Opinión

Reformar las pensiones de hoy para garantizar las de mañana

29-03-2023 | ABC

Las pensiones no pueden seguir subiendo en un contexto de crisis perpetua que asfixia a la clase media, el verdadero tejido productivo del país, pero nadie se hace cargo de esta patata caliente.

En los últimos meses hemos asistido a la gran estafa intergeneracional: la subida indiscriminada de las pensiones, anexadas a un IPC disparado por la inflación que provoca la inestabilidad internacional, y nula voluntad del Gobierno de reformar nada, pese a las demandas de la Comisión Europea, ponen en jaque el sistema. La reforma de Escrivá es tan chapucera que la ha desmontado la propia Airef, el organismo del que venía el ministro cuando aún le preocupaban las políticas públicas, que señala que todas las cifras son mentira, que supondrá un incremento del déficit y que el gasto podría dispararse hasta el 16,3 por ciento del PIB en 2049.

Lo primero, lo obvio: las pensiones se pagan con los impuestos de los trabajadores. Son justas, y los jubilados merecen una pensión digna que les permita desarrollar sus últimos años en paz y en libertad. Pero no se puede hacer a costa del futuro, prosperidad y bienestar de las generaciones que hoy tienen que pagarlas con su esfuerzo, que cada día es más y más ingrato, azotadas por la precariedad, la crisis, la nula capacidad de ahorro y la inflación.

Todos sabemos que las pensiones no pueden seguir subiendo en un contexto de crisis perpetua que asfixia a la clase media española, el verdadero tejido productivo del país, pero nadie se hace cargo de esta patata caliente; con la esperanza de que termine estallándole a otro, al que venga después, que ya asumirá el coste cuando toque. El motivo, lamentablemente, es estrictamente electoralista. PSOE y PP saben que la bolsa de voto de los pensionistas es demasiado jugosa como para hacer nada que pueda llegar a molestarlos, aunque por el camino estén hipotecando el futuro del país entero. Su irresponsabilidad es tal que, llegado el caso, están dispuestos a dejar que el sistema reviente antes de reformar no sea que puedan llegar a perder un voto.

Las pensiones representan ya un 40% de los Presupuestos Generales del Estado, y se ha duplicado en los últimos 15 años. Mientras en otros países europeos, como Macron en Francia, se avanza hacia la reforma del modelo, aquí el bipartidismo sigue como quien oye llover.

Terminará estallando si nadie pone solución. Y nosotros nos negamos a dos cosas: a que –llegado el momento– haya que bajar abruptamente las pensiones actuales y, sobre todo, nos negamos a que la clase media que hoy sostiene con sus impuestos el gasto público en pensiones termine sin cobrarla cuando se jubile, si es que pudiera llegar a jubilarse.

Hay maneras de cambiarlo. Serán probablemente impopulares en las cocinas electorales de PSOE o PP, pero existen.

A medio y largo plazo, reformar España. Tenemos que dar la vuelta al mercado de trabajo. Es un completo sinsentido que asumamos sin más que estamos condenados a estar a la cabeza del desempleo en Europa, a no dar salidas a nuestros jóvenes, a la falta de oportunidades, a la temporalidad, a la precariedad o renunciar al ahorro. A corto plazo, revertir la irresponsable

subida de las pensiones de Escrivá. Toda reforma debe avanzar hacia garantizar que el sistema público de pensiones sea más sostenible financieramente y equitativo, y no avanzar hacia más déficit.

Por eso, proponemos, para empezar, anexar la subida de las pensiones a la subida de los salarios. De los reales, no de los funcionarios. De los que sostienen las pensiones con sus impuestos, no de quien cobra del Estado.

Abogamos por mantener el carácter contributivo para que, al jubilarnos, recibamos más cuanto más hayamos contribuido al sistema. Pero, sobre todo, por lo que abogamos es por mantener el sistema de pensiones. Simplemente porque pueda seguir existiendo en el futuro. Que también nosotros podamos cobrar una pensión cuando nos jubilemos asegurando, a la vez, que no haya que recortar las pensiones de hoy para no condenar a la pobreza a nadie en los únicos años en los que ya no pueden trabajar para salir adelante. Nos lo merecemos todos, los que hoy cobran una pensión, los que las pagamos y los que las cobraremos dentro de unos años.

 

Tribuna publicada en ABC

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