Opinión

¿Solvencia? Parece que tampoco

25-05-2016 | ABC Cataluña

El balance de gestión, por más señales de autocomplacencia que se lancen a los cuatro vientos, tiene poco de positivo

El 20 de diciembre culminó el ciclo electoral iniciado con las europeas en 2014. Un ciclo cerrado en falso tras el que todo parece indicar que el tradicional bipartidismo ya no encaja en la voluntad de los españoles. La última legislatura efectiva, iniciada tras la constatación de la crisis económica financiera cuya evidencia negaba Zapatero, ha sido otra oportunidad perdida.

El gobierno presidido por Mariano Rajoy, con mayoría absoluta, no ha impulsado los cambios imprescindibles para afianzar la recuperación económica y asegurar nuestro estado del bienestar, aparentando seguir el dictado de la Comisión Europea, pero sin racionalizar las estructuras de la Administración Pública.

El balance de gestión, por más señales de autocomplacencia que se lancen a los cuatro vientos, tiene poco de positivo. Las sucesivas EPA muestran la ineficacia de las medidas del gobierno en la lucha contra el paro y para aumentar la ocupación, con una caída significativa de la población activa, la que trabaja o busca empleo. Si a eso le añadimos el agujero generado en el fondo de reserva de la Seguridad Social, reducido a la mitad en cuatro años, y los 10.000 millones de descuadre en los presupuestos electoralistas aprobados a bombo y platillo el pasado otoño, la gestión eficaz y eficiente del gobierno ahora en funciones queda en entredicho.

A pocos días de iniciarse la campaña electoral, fruto del fracaso colectivo al que la incapacidad de diálogo, el inmovilismo y el populismo han contribuido entusiásticamente, la estrategia del candidato inane pasa por reivindicar solvencia y capacidad de gestión. Haciendo gala de su dilatada experiencia, reclama para sí la doble condición de ganador in pectore y de presidente inevitable, aunque no haya movido un dedo para formalizar la mayoría parlamentaria necesaria para ser investido como tal. El presidente en funciones se aferra a poner en valor las supuestas bondades de su gestión y a autoproclamar su solvencia.

¿Solvencia? A la vista del balance, parece que tampoco.

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