Notas de Prensa

Albert Rivera: 'El problema en Cataluña es que Montilla no es Patxi López'

16-02-2010 | El Imparcial

Entrevista en El Imparcial. Rivera quiere trasmitir tres ideas fundamentales: 'es necesaria una reforma democrática profunda, democracia interna en los partidos y más control del dinero público'.

 

Tiene 30 años y este otoño se presentará por segunda vez a las elecciones catalanas como candidato de Ciudadanos. Habla de cuatro años en el Parlament y de todas las personas y "personajes" que por allí se mueven, de la política catalana y sus vicios y de los posibles escenarios que diseñen las urnas. Cree que "Artur Mas tiene su última oportunidad" y lamenta que ni Montilla sea Patxi López ni Sánchez Camacho sea Antonio Basagoiti.
EL IMPARCIAL tiene cita con Albert Rivera en el hotel Petit Palace Ducal, en la madrileña calle Hortaleza, a escasos pasos de la Gran Vía. Acude con su jefa de prensa y en traje. El hielo cubre las aceras de la capital a primeras horas de la mañana. Aún quedan lejos las elecciones catalanas, pero es ahora cuando empieza a cocinarse una campaña brillante o se pierde de antemano en las urnas. Antes de comenzar la entrevista, Albert habla de Xurde Rocamundi, un comerciante de Arenys de Mar multado por no rotular en catalán en su negocio.
Hace cuatro años era un completo desconocido. Hoy, una de las pocas voces críticas en el Parlamento de Cataluña y un aún joven político que no ha cambiado su discurso ni ha rebajado el tono ante lo que siempre ha considerado una clase política enquistada en las instituciones y sin más horizonte que la propia política.
Después de posar para el fotógrafo en un balcón del hotel, Rivera conversa con este periódico en los sillones del hall. Su jefa de prensa atiende su teléfono móvil. Muy crítico con la política antes de ser diputado, ya curtido y después de todo lo que ha llovido en Cataluña en los últimos tiempos, ¿cuál es su percepción actual del mundillo del que forma parte desde 2006? "Agridulce. Es un orgullo poder decir lo que piensas en una tribuna pública, pero, por otro lado, hay ciertas decepciones. Hay una dinámica y una endogamia que te lleva a chocar constantemente contra un muro, quieres cambiar las cosas y te sientes impotente", responde el recién elegido candidato de Ciudadanos a los comicios de otoño.
El barcelonés reconoce que la existencia de ese muro es la que hace que cuando consigue "pequeñas cosas" se lleve una gran alegría. "Hemos hecho de observadores desde dentro y podemos hacer un mejor diagnóstico: la partitocracia está muy blindada legalmente y los medios han entrado también en ella", argumenta Rivera, que se lamenta de haber abanderado en el Parlamento autonómico la limitación de mandatos y que el resto de grupos votara en contra "y se quedaran tan anchos". Su disgusto es manifiesto desde sus primeros discursos, cuando consiguió una excedencia para presentarse a las elecciones autonómicas de 2006, pero aún le sorprende que haya gente que "viva" de la política. "Se pasan 28-30 años de la Diputación al Parlamento, de ahí a la Alcaldía, y así hasta la jubilación. Hacen de esto una profesión y han pervertido el concepto de servidor público", explica. El deseo de Ciudadanos, subraya su presidente, es que los diputados no crean que el escaño les pertenece, "que estás allí sentado por gracia divina", sino porque "un señor te ha sentado ahí y te va a controlar toda la legislatura para que cumplas lo que le prometiste".
Esos mismos cuatro años también los ha pasado al frente de un partido que cumplió su mayoría de edad cuando dos compañeros suyos de aventura, Antonio Robles y José Domingo, decidieron abandonar, no sin antes intentar hacer saber la tiranía de su líder. "Ciudadanos ha hecho muchas cosas bien, pero también hemos cometido errores, a veces de crecimiento, otras por principiantes o pecando de idealistas, pero todos ellos bastante sanos y lógicos", dice Rivera de su travesía como presidente de la formación, que, en su opinión, "ha aprendido y ha salido reforzada" de la crisis interna.
Ahora es tiempo de diseñar la campaña. Rivera quiere trasmitir tres ideas fundamentales: "Es necesaria una reforma democrática profunda, democracia interna en los partidos y más control del dinero público". Persigue que el debate "nacionalista, identitario, el de las veguerías, la abolición de los toros o las multas lingüísticas" deje paso al del 18 por ciento de paro en Cataluña o al cierre de comercios.
Ciudadanos condiciona el apoyo a un partido después de las elecciones a que "reconozca la pluralidad de Cataluña, que hay dos lenguas, que hay nacionalistas y no nacionalistas y que recupere los lazos económicos, políticos y culturales que ese modo de pensar ha roto con el resto de España". Rivera quiere a un presidente de la Generalitat que, lejos de destacar por sus "salidas de tono, por hablar de complot a los Juegos Olímpicos de Madrid o por que los colegios no impartan el castellano", lo haga por la defensa de una Cataluña heterogénea y plural. EL IMPARCIAL le plantea un hipotético escenario pos electoral en el que CiU y PPC necesitan algunos escaños más para derrocar a Montilla. "Si necesitan escaños, tendrán que escucharnos", responde sin dudar, a la vez que admite que, a día de hoy, ningún candidato va "en la línea" descrita, sino "en la contraria".
¿Con qué envoltorio se quiere presentar todo esto al potencial votante? "Necesita romper", señala Rivera. "El reto es motivar al desencantado, la corrupción ha hecho mucha pupa y la situación económica es muy dura, hay mucha gente cabreada", explica. Internet será un "pilar principal" de una campaña que pretende ser valiente, como lo fue la que condujo a Ciudadanos al Parlament, con un Albert Rivera completamente desnudo y bajo el lema 'Sólo nos importan las personas'.
De vuelta al Parlament, es bien conocida la imagen pública de José Montilla o de Josep Lluis Carod Rovira, aquellos a los que ha tenido que plantar cara en los ultimos años, pero, ¿cómo son en las distancias cortas? Rivera explica que la mayor parte de políticos "hacen un rol público", aunque "hay de todo, y en eso no quiero engañar a nadie", reconoce. "Carod Rovira es un personaje caracterizado por haberlas hecho gordas, por titulares, por provocar, pero creo que es una persona inteligente que ha sabido hacer crecer a un partido minoritario con 23 escaños en Cataluña e incluso ocho en Madrid”, relata el presidente de Ciudadanos, quien concluye que, pese a sus méritos, Carod presenta un discurso "que levanta fronteras dentro de un país". ¿Y cómo es Montilla? "Es una persona bastante cerrada, un presidente hermético, se trata de un personaje típico de la política", responde Rivera, incapaz de descifrar aún la personalidad del presidente catalán, así como tampoco por qué la mayor parte de los que ostentan el poder en Cataluña no saben encajar una crítica e incluso "se lo toman como algo personal".
Con la mirada de nuevo en las elecciones de otoño, y preguntado por sus protagonistas, Rivera estima que Artur Mas tiene su última oportunidad, sabe que tiene que gobernar o se va para casa", aunque, en su opinión, está errando con un discurso "más nacionalista" del que acostumbra, lo que "hace difícil conjugar el mensaje con la intención de pactar con todo el mundo". Su socio menos descabellado es el Partido Popular, al que Rivera sólo salva en la etapa de Alejo Vidal-Quadras. "El PP ha sacrificado Cataluña y Alicia Sánchez-Camacho es una pieza colocada por Rajoy", dice el presidente de Ciudadanos, al que le consta que el electorado popular no quiere más nacionalismo, por lo que, en consecuencia, un pacto con CiUcarecería de coherencia.
¿El nacionalismo ha tejido en Cataluña las redes que, según PSE y PP, tejió en el País Vascoen sus años en el poder? "Es igual", aclara Rivera. "En Cataluña, el gran logro del nacionalismo es la cesión de competencias en Educación, que conlleva libros y profesorado. A mí me hablaban en el colegio de los Països Catalans y no es lo que dice el Ministerio, que dice que hay 17 Comunidades Autonómas”, explica un Rivera que, sin soltar la referencia al País Vasco, admite que Patxi López "está haciendo una buena labor". El problema, afirma, "es que Montilla no es Patxi López ni Alicia Sánchez-Camacho es Basagoiti".
¿Y Joan Laporta?, ¿qué me puede decir del futurible nuevo político en Cataluña?, le pregunta este periódico. Por primera vez, Rivera se queda sin palabras, con una media sonrisa y sin encontrar una respuesta adecuada. Por fin se atreve: "Hay que reconocerle éxitos futbolísticos, pero, como culé, no me representa porque se está cargando la imagen del Barça". Políticamente, dice, "Laporta representa un fundamentalismo y populismo con poca ideología, no sabemos qué piensa de Sanidad, ni de Educación, ni cuál es su modelo social, sólo sabemos que quiere la independencia y salir en las fotos".
El acercamiento de EL IMPARCIAL al primero de los candidatos a las elecciones catalanas concluye con un análisis de actualidad, que lleva el nombre de localidades catalanas: Ascó y Vic. Rivera lamenta, en el caso nuclear, que "los partidos lleguen a condicionar la vida municipal". El debate sobre inmigración le parece "interesado, oportunista, de cálculo electoral y de vuelo corto". Valora que los referéndum, "en lugar de para independizar territorios, deben servir para consultar a los ciudadanos si quieren una infraestructura nuclear o no, por supuesto, con las máximas garantías y seguridad". Además, Rivera cree que "el Estado debería haber liderado esto, decir que se necesita un almacén y publicar informes de idoneidad de cada territorio por su clima y condiciones" y lamenta que "Zapatero no ha tomado las riendas, está missing y sus barones territoriales diciendo una cosa y la contraria". Apoya que se respete la autonomía local y propone "un debate serio sobre el mapa energético como han hecho con madurez otros países”.
No podía faltar el Estatut. "Por un lado nos aburre y por otro nos preocupa. Ha desgastado la imagen de Cataluña y estoy seguro de que el día que haya sentencia habrá mucho ruido y todos emprenderán una huida hacia adelante y culparán a otros", opina un Rivera que, aún con la chaqueta y en un tono muy distendido, concluye que los catalanes "se levantan con los mismos problemas que el resto de españoles". Aún le quedan unas horas en la capital. Una cafetería cercana al lugar de la entrevista es un buen lugar para seguir trazando las líneas maestras de una estrategia que permita a Ciudadanos continuar siendo el guardián de la política catalana.

 

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