Opinión

Sobre la dignidad: carta a Feijóo

10-12-2022 | El Confidencial

Estimado Alberto: ser liberal en España nunca ha sido fácil. Implica puntos de vista políticos y económicos, pero también morales.

Estimado Alberto: ser liberal en España nunca ha sido fácil. Implica puntos de vista políticos y económicos, pero también morales. En sentido amplio, es una manera particular de vivir la vida y relacionarnos.

Ser liberal hoy, estarás de acuerdo conmigo, es difícil. La polarización facilita las salidas por los extremos, y de eso no se libra nadie, a la derecha y a la izquierda. Tanto el PP como el PSOE están condicionados por Podemos y Vox y retuercen sus mensajes para captar votos. Independientemente de los espacios de acuerdo que pudiéramos tener contigo —un presidente del PP impulsado en las encuestas por los errores y horrores de la coalición Frankenstein que desgobierna España—, tú crees que Ciudadanos "debe despedirse del ámbito político de la forma más digna posible". Si no lo hace, has dicho a la emisora Onda Cero, "no va a tener representación en las urnas".

Ahora me toca a mí reconocer que eso que dices de la representación está complicado. Pero los votos, o la ausencia de ellos, ¿qué tienen que ver con la dignidad?

La dignidad, como la libertad, no puede ser un mero eslogan. Tampoco un pretexto para la legítima búsqueda de papeletas: a través de los pretextos se cuelan en muchas ocasiones ideas poco liberales. Tú estás convencido de que "el proyecto ideológico de Ciudadanos tiene cabida en Partido Popular", pero el liberalismo que defendemos no es una fórmula para modernizar el conservadurismo, como tampoco sería una solución para blanquear los excesos y las barbaridades que está perpetrando el PSOE de Sánchez del brazo de sus socios populistas y separatistas.

La libertad, estimado Alberto, es un espacio grande que exige ser consecuente. Exige ser consecuente en la forma en la que se cuida de las instituciones democráticas, en la manera en la que renuevan los órganos del poder judicial y en el modo en el que se lucha contra la corrupción. La libertad no es el reparto del poder entre los partidos de toda la vida. La libertad no puede sufrir los peajes de quien llega tarde al progreso social y a los avances propios de cada generación, como no lo sería, en el otro lado, sufrir las condiciones del que le da igual con quién pactar con tal de seguir en el poder, aunque eso pase por desarticular España y dinamitar los pactos que han hecho posible esta democracia.

La dignidad, Alberto, es luchar hasta el final para sacar adelante un proyecto político regenerador que no recurra al frentismo ni pacte con el populismo, que afiance las instituciones y sea coherente con la Europa a la que pertenecemos.

Nosotros no queremos "subsumirnos" ni elegir entre un Gobierno que nos sangre a impuestos y otro que no avance en las libertades morales. Respaldaremos a cualquiera que gestione bien el día a día, sin poner a subasta la existencia de España ni la calidad de sus instituciones democráticas, y que tenga la audacia de afrontar las reformas que el país necesita para afrontar el futuro.

La dignidad es considerar irrenunciable una igualdad real de oportunidades que no deje a nadie atrás; la dignidad, como le decimos a los de la otra trinchera, es ser radical contra quienes quieren que los derechos sean de los territorios y no de las personas.

No es tan extraño pensar así en la Europa de hoy. Hay muchos que lo hacen. En países como Holanda, Estonia y Francia incluso presiden sus gobiernos.

En España, los liberales —que pasamos por una etapa difícil, también ahí te doy la razón— no siempre han tenido casa propia.

Pero no nos hace falta vivir de prestado. Porque los liberales de verdad tenemos un partido liberal.

Tenemos un proyecto que apuesta de forma inflexible por la reforma de España: basta ya de posponer o hacer más grandes los problemas. Necesitamos audacia para modernizarnos en cuestiones fundamentales. Y basta ya de tener miedo al cambio, porque lo terrorífico es no hacer nada.

Tenemos un partido intransigente contra la corrupción, caiga quien caiga, que no busca ni ocultarla ni traficar con ella para favorecer a los enemigos de España.

Tenemos un partido que mira al futuro y quiere un pacto generacional, porque no se puede seguir manteniendo sin más, en nombre de nuestros mayores, un sistema de pensiones condenado al fracaso. Ser liberal es entender que con una generación precaria y sin oportunidades no hay bienestar que mantener ni repartir.

Tenemos un partido que no teme a la meritocracia ni castiga el esfuerzo. No tiene sentido que mientras los empleados por cuenta ajena o los autónomos paguen los riesgos de todas las crisis, la administración pública blinde a sus empleados de por vida y no mida su rendimiento por objetivos.

Tenemos un partido que trabaja para liberarnos de los lastres del pasado en la relación entre religión y estado, el matrimonio igualitario o las preferencias personales. Lo liberal, y lo digno, es creer en lo que quieras sin imponer nada a nadie, querer a quien quieras de forma libre y aceptar cualquier forma de familia.

Tenemos, finalmente, un partido que quiere evitar a toda costa que los extremos nos condicionen la vida. Lo liberal, y lo digno, es que la gente pueda vivir su vida con las mínimas imposiciones posibles, y eso es lo contrario de lo que hacen los extremos de izquierda, de derecha y nacionalistas cuando marcan el paso a la mayoría.

Y vamos a luchar, Alberto. Para que haya en las próximas citas electorales un voto útil, claro que sí, para España, y para los españoles y europeos.

Un voto digno para regenerar este país y devolver la confianza de los ciudadanos en sus políticos y sus instituciones democráticas.

 

*Adrián Vázquez es jefe de la delegación de Ciudadanos en el Parlamento Europeo


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