Notas de Prensa

Artur Mas es un mal inversor

14-11-2013 | La Voz Libre

Desde el punto de vista de la psicología financiera a Artur Mas aún le queda pasar por un par de estados mentales antes de entregarse a la realidad

Hay una especialidad que se denomina psicología financiera que describe a la perfección el fenómeno que se produce cuando un inversor se ve atrapado en una posición bajista y éste se niega a reconocerlo, Artur Mas es un inversor de este tipo.

Hay en Cataluña una dinámica independentista alimentada fundamentalmente desde el poder político que tuvo un punto de máxima euforia en septiembre de 2012 con la manifestación del día 11. Artur Mas y su entorno creyeron adivinar que plantear unas elecciones en clave plebiscitarias (sí, plebiscitarias) con el derecho a decidir en su programa iba a asegurarles cuatro años más de gobierno, tiempo suficiente para atisbar la salida de la crisis en la idea de asegurarse otros cuatro años complementarios en el poder. A esa euforia se le ha ido abriendo paso un estado de ansiedad provocado por el fracaso político de CiU y de sus líderes a la vuelta de las elecciones autonómicas adelantadas, sin embargo el apoyo de ERC y la organización de la cadena humana nutrieron la idea de que perseverar podría ser la mejor elección. Se subió entonces la apuesta, acuerdos parlamentarios sobre el derecho a decidir que incluyeron al PSC, comisiones para establecer la ruta hacia el referéndum y amplificación de las acciones de las distintas asociaciones soberanistas. Con un fuerte apoyo en Cataluña se ha ido negando la mayor, la imposibilidad de que el Congreso autorice el referéndum, la respuesta desde la legalidad constitucional y un apoyo in crescendo de la resistencia de una buena parte de la población a creerse que pulpo (derecho a decidir) es un animal de compañía.

Desde la euforia a la ansiedad pasando por la negación llegamos al miedo: El propio Artur Mas ha matizado tardíamente su sí o sí, Pere Navarro trata de descabalgarse del caballo del derecho a decidir con excusas de mal pagador, la gran empresa ya ha dicho que no cuenten con ellos y hasta La Vanguardia ha olvidado su reciente pasado independentista. Artur Mas, igual que el mal inversor, no sólo no hizo una adecuada proyección del futuro, sino que aún constatando una pérdida de valor de su partido en la apuesta independentista se ha enrocado en la negación de la realidad con la esperanza de que el contexto se amolde a sus pretensiones, y hasta aquí las comparaciones, porque no se trata de que la bolsa repunte sino de que hay alguien que ha violentado las reglas del juego democrático y del estado de derecho, por no hablar de las implicaciones emocionales, sociales y económicas que comportaría un proyecto político que pasa por alto la obviedad pragmática e intelectual de la fuerza de la unión.

Desde el punto de vista de la psicología financiera a Artur Mas aún le queda pasar por un par de estados mentales antes de entregarse a la realidad, tanto si tira la toalla como si pretende atravesar el muro sin casco protector esperemos que la fractura que tengamos que lamentar sea sólo la de su cabeza.

 

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