Notas de Prensa

Mundo paralelo

20-12-2013 | El Mercadal

Lo peor de todo, es que esto genera confrontación entre los que están encantados con vivir en este Matrix y los que no quieren incorporarse a él

En general, distinguir la realidad del deseo y/o la ficción es algo muy importante en la vida.

Sin embargo, el separatismo en Cataluña durante muchos años ha ido construyendo silenciosamente y sin apenas impedimentos,  un mundo de cartón piedra paralelo a la realidad que algunos tienen prisa por inaugurar. Un “marco mental” o “Matrix” separatista. Es sin duda la construcción más faraónica que hemos tenido en Cataluña durante nuestra historia. 

La clave es construirlo poco a poco pero con cimientos sólidos, a través de una lluvia fina que caiga durante décadas y que vaya impregnando a la sociedad desde diferentes flancos.

Una vez que ese mundo paralelo, ese marco mental, está construido desde dentro se puede llegar a decir cualquier cosa sin que nadie levante ni una ceja.

Pongamos ejemplos de las bases de este mundo paralelo (por favor, entiéndase la ironía en todos ellos):

Cataluña y España son dos realidades distintas y enfrentadas. Decir que Cataluña es una región, una Comunidad Autónoma de España, es una grave ofensa.

Cataluña es una y tiene una única voluntad, las voluntades individuales de los 7 millones y medio de catalanes se diluyen en la voluntad colectiva suprema. 

Existen “grandes” diferencias entre los catalanes y el resto de españoles pero una fuerte uniformidad y homogeneidad de todo lo “catalán”. Es decir, un barcelonés de 30 años es muy diferente a un madrileño de su misma edad y condición social, por ejemplo; pero es prácticamente intercambiable con una señora de 70 años de un pueblecito del norte de Girona.

La historia de Cataluña demuestra que desde los primeros tiempos de la Corona y el Reino Catalán siempre hemos sido una gran nación unida con los mismos objetivos y principios, manteniendo una esencia inalterable durante un milenio de forma independiente al resto de España. Esto justifica que España se pueda romper pero que sea sacrilegio cuestionar la indisoluble unidad de la nación catalana.

Lo democrático es lo que se ajusta a los objetivos del separatismo. El Estado Democrático y de Derecho debe permitir "diferentes marcos legales" y que podamos, según convenga, "construir la legalidad que haga falta" porque la vigente no nos permite conseguir nuestro objetivo, que es separarnos de España. Decir que en un Estado Democrático de Derecho sólo existe un marco legal, que es el ordenamiento jurídico vigente, el único legal y el único democrático, y que se debe ir cambiándolo, obviamente, pero respetando las reglas de juego y no saltándonoslo a la torera, etc. ¿Eso? Eso es fascismo.

Tenemos muy poco margen de actuación en Cataluña y nadie puede osar a afirmar que somos unas de las regiones con mayor autogobierno de los países de la Unión Europea. Con lo bien que lo hacemos todo aquí, si por nosotros fuera seríamos uno de los países más ricos, más limpios, con mejor salud general y más felices del mundo.

La culpa de todo lo malo que nos ocurre a los catalanes se encuentra en el resto de España. Los casos de corrupción, la mala gestión, el despilfarro del dinero público o la insoportable deuda de los Gobiernos de la Generalitat, son una cortina de humo enviada desde Madrid para intentar frenar al separatismo.

No importa lo que reiteradamente han manifestado los representantes de diferentes entidades y organismos europeos, Cataluña no saldría de la UE al separarse de España. Y, bueno, si es así, tampoco sería para tanto.

Y por último, como el origen de todos los males está en el resto de España, como nosotros hacemos las cosas en general muy bien y además, nos ponemos siempre de acuerdo en todo porque somos “muy homogéneos”, pues la independencia será la solución definitiva.

Una vez analizado, nos preguntamos: ¿A quién y para qué sirve la construcción de este mundo irreal?

A los que han gobernado mal, para no asumir errores; a los que han robado, para que no se hablé de sus casos de corrupción e incluso poder escapar de las garras de tribunales poco controlados; a los que nunca se han sentido españoles, para que mucha más gente pueda sumarse al separatismo (personas que, únicamente con la fibra sensible y la identitaria no habrían  dado el paso y que necesitaban incorporar la fibra textil del bolsillo).

Lo peor de todo, es que esto genera confrontación entre los que están encantados con vivir en este Matrix y los que no quieren incorporarse a él. Además, ¿desde cuándo huir de la realidad sirve para afrontar los verdaderos problemas?

El paro, el cierre de empresas, la corrupción, la mala calidad educativa, las desigualdades sociales, la falta de esperanza de los jóvenes, los recortes en los servicios básicos, etc. 

Estos problemas se resuelven analizando porqué se producen, y afrontándolos de cara. No con ensoñaciones románticas construidas en cartón piedra. 

No necesitamos inventarnos un mundo paralelo en Cataluña. Bastaría con analizar los errores, poner en valor lo que se hace bien y cambiar lo que no funciona. Exactamente igual que con el resto de España. Tenemos que reformar Cataluña y reformar el conjunto de España. No fragmentarlas.

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