Opinión

Los camareros del Majestic

13-10-2017 | El Confidencial

Esta vez no. No volveremos a cometer los mismos errores. Les conocemos demasiado bien. Ya no se sirven pactos oscuros en los reservados de los hoteles de Barcelona

Vivimos tiempos convulsos y decisivos para nuestro país. En las últimas semanas se ha culminado un plan lentamente elaborado y milimetricamente ejecutado por quienes siempre tuvieron como objetivo liquidar la nación española y fundar una nueva y delirante 'freedonia' junto al Mediterráneo (el enloquecido país de 'Sopa de Ganso').

El esperpento, ese género tan español, se ha convertido en las últimas horas en una ópera bufa. Por el escenario entran y salen personajes entre grotescos y aprovechados. Mediadores de profesión que nunca resolvieron nada, alcaldesas volubles que votan sí, no y abstención, 'hackers' perseguidos, concejalas con fracturas reversibles, revolucionarios de parque temático, que esperaban la independencia al precio de unas carantoñas, presidentes de repúblicas que duran apenas segundos, políticos que no saben si lo son de una nación o de 50, cantautores caducados, con gorritos de lana que ahora cantan al supremacismo, defraudadores y aprovechados cuya patria es Andorra, curas y obispos carlistas y trabucaires, Traperos tramposos, … Toda una 'troupe' de artistas en el laberinto de los espejos cóncavos. Una fantasía berlanguiana, si no fuera una amenaza tan real como próxima.

Vivimos en un país donde decir “ley” es decir fascismo, donde gritar “Constitución”, es signo de intolerancia, donde clamar por la igualdad es, sencillamente, “falangista”. Un país donde se nos agolpan las escenas más surrealistas: presidentas de parlamento haciendo escraches, sesiones maratonianas en parlamentos que tejen y destejen leyes cual penélopes maniacas, policías perseguidos por delincuentes, parlamentarios con impresoras en el escaño, referéndums con participaciones del más del 100%, diputados enloquecidos agitando portadas de 2012 como prueba irrefutable de lo ocurrido en 2017 y por ultimo, solemnes declaraciones “We, the people” que se firman en la trastienda y son biodegradables. Una comedia de enredo que dura ya semanas.

Todo esto para ocultar una única y triste verdad: el imparable ascenso del nacionalismo egoísta y disolvente. Un nacionalismo alimentado por décadas de cesión acomplejada. Cesión que permitió inculcar el odio en las escuelas, justificar el discurso supremacista, tapar las vergüenzas y la corrupción de sus dirigentes, ignorar la deslealtad de su administración y, lo que es peor, amparar la exclusión. Décadas que han permitido ocultar la realidad de un territorio que ha mantenido en silencio a más de la mitad de la población. Población mayoritaria de 'Garcías' gobernada por una élite de 'Pujoles' y 'Puigdemones'. Esa población que, harta ya de estar harta, el día 8 salió a la calle para gritar “¡basta!”. Población que sacó sus banderas cansada de tener que esconderlas salvo en días de mundiales. Población que consiguió, junto con la firmeza de S.M. , cambiar por una vez la suerte de bando.

Así que ahora, al borde del abismo, hay quien quiere dialogar. Dialogar, no para mejorar la suerte de todos los españoles por igual, no para mejorar nuestra justicia o dotar de transparencia y rendición de cuentas nuestra administración, sino para obtener nuevas concesiones a cambio de cesar en la amenaza. Pues esta vez no señores, esta vez no. No volveremos a cometer los mismos errores. Les conocemos demasiado bien. Ya no se sirven pactos oscuros en los reservados de los hoteles de Barcelona. Ahora lo que se sirve, con luz y taquígrafos, son mejoras para todos. Ahora se sirve un plato muy francés: “Liberté. Egalité. Fraternité”

No cuenten con nosotros para servir otros platos. Nosotros no seremos los camareros del Majestic.

 

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