Notas de Prensa

Mª Victoria Longares: 'Putaísmo'

12-10-2009 | C's

Regulemos de una vez tan antiguo comercio. Ahora, en nuestras leyes, simplemente no existe por mucho que lo veamos. Hay que exigir garantías sanitarias. Y hay que exigir que se paguen impuestos.

 

Hay una forma de machismo inconsciente que me preocupa desde hace tiempo. Me estoy refiriendo a la prostitución. Parece que cuando se habla de este tema nos referimos siempre a pobres mujeres explotadas por las mafias, a miseria, droga y trabajo infrahumano, pero no siempre es así, ni mucho menos.
 
Porque cuando se habla de prostitución masculina hay un respeto desconsiderado por quienes se dedican a tan bello oficio. Como si nuestro interlocutor pensara en primer lugar que son machos bien dotados y que resultan grandes expertos en las artes amatorias, todo lo cual es digno de encomio. Y el respeto inconsciente por ellos se demuestra porque el nombre con que se les define es gigoló, no puto, como empleaba sin rubor Quevedo.
 
También hay mujeres que son prostitutas de lujo. Y éstas también despiertan envidia, como si fueran listísimas y supieran sacar dinero sin esfuerzo a cualquier hombre digno de ser engañado. Incluso hay algunas famosillas que, tras haber sido desenmascaradas, reconocieron haberse dedicado a ello en momentos concretos de su vida.
 
Y todo esto se comenta con cortesía y una pizca de fascinación.
 
Pienso que el trabajo del sexo denigra tanto al comprador como a los vendedores de carne porque, esa frase tan manida y escuchada de “yo hago lo que quiero con mi cuerpo”, simplemente no es verdad. Quien cobra un dinero no puede hacer lo que quiere con su cuerpo, ya que colmará los deseos de QUIEN LE PAGA. Igual que todos sabemos que el alcohol, las drogas, la anorexia o la bulimia son “libertades” que no deben tomarse con el propio cuerpo, debemos reconocer que el sexo de pago denigra a quien compra tanto como a quien vende.
 
Hace unos veinte años, en pleno centro de Lisboa, a las tres de la tarde vi una furcia que, entre dos coches, hacía una felación a un cliente. Reconozco que me quedé aterrada y me llevé un mal recuerdo del viaje.
 
Eso está sucediendo ahora en el centro de nuestras ciudades. Todos lo hemos visto en la televisión. Las imágenes son bien explícitas aunque se pixelen los sexos con un ridículo redondelito. Pues bien, esas imágenes son una afrenta tanto para los espectadores como para los protagonistas.
 
Saquemos esas imágenes de la ciudad. Regulemos de una vez tan antiguo comercio. Ahora, en nuestras leyes, simplemente no existe por mucho que lo veamos. Hay que exigir garantías sanitarias. Hay que exigir una jubilación cuando llega la hora. Y hay que exigir que se paguen impuestos correspondientes. ¿Porqué está exento de IVA un acto sexual cuando sube el IVA de las residencias de ancianos?
 
Sólo la vicepresidenta económica lo sabe.

Mª Victoria Longares, coordinadora de la Agrupación de C's en Madrid, y miembro del Consejo General de C's

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