Opinión

Marzà debe dimitir

29-07-2017 | El Mundo

No se puede hacer política educativa desde el sectarismo y la improvisación porque las consecuencias pueden ser desastrosas.

¿Cuántos varapalos judiciales son necesarios para que el conseller de Educación, Vicent Marzà, abandone su política sectaria? ¿Cuánto caos tiene que generar en el sistema educativo para que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, rompa su silencio y le invite a dejar su cargo? Ya son tres los golpes que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana ha dado a la política educativa del Consell: la desautorización a la no renovación de los conciertos de bachiller en varios centros, la paralización parcial del decreto de plurilingüismo y la obligación de volver al modelo del PP.

La Justicia ha frenado, por ser ilegal y discriminatorio, el plan estrella de Marzà y, por lo tanto, no le queda otra opción que asumir su fracaso y dimitir. No se puede hacer política educativa desde el sectarismo y la improvisación porque las consecuencias pueden ser desastrosas. Falta poco más de un mes para que empiecen las clases y muchos padres y madres desconocen si pueden repetir el proceso de matriculación, ya que se basaron en el modelo plurilingüe aprobado por cada centro para decidir dónde llevar a sus hijos. Los centros, que cierran en agosto, esperan ahora unas nuevas instrucciones. Y ante toda esta incertidumbre, lo único que ha dicho el conseller, a través de un breve comunicado, es que "no comparte la sentencia" y que "garantizará el plurilingüismo a todo el alumnado valenciano (...) con los instrumentos que hagan falta". ¿Qué instrumentos son esos? ¿La discriminación, la imposición y la ilegalidad?

El plurilingüismo es necesario en las aulas valencianas. Los alumnos tienen que poder estudiar en valenciano, en castellano y en inglés, pero sin discriminaciones, ni chantajes. Es el momento de empezar de cero y, con sentido común, aprobar un modelo trilingüe consensuado entre todas las fuerzas políticas y la comunidad educativa. Puig tiene que decidir si sigue amparando este caos o ejerce sus funciones en beneficio del futuro de los valencianos. Aprovecho para decirle al presidente que no puede seguir mirando hacia otro lado solo para mantener el equilibrio matemático que impone el mestizaje. Marzà ha fracasado, lo coherente ahora es dimitir.

*Lee el artículo en El Mundo

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