Notas de Prensa

Francesc de Carreras: '¿Cuándo empezó la transición?'

20-08-2009 | La Vanguardia

Algunos sostienen que la transición política española a la democracia comenzó en julio de 1959, hace poco más de cincuenta años, cuando se aprobó el Plan de Estabilización. No les faltan razones.

 

Algunos sostienen que la transición política española a la democracia comenzó en julio de 1959, hace poco más de cincuenta años, cuando se aprobó el Plan de Estabilización. No les faltan razones.

Estas últimas semanas, Eduardo Martín de Pozuelo  está publicando en La Vanguardia los resultados de su investigación sobre la transición española examinada a través de los documentos desclasificados de los gobiernos occidentales. De estas interesantísimas crónicas puede deducirse la especial atención que estos gobiernos prestaban a España, el alto grado de fiabilidad de sus informaciones y su decidida apuesta para que España se encaminara definitivamente hacia la democracia. En cada artículo Martín de Pozuelo confirma datos ya conocidos, revela otros y, en todo caso, siempre aporta nuevos matices.  

El período histórico conocido convencionalmente con el término “transición política” es el comprendido entre la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 y la entrada en vigor de la  Constitución el 29 de diciembre de 1978. En estos tres años, España pasó, en términos de derecho, de una dictadura a una democracia. No sin razones, desde un contexto político más general, ciertos historiadores amplían el período un poco más, adelantando los comienzos de la transición al  asesinato de Carrero Blanco el 20 de diciembre 1973 y retrasando su final hasta la victoria electoral socialista el 28 de octubre de 1982. Esta ampliación del período permite incluir las disputas finales entre los distintos sectores del franquismo (los continuistas y los reformadores)  y el surgimiento o renovación de ciertos partidos (por ejemplo, Convergencia, PSC y PSOE), que después han sido muy relevantes, para acabar concluyendo con el gobierno de Felipe González, limpio de todo continuismo respecto a la dictadura. Por tanto, como sucede en todos los períodos históricos de fuertes cambios, su comienzo y final son discutibles y hay razones válidas para situarlos en unas u otras fechas.

Más atrevido es, obviamente, situar el principio de la transición en julio de 1959, todavía en plena dictadura y a más de quince años de la muerte de Franco. Pero, como antes he dicho, no faltan razones para sostener dicha tesis, siempre que se acompañen de las debidas cautelas. ¿Qué sucedió en aquel mes de julio de hace cincuenta años para poder sostener, con un cierto fundamento, tal afirmación? Se aprobó el Plan de Estabilización económica impulsado por Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio, respectivamente ministros de Comercio y Hacienda, con el importante respaldo de las máximas autoridades económicas y monetarias internacionales, y con los catalanes Joan Sardá Dexeus en el Banco de España y Laureano López Rodó en el despacho adjunto al de Carrero Blanco. Fue el primer triunfo importante de los llamados tecnócratas, bastantes de ellos pertenecientes al Opus Dei, frente a las demás familias políticas que configuraban el establishment franquista.

El Plan de Estabilización supuso el inicio de una cierta liberalización económica y de una apertura comercial al mundo, acabando de esta manera con la política de autarquía, vigente en España desde el final de la guerra civil, que había obtenido unos resultados económicos catastróficos. La autarquía empezó a suavizarse a mitad de los años cincuenta pero el Plan de Estabilización constituyó su final definitivo: la economía española, en pocos años, dio un giro de 180 grados. Desde este punto de vista, comenzó, pues, una  nueva  época y el crecimiento enseguida fue espectacular y tuvo una decisiva repercusión en todos los ámbitos de la vida social española menos en el campo político: la dictadura siguió hasta la muerte del dictador. Sólo después de la misma se vio claramente la importancia de los cambios en política económica iniciados en 1959.

Quizás Franco intuyó el peligro ya que no accedió a estos cambios voluntariamente sino sólo cuando no tuvo más remedio. En una visita a El Pardo, un alto funcionario de una organización económica internacional puso en su conocimiento que España tenía petróleo sólo para los próximos dos meses, que la banca extranjera no estaba dispuesta a seguir dándole más crédito y, por lo tanto, que se atuviera a las consecuencias si seguía con su nefasta política autárquica. Asimismo, el alto funcionario también le advirtió que España recibiría toda la ayuda internacional necesaria en el caso de que cambiara de orientación económica y siguiera los dictados de la OCDE. El cauteloso y pragmático Franco, cuando se vio entre la espada y la pared, dispuso inmediatamente que se procediera a cambiar de política económica en el sentido indicado y el Plan de Ullastres y Navarro Rubio fue el primer paso en la nueva dirección.

No cabe duda que otros muchos factores contribuyeron a la transformación de España durante los años sesenta y primeros setenta: la cercana prosperidad europea que absorbió tanta inmigración española, el turismo de masas, la emigración campo/ciudad, la mayoría de edad de una generación que no había vivido de la guerra civil, los cambios en la Iglesia española, la oposición obrera, universitaria e intelectual, y un largo etcétera. Sin embargo, todo se hubiera retrasado sin la nueva política económica. Por Marx sabemos que la infraestructura económica no determina, pero sí condiciona, todo lo demás, incluida la política. Sólo desde este punto de vista puede sostenerse que la transición política comenzó en julio de 1959.   

Francesc de Carreras Serra, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Volver