El candidato socialista a la presidencia de la Generalidad, ministro de Sanidad en el tiempo en que la gestión española de la pandemia era la peor de Occidente, ha anunciado que Josep Lluís Trapero será su jefe de la Policía. Es una decisión idónea para un futuro entendimiento parlamentario con Junts: si Carles Puigdemont fue el artífice activo de la sedición, Trapero fue el pasivo. Los tribunales lo absolvieron de la acusación de proactividad que había mantenido la Fiscalía; pero cualquiera que tenga conocimiento de lo que sucedió en Cataluña en 2017 sabe que Trapero puso su tropa de perfil, al margen de la obligación constitucional que juró cumplir, y que ni uno solo de sus mozos cumplió con la orden judicial de impedir el referéndum. El anuncio confirma, por un lado, las sospechas sobre la limitada inteligencia del candidato socialista. Trapero reúne en el imaginario público la doble condición de traidor, al independentismo y al constitucionalismo: una condición probablemente verdadera, ideal para un espía, pero problemática para un policía. Y expone, además, con transparencia cruel hasta qué punto es un serio desvarío considerar el voto a Illa como el voto útil del constitucionalismo.
El voto constitucionalista catalán está, como suele, muy enfrentado a la utilidad. Illa solo podría gobernar con el apoyo de partidarios de un referéndum de autodeterminación, siguiendo la tradición del socialismo desde Pasqual Maragall hasta don José Montilla. Del mismo modo, el Partido Popular solo podría ser útil entrando en alguna suma parlamentaria contaminada por la autodeterminación. Lo que, obviamente y como entenderá cualquiera, establece que el único voto útil del constitucionalismo es Ciudadanos, al que no sin humor tildan sus adversarios de voto inútil. El de Ciudadanos es el único voto constitucional antinacionalista -y que nadie humille su inteligencia y mi paciencia arguyendo que Vox, etc., porque sería lo mismo que argüir Alianza Catalana: el memo combate- y del único que se tiene la certeza de que no servirá, bajo ningún amaneramiento, a la causa nacionalista. Por si fuera poco, el voto a Ciudadanos es imprescindible para asegurar que la idea más transgresora y feliz de la política española siga teniendo eco y utilidad parlamentaria.
Es, también, el voto que va a depositar en la urna este líder de opinión y last but not least, comprenderán.