Notas de Prensa

100 días sin gobierno

03-04-2013 | ABC

Y este es el gobierno que, mientras dice llevarnos a Ítaca, aún no ha presentado los presupuestos del año en curso

Se cumplen 100 días desde que Artur Mas tomara posesión como presidente de la Generalitat después de las elecciones anticipadas que el mismo convocó, en las que su candidatura perdió doce escaños, y el balance del gobierno independentista se resume en tres palabras: separatismo, corrupción e impagos.
Los dos grandes logros de este comité de operaciones  secesionista han sido llevar al parlamento una mal llamada “declaración soberanista”  que intenta romper la soberanía del conjunto de ciudadanos españoles, y la creación de un comité “de transición nacional” formado por los principales gurús de la caverna nacionalista que se dedicaran  a pensar como saltarse el estatuto de autonomía y la constitución y como “internacionalizar el conflicto” en los términos batasunos asumidos por  Mas, y  todo ello decretado, financiado y amparado por una institución del estado como es la Generalitat.

Este ejecutivo  ha visto en las últimas semanas como dos importantes cargos institucionales de CIU , el diputado Crespo -ex alcalde de Lloret- y el presidente del grupo parlamentario, Oriol Pujol, eran imputados por el TSJC  por presuntos delitos de corrupción política en los casos Clotilde e ITV respectivamente, sumándose así a los imputados de CIU en el caso Palau y al caso Adigsa. Y este es el gobierno que, mientras dice llevarnos a Ítaca, aún no ha presentado los presupuestos del año en curso  y  no cumple ni siquiera con sus obligaciones de pago dejando a trabajadores sociales, farmacéuticos o geriátricos entre otros sectores sin cobrar sus servicios prestados.

Ante este desastre de 100 días Mas intenta volver a cogerse a los siempre útiles para los nacionalistas PP y PSC,  para ganar tiempo y salvar su carrera política, pidiendo liquidez con una mano a Rajoy y un tripartito a Navarro, mientras sigue con la otra trabajando por la fractura y el conflicto.

El presidente de CIU debería haber dimitido  el día después de su fracaso electoral y no haber hipotecado la gobernabilidad de Cataluña con su huida hacia delante en forma de  secesión. No quiso tener dignidad, y hoy él representa el mayor lastre para la estabilidad política, social y económica de Cataluña. Mas debe irse, cuanto antes mejor.
 

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