05-05-2009 | Federación de C's en Barcelona

El área de Política Municipal de la Federación de Barcelona Ciudad analiza la forma propagandística en que el Ayuntamiento está gestionando este proyecto.

 

El pasado mes de abril acabó la primera fase del proceso participativo que el Ayuntamiento de Barcelona ha promovido para publicitar su proyecto de reforma de la Diagonal. En esta fase se han celebrado varias sesiones informativas, junto con la creación de una web y una campaña de comunicación específicas. En dos meses el Ayuntamiento se ha gastado 350.000 euros. Pero ésta es sólo la primera fase de un proceso que durará catorce meses y que culminará en abril de 2010 con una consulta abierta a la ciudadanía para que escoja ente dos propuestas que elaborará el propio Ayuntamiento.

Casi nadie discute la necesidad de llevar a cabo una reforma de la Diagonal entre las plazas de Francesc Macià y Glorias. Este tramo de la principal avenida de Barcelona no se ha alterado desde su primera urbanización hace más de un siglo. Concebida por Ildefonso Cerdá como una vía rápida para atravesar la ciudad, cuyo cruce con la Gran Vía había de ser el punto central de su Ensanche, ha perdido esta función, soportando actualmente un tráfico que es mayoritariamente interno. La superposición de usos incompatibles, junto con la estrechez de las aceras, son otros de los problemas a resolver. Parece necesario simplificar secciones y unificar recorridos, buscando una configuración más racional de acuerdo con los usos actuales. Hasta aquí, nada que objetar.

Lo razonable sería que la Oficina Técnica Municipal elaborara un proyecto en base a unos criterios fijados de antemano, o bien que se convocara un concurso al que se presentaran diferentes propuestas. Una vez escogida solución óptima desde un punto de vista estrictamente técnico (lo que sólo expertos en urbanismo pueden decidir) se iniciaría el proceso de exposición pública y presentación de alegaciones. Finalmente, mediante referéndum, podría someterse el proyecto definitivo a la aprobación popular. De esta manera se conseguiría simultáneamente la idoneidad técnica y el máximo consenso social en una actuación urbanística de especial relevancia para la ciudad.

Sin embargo, el hecho de que la Oficina Municipal esté elaborando dos proyectos diferentes revela que los responsables políticos de Barcelona carecen de una idea de ciudad. No se preguntará a los ciudadanos si aceptan o no un proyecto determinado, sino que se les obligará a decidir entre dos propuestas, una decisión que sólo un jurado profesional podría tomar. Bajo la máscara de la participación ciudadana, nuestros representantes tratan de evadir sus responsabilidades. Así, este proceso de participación es un engaño. Será, además, una gigantesca y costosa campaña de propaganda del gobierno municipal, una campaña, como siempre, pagada con el dinero de todos.

 

 

Koldo Blanco – C's- Área de Política Municipal de la Federación de Barcelona (ciudad)