Opinió

La ley sí basta, Sr. Sánchez

11-02-2020 | El Mundo

Si se quiere romper la unidad de España y cambiar el modelo de Estado, habrá que cambiar la Constitución.Y sobre el futuro de Cataluña siempre opinaremos todos los españoles, no solo un % de catalanes

Cuando le preguntan a Núria Marín si cree posible un sistema federal en España sin cambiar la Constitución, responde que cree que es el sistema que puede ayudar a avanzar en España, añadiendo que si no es preciso cambiar la Constitución mejor, pero si hay que cambiarla, pues adelante. Se preguntarán quién es esta señora, y qué autoridad tiene para pronunciarse sobre estos temas: es la presidenta de la Diputación de Barcelona, fue alcaldesa de L'Hospitalet de Llobregat y dirigente prominente del Partido Socialista de Cataluña (PSC). Preside la Diputación gracias al pacto con JxCat, ese partido cuyo líder se encuentra huido de la Justicia española. La Diputación, compuesta por 51 diputados, tiene 84 cargos de libre designación, 4.000 empleados y un presupuesto de casi mil millones de euros, un botín que los socialistas han accedido a repartirse con el partido de Torra y Puigdemont.

En la misma línea, recordarán a Iceta, máximo dirigente del PSC, diciendo que si el 65% de los catalanes quiere la independencia, "la democracia deberá encontrar un mecanismo para encauzar esto". En su encuentro con un condenado por desobediencia, inhabilitado como diputado del Parlament y en consecuencia como president de la Generalitat, Pedro Sánchez ha declarado que la ley no basta para resolver el conflicto catalán.

El PSC, de quien Pedro Sánchez es absolutamente rehén, como lo es de los partidos independentistas y populistas de extrema izquierda, quiere un Estado Federal en el que Cataluña sea una nación. Esto es lo que subyace en el trasfondo de tan inquietantes declaraciones, y esto es lo que ningún dirigente socialista catalán va a reconocer abiertamente, ante la inminencia de las elecciones autonómicas y el espanto que produce en los votantes constitucionalistas, sean conservadores, de centro o socialdemócratas sensatos y moderados. ¿Cómo no va a ser lo mejor unirnos frente a semejante disparate?

Además de asesores que se rompen el cuello en su genuflexión ante el inhabilitado señor Torra, Pedro Sánchez debería contar con algún otro asesor que le explicara algunos conceptos básicos que se estudian en primero de Derecho (Carmen Calvo, de quien dicen que es catedrática de Derecho Constitucional, también debería asistir a estas lecciones básicas).

Primera lección, a saber: la democracia no está por encima de la ley. La ley, en un estado democrático como el nuestro, es la máxima expresión de la democracia, es la capacidad que tienen los ciudadanos de defenderse ante la arbitrariedad que desemboca en tiranía. Democracia significa que es el pueblo en su conjunto, todo él y no sólo una parte, por medio de la soberanía nacional, quien gobierna. El pueblo expresa su voluntad en elecciones libres, elige a los miembros del Congreso y del Senado, y son los diputados quienes eligen -otorgan su confianza- a un candidato a presidente del Gobierno. Diputados y senadores legislan, aprueban las leyes, que son la máxima expresión de la soberanía. Democracia y ley, democracia y Estado de Derecho, son las dos caras de una misma moneda, no son ni jamás podrán ser conceptos antagónicos.

Segunda lección: sólo dentro del respeto a la ley se garantiza el correcto ejercicio del poder. La existencia del Estado de Derecho supone que todos los poderes públicos han de respetar la ley, cumplirla y hacer que se cumpla, sin obviarla, sin ignorarla y sin saltársela porque la consideren un obstáculo para conseguir sus fines políticos. Si se camina por esa senda, la democracia se convierte en dictadura y la sola voluntad del dictador se convertirá en norma.

Tercera lección: la Constitución es la norma máxima, suprema, de nuestro ordenamiento jurídico, y solo por los cauces que en la misma se prevén se puede cambiar. Las leyes ordinarias y orgánicas también pueden cambiarse, pero respetando igualmente los procedimientos previstos para ello.

Y aquí llega la lección suprema que alguien debería darle al señor Sánchez: dice nuestra Constitución en su Preámbulo que la Nación española en uso de su soberanía proclama su voluntad de garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo, y consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Lo escribió quien sufrió prisión bajo la dictadura por pelear por la libertad y la democracia, se llamaba D. Enrique Tierno Galván, un hombre de izquierdas.

A continuación, en su artículo 1, ya dentro del articulado, se dice que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, y que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado. Y en su artículo 2, atención, señor Sánchez, establece que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles y se reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas. En esta línea, señala el artículo 9 que los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.

De modo que, lamentándolo mucho para la señora Marín, si se quiere cambiar esto, si se quiere romper la unidad de España y cambiar el modelo de Estado, habrá que cambiar la Constitución. Y lamentándolo aún más para el señor Iceta, sobre el futuro de Cataluña siempre opinaremos todos los españoles, no solo un porcentaje de catalanes.

Finalmente, y por mucho que el señor Sánchez afirme lo contrario: la solución no es ignorar la ley, sino respetarla, cumplirla y hacer que se cumpla en todas partes de España. Por eso es inadmisible que afirme que con la ley no basta, porque lo correcto es precisamente lo contrario: es en la ley donde se encuentra la solución, y en la desobediencia a la misma donde nacen los problemas.

Los ciudadanos constitucionalistas que lo sabemos, herederos de la Transición, hoy más que nunca tenemos que estar unidos en la defensa de los pilares de nuestra democracia.

 

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