Notas de Prensa

Cuchara de palo

03-06-2013 | La Voz de Barcelona

La prueba más evidente de que la escuela privada es el único barco que asegura un trayecto plácido es que los los políticos eligen para sus hijos centros que apuestan por una enseñanza trilingüe

El teatro de las máscaras. La coherencia entre el mensaje político y los hechos se ha convertido en una quimera dentro de la política lingüística de Cataluña. Lo vemos cada día con ejemplos concretos que ponen en evidencia los titánicos esfuerzos artificiales de los que quieren rehacer los pilares de la cultura y la cohesión social catalana.

 
En este vodevil político dónde, como ocurría en los primeros teatros griegos, un mismo personaje puede interpretar varios papeles cambiando de máscara, cada vez somos más los que nos damos cuenta de que tal mutación de personalidad no sólo es una falacia política, sino un atentado contra la inteligencia de los ciudadanos.
 
Emigrantes poco cualificados. Por todo ello, se me revuelven las entrañas cuando en todas las universidades, escuelas y países a la cabeza de nuestras economías y a los que muchos jóvenes aspiramos si es que no lo hemos hecho ya, se iza la bandera del dominio de las lenguas extranjeras. ¿Tendrán los niños del futuro ese manejo que les permita sobrevivir en este nuevo panorama laboral? No lo creo, porque en un sistema público donde tan sólo se exige el dominio de las dos lenguas oficiales y una de ellas -el castellano- ha sido eliminada como lengua vehicular y reducida su intensidad, es casi imposible. ¿Quién logrará, entonces, hacerse un hueco con garantías? Pues los de siempre, los que han o hemos tenido la suerte de haber estudiado en la escuela privada.
 
Mis hijos, sí ¿y los ciudadanos? La prueba más evidente de que la escuela privada es el único barco que asegura un trayecto plácido es que los que conocen como se cuecen las habas de la educación, o sea, los políticos, eligen para sus hijos centros que apuestan por una enseñanza trilingüe y de calidad. Parece ser que todo padre quiere lo mejor para sus hijos, una virtud que por el contrario no amplían al conjunto de los ciudadanos. Precisamente son estos mismos políticos quienes derriban a los que están proponiendo en el Parlamento autonómico, lo que ellos a posteriori, contratan en sus vidas privadas. Copio: ‘Los alumnos consiguen una correcta capacidad de expresión oral y escrita en catalán, castellano, inglés y francés’. Eslogan como el que reza el programa escolar del colegio Aula al que acudieron los hijos del presidente de la Generalidad demuestran el cinismo de un político que dice A piensa B y hace C.
 
Las comparaciones son odiosas. Echando la vista atrás, es curioso que en el año 1992, en plena ebullición de la Barcelona cosmopolita, con probablemente las mejores Olimpiadas de la era moderna y con una ciudad eclosionando urbanística y culturalmente, se comenzara paradójicamente, a hablar de provincianismo y de hermetismo con los primeros decretos del bilingüismo. Como suele ocurrir en los delirios nacionalistas, se nombra a la historia, eso sí, adaptada a los antojos de sus estudiosos, como gran aval de sus razones absolutas. Aunque últimamente los espejos en los que se reflejan las teorías nacionalistas son más bien cristales rotos que hermosas vidrieras, véase Kosovo. En aquel momento y en los siguientes arrebatos lingüísticos de 1998 y de 2006 se tomó un territorio desconocido por muchos, incluso por sus más fieros defensores, como tierra hermana lingüísticamente. Aunque muchos de los que se desplazaron para investigar las costumbres -a costa de todos los catalanes- a lo mejor no sabían ni situarlo en el mapa, poco a poco este territorio se ganó los halagos de las élites catalanistas. Pero como últimamente en Cataluña somos cada vez más los que nos leemos las cosas dos veces, llámenme desconfiado, uno se da cuenta que Cataluña y Canadá aparte de coincidir en su letra mayúscula lo hacen en poco más.
 
La calidad sobre la identidad. Me hace gracia como los políticos amantes de la inmersión se comparan con este lejano país olvidando que a diferencia de ellos la iniciativa lingüística quebequense residió precisamente en los ciudadanos y no en los políticos como ocurre en Cataluña. En Quebec, fueron los padres, abuelos y profesores, que aquí en Cataluña son silenciados, quienes en un acto de libertad y con el deseo de lograr una educación más completa para sus hijos, propusieron reformas sobre la calidad de la educación y no sobre la identidad. Esa voluntariedad civil con el fin de que los jóvenes dominasen dos de las lenguas más importantes del mundo -el inglés y el francés- está a años luz de la voluntariedad política con fines nacionalistas de nuestros políticos. Y aunque la respuesta rápida de muchos lectores a mis palabras sea el clásico facha o anticatalán, somos precisamente los que pensamos así quienes defendemos un idioma tan rico y loable como el catalán como un elemento de riqueza. Mientras otros lo prostituyen para convertirlo en un instrumento de construcción nacional, los que abanderamos el trilingüismo lo respetamos más que sus detractores disfrazados de nacionalistas. Señores míos, ya lo dijo el gran reformista de la educación alemana Guillermo de Humboldt: “La lengua es la manifestación externa de los pueblo”, y no de los partidos con proyectos excluyentes.
 
Amores que matan. Para acabar, una anécdota, esta menos seria que las anteriores. El futuro yerno de Mas se apellida Franco -de segundo, gracias a Dios- y es amante de los toros -celebrará su despedida de soltero con una capea-. Por lo menos espero que sea del Barça, sino… será traición al Estat. Ya lo decíamos: en casa del presidente autonómico, cuchara de palo.

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