Notas de Prensa

Francesc de Carreras: 'La educación diferenciada'

14-05-2009 | La Vanguardia

La mentalidad dogmática parte de la fe, de que hay verdades innegables que, por principio, no pueden ser puestas en cuestión, aunque la razón y la experiencia siembren dudas en sentido contrario.

La mentalidad dogmática parte de la fe, de que hay verdades innegables que, por principio, no pueden ser puestas en cuestión, aunque la razón y la experiencia siembren dudas en sentido contrario.

Me temo que desde hace años esta mentalidad dogmática está instalada en nuestro mundo educativo y es, quizás, la causa más profunda de la mala educación que, por lo general, se imparte en  nuestros centros de enseñanza, tal como muestran el aumento del  fracaso escolar y el bajo nivel académico de los alumnos que acceden a la universidad. Los últimos Informes Pisa han servido de alerta general para algo que ya era evidente entre quienes nos dedicamos a tareas educativas.

Esta mentalidad dogmática en las tareas educativas se proyecta en muchos aspectos y es la principal causa de los insuficientes conocimientos que se adquieren y en el poco espíritu de trabajo que se fomenta. El rechazo de la memoria como instrumento del saber, la sustitución de los exámenes por sencillos trabajos que, además, se bajan de Internet o el pasar curso con muchas asignaturas suspendidas, son muestras de una filosofía pedagógica que subestima el esfuerzo  y prima los valores lúdicos con el objetivo de no traumatizar al niño y al adolescente. En definitiva, no se educa para la vida real sino para una imaginaria y rousseauniana existencia feliz que no le prepara debidamente para afrontar más tarde las dificultades con las que se va a encontrar cuando sea mayor. Hoy se constata el fracaso de esta pedagogía pero no se corrige. Ya se sabe, los dogmas, debido a su propia naturaleza, son incuestionables.

En estos últimos meses, con un retraso de años respecto a otros países más pragmáticos, se ha iniciado un nuevo debate sobre educación que naturalmente se intenta descalificar desde el dogmatismo. Se trata de la llamada “educación diferenciada”, es decir, aquella que considera conveniente que los alumnos estudien en aulas separadas algunas o todas las asignaturas. Claro y breve: los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. De entrada aparenta ser una apuesta regresiva ya que la igualdad entre sexos es en este momento algo compartido por todos y, a consecuencia de ello, lo más adecuado parece que hombres y mujeres aprendan a convivir desde pequeños. Además, en estos momentos, prácticamente los únicos colegios que practican en España la educación diferenciado son las escuelas privadas del Opus Dei y, como es bien sabido,  todo lo que hace este instituto religioso es, desde el punto de vista políticamente correcto, absolutamente rechazable. Por todas estas razones, nuestra izquierda dogmática considera discriminatoria, segregadora y sexista a esta tendencia pedagógica.

Sin embargo, algunos datos deberían hacernos pensar. Debido a determinados avances científicos, especialmente en psicobiología, se ha comenzado a considerar como pedagógicamente recomendable la educación diferenciada y determinadas experiencias prácticas avalan esta recomendación. Este movimiento empezó en los países anglosajones hacia el 2002, a la vista del fracaso escolar y de la mala calidad de la enseñanza. Hasta entonces, en estos países, la inmensa mayoría de escuelas eran mixtas, ambos sexos convivían en la misma clase. En cambio, con cifras del curso pasado, ya existen en Gran Bretaña 1.092 escuelas diferenciadas, entre sus 100 mejores escuelas 81 son de esta tendencia y, finalmente, entre las diez mejores sólo una es de educación mixta. Por supuesto, entre ellas hay escuelas públicas, subvencionadas y privadas, como también es así en el resto de países. En Francia y Alemania, se imita la experiencia británica. En Berlín, por ejemplo, la enseñanza  diferenciada es promovida por socialistas, feministas  y verdes; en Francia es defendida por significadas feministas y, en resolución del pasado 1 de abril, el Parlamento Europeo manifestado que es una opción legítima que forma parte del derecho a la educación. Periódicos de izquierdas como The Guardian o La Reppublica lo han considerado como una experiencia interesante.

En Estados Unidos la educación diferenciada es uno de los puntos clave de las reformas que Obama quiere llevar a cabo. No en vano su ministro de Educación, Arne Duncan, es uno de los pioneros de esta tendencia en aquel país, donde desde 2002 cuatrocientas escuelas públicas han pasado del sistema mixto al diferenciado con un éxito espectacular, especialmente en zonas conflictivas como Harlem y el Bronx. En la toma de posesión de su ministro de Educación, Obama pronunció una frase que deberían aplicarse a sí mismos nuestros pedagogos fundamentalistas: “No empañemos nuestras reformas con ideología cuando sólo se trata de averiguar qué es lo que más ayudará a la buena formación de nuestros niños”. También Hillary Clinton es desde años una gran partidaria del sistema.

Aporto estos datos sin tener un criterio formado sobre la conveniencia o inconveniencia de la enseñanza diferenciada. No soy ningún especialista en el tema ni lo he estudiado a fondo. Seguramente, además, quizás será bueno en unos casos, malo en otros e indiferente en muchos. En cuestiones pedagógicas creo más en el sentido común que en las teorías de moda. Pero en todo caso me parece lamentable que se ignore la experiencia de otros países y que por dogmatismo pedagógico e ideología política se discrimine en las subvenciones a los colegios que promuevan la educación diferenciada, tal como auspicia y permite la nueva Ley de Educación de Catalunya. 

Francesc de Carreras 

 

(La Vanguardia, 14-V-2008)

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