manifestación, pero salieron a la calle el 8 de octubre. Por los que han dicho que ya no nos callarán. Por los que velan por nuestra seguridad aunque les echen a insultos de los hoteles. Por los que confiaron en nosotros cuando éramos 0, 3, 9 y 25 diputados. Por los que queremos seguir siendo catalanes, españoles y europeos. Por los que no queremos que nos cambien el pasaporte. Por los que no vamos a permitir que nuestros amigos y familiares de otras partes de España sean extranjeros en nuestra tierra, su tierra. Por la libertad. Por los que se dejaron la vida o se la arrebataron por la espalda. Por los que estaban antes que nosotros y tanto hicieron por volver a darse la mano. Por los que vendrán. Por mi hija.

Sé que muchos estamos tristes hoy. Pero en democracia solo hay una forma de cambiar las cosas: inundando las urnas. No queda otra. Hay que ganarles y tenemos que hacerlo por todos ellos.


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