18-12-2013 | La Voz Libre

El 'no' el independentismo lo asocia a imposición y el 'sí', a libertad

El jueves doce de diciembre Artur Mas hizo público el pacto con ERC, Iniciativa y la CUP, sobre la pregunta y la fecha para celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Ese mismo día, Mariano Rajoy declaraba: “Garantizo que ese referéndum no se va a celebrar. Es inconstitucional”. El lunes 16 de diciembre, en la televisión pública catalana, Artur Mas pone en duda que la negativa del presidente de gobierno español pueda considerarse democrática.

El debate en superficie que suscita el movimiento independentista en Cataluña parte necesariamente de la existencia de un marco legal consecuencia de un pacto político democrático a nivel nacional que no contempla que una parte del territorio se separe. Por otro lado, hay gente que no está de acuerdo y apelando a un supuesto principio universal avant la lettre se consideran legitimados a iniciar un proceso que es ilegal en cualquier latitud. Lo anterior, que cualquier estudiante debiera conocer, es decir, que la democracia sin ley no es tal, es comprensible por sí mismo, pero en Cataluña esto no pasa. La presión ambiental es tan colosal que conduce a que muchas personas acaben pensando precisamente lo contrario, que la ley es un obstáculo que puede ser sorteado. Con ese planteamiento no es de extrañar que el presidente de la Generalitat, y muchos más, sientan una indignación mayúscula cuando no se les otorga la razón, que no es otra cosa que permitir alcanzar el anhelo político de la independencia saltándose el marco general de convivencia. Por eso, el “no” el independentismo lo asocia a imposición y el “sí”, a libertad, cuando evidentemente el rechazo es tan legítimo como la aceptación.

La pregunta que encabeza este texto la formuló Artur Mas en el transcurso de la entrevista en TV3, pero no se dejen engañar, no hay un problema de preguntas y respuestas, hay un intencionado problema de lenguaje. Rajoy no responde con la misma lengua que la usada por Mas al hacer la pregunta. Se hace patente la intención de no llegar a ningún acuerdo (de momento). Mientras tanto ya hay demasiada gente harta de que la política no esté a la altura de las necesidades de una sociedad que se adentra en el siglo XXI.