Somos más los catalanes que queremos disfrutar del progreso, de la reconciliación y de la estabilidad por la que tanto lucharon nuestros padres y abuelos. La mayoría de los catalanes no queremos cambiar de pasaporte, sino que queremos seguir siendo catalanes, españoles y europeos. Sin embargo, los políticos separatistas están rompiendo todo lo que hemos construido juntos: nuestra convivencia, nuestra economía y nuestras instituciones democráticas.
La política de buenos y malos catalanes del separatismo ha traído la división y el enfrentamiento entre ciudadanos que está causando una profunda fractura entre familiares y amigos. Una división que afecta a la vida diaria de los catalanes y a la libertad a la hora de expresar nuestras opiniones y nuestros sentimientos. Una ruptura en dos de la sociedad catalana que tardará mucho tiempo en recomponerse.
Al mismo tiempo, la obsesión nacionalista ha ido acompañada de un abandono deliberado de la sensatez económica que nos está haciendo perder a todos mucho tiempo, dinero y oportunidades. En los últimos años la economía catalana ha empeorado de forma muy alarmante: el desempleo está entre los más altos de la OCDE, la deuda se ha disparado, ha habido una fuga masiva de empresas y bancos, se ha dejado de invertir en innovación y todos los índices de competitividad, corrupción y calidad institucional han empeorado. Sin estabilidad jurídica, las empresas no pueden funcionar y defender los intereses de sus clientes. En las últimas semanas más de 2.500 empresas, que representan más de una tercera parte de la economía de Cataluña y el 85% del valor bursátil, entre ellas todas las principales multinacionales y los bancos más grandes, han movido su sede social a otros lugares de España.
Además, se han destinado ingentes cantidades de recursos públicos y energías en romper con el resto de España y en la construcción de su “Estat propi” a costa del dinero de todos los catalanes. Durante años, los catalanes hemos financiado con nuestros impuestos extensas redes clientelares de propaganda nacionalista y casos de corrupción, mientras todos los indicadores económicos y sociales se han ido deteriorando. La economía no puede depender de los caprichos de un gobierno arbitrario, que se salta las leyes y que está dispuesto, con sus decisiones unilaterales de ruptura, a dinamitar la estabilidad en favor de la independencia.
En definitiva, los problemas reales de todos los catalanes no han sido la preocupación de los políticos separatistas. Los servicios públicos esenciales para los ciudadanos como la sanidad, la educación o los servicios sociales han empeorado en Cataluña. Cataluña es también la Comunidad Autónoma de España con más barracones en las escuelas.Las listas de espera en los hospitales han aumentado. La financiación para dependencia ha caído. Las desigualdades de renta son más grandes y el paro de larga duración está cerca de récords históricos.
Por último, Cataluña ha sufrido una profunda crisis institucional sin precedentes en nuestra historia democrática. Con el desafío constante de los políticos separatistas a la Constitución española, el Estatut d’Autonomia de Catalunya y al conjunto de las leyes democráticas han suspendido de facto la autonomía de Cataluña. Se han pisoteado los derechos de la mayoría de los catalanes poniendo el Parlament de Catalunya, que es de todos los ciudadanos, únicamente al servicio de los intereses separatistas del Govern y se han creído que los políticos separatistas pueden estar por encima del ordenamiento jurídico. Sin duda, costará mucho superar el daño que han hecho al conjunto de las instituciones catalanas y a nuestras leyes democráticas.
Por todo ello, ha llegado el momento de acabar con el procés y abrir una nueva etapa de seny. Es el momento de curar las fracturas que ha creado más de 30 años de nacionalismo para volver a unir a todos los catalanes en un proyecto común dentro de España y de Europa.
Los catalanes merecemos un nuevo gobierno que una a los ciudadanos, un gobierno sensato, sin corrupción y que respete las leyes democráticas. Un Gobierno que se preocupe por los problemas reales de todos, que atienda y reivindique sus demandas legítimas, que mejore los servicios públicos, que apueste por los jóvenes y proteja a sus mayores, que asegure una cobertura sanitaria y una educación de calidad y en libertad. En definitiva, un Gobierno que no esté obsesionado en romper con nuestros compatriotas. Tenemos que abrir una nueva etapa para una nueva Cataluña plural, de oportunidades y que mire al futuro.
El Programa que se presenta a continuación contiene las 10 prioridades principales de Ciutadans.
Necesitamos pasar página de una vez por todas para acabar con años de ‘procés’ y de división, que lo único que ha conseguido ha sido romper la convivencia entre catalanes, provocar una fuga masiva y sin precedentes de empresas y pymes y llevar a Cataluña a la peor crisis social, económica e institucional en la historia democrática.
El procés separatista ha roto la convivencia entre los catalanes y ha provocado una fractura social entre amigos, familiares y compañeros de trabajo. El proyecto de separación y de división del nacionalismo ha enfrentado a conciudadanos, diferenciando entre buenos y malos catalanes.
En el plano económico, la aventura separatista para sacar a los catalanes de España y de la Unión Europea ha provocado la fuga de más de 2500 empresas y pymes y ha generado preocupación e inestabilidad entre los comerciantes, emprendedores y empresarios que ven cómo su tierra pierde oportunidades por culpa de unos políticos irresponsables.
El conjunto de los catalanes no puede permitir dejar su futuro en manos de un proyecto cuyos líderes han degradado las instituciones de autogobierno hasta unos límites sin precedentes. Se han saltado todas las leyes democráticas, han liquidado el Estatut d’Autonomia y la Constitución española y han dañado gravemente la imagen exterior de Cataluña con un rechazo unánime a nivel internacional.
Los catalanes tienen problemas y retos que afrontar mucho más importantes y que son comunes a los del resto de españoles. La solución a los problemas de los catalanes no pasa por un cambio de pasaporte sino por un cambio de gobierno.
Aprobaremos un Plan de Choque para el Retorno de las Empresas que se han ido de Cataluña durante los últimos años y sobre todo a partir del 1-O y de la liquidación de las leyes democráticas por parte del Govern separatista.
Con la aventura separatista, Cataluña ha perdido más de 3.000 empresas durante los últimos años. Sólo desde el 1-O se han ido más de 2.500 empresas, entre las que se encuentran algunas de las más importantes de Cataluña y de toda España y que representan el 30% del PIB catalán. Una fuga de empresas sin precedentes que afecta a pymes y autónomos que han tenido que hacer muchos esfuerzos en los últimos años para seguir levantando la persiana.
Siete millones y medio de catalanes no merecen un Govern que ponga en peligro la estabilidad, que juegue con sus puestos de trabajo o que dinamite las oportunidades de Cataluña.
Queremos que las empresas que se han ido por culpa del independentismo vuelvan a Cataluña y que muchas más empresas vuelvan a querer implantarse en nuestra comunidad. Lo conseguiremos con la aprobación urgente de un Plan de Choque para el Retorno de las Empresas que recoja un ambicioso programa de incentivos fiscales, financieros y administrativos que logrará restablecer la seguridad jurídica y la confianza en la economía catalana.
Los sondeos de opinión de los últimos años siempre han coincidido en situar la corrupción y la falta de regeneración democrática como uno de los grandes problemas de los ciudadanos.
Los partidos separatistas, sin embargo, han intentado tapar debajo de una gran estelada toda la corrupción, los contratos asignados a dedo, las sedes embargadas, el Cas Palau, el 3 per cent, el Caso Vidal y el resto de irregularidades de su gestión. Para ello, han usado todos los recursos a su alcance: han denegado comparecencias en el Parlament para dar explicaciones sobre su corrupción, han bloqueado comisiones de investigación y han nombrado a un Conseller de Transparència reprendido por la Mesa del Parlament por falta de transparencia. Y algunos hasta se han cambiado de siglas para que no se les relacione cuando sus dirigentes desfilaban por los juzgados o la policía entraba en sus sedes en busca de pruebas. Porque mientras acusaban al resto de los españoles de robarnos, muchos de ellos se estaban llevando mordidas de los contratos que pagamos todos los ciudadanos.
Ha llegado la hora de decir basta. De construir una Cataluña libre de corrupción. Ha llegado la hora de que los contratos públicos vayan a quien pueda hacerlo mejor para los catalanes y no a los amigos de los políticos que paguen el “3%”. Ha llegado la hora de regenerar nuestras instituciones, de levantar alfombras y de abrir ventanas. De hacer una Cataluña limpia y transparente para que no nos vuelvan a robar jamás.
Reconstruiremos los pilares del Estado del Bienestar en Cataluña, que se han visto profundamente erosionados por la gestión de unos políticos irresponsables que han antepuesto el procés, las Estructures d’Estat y la división entre catalanes a los problemas reales de los catalanes.
Los gobiernos independentistas se han despreocupado de los servicios sociales, las políticas de vivienda o la atención a la dependencia y colectivos desfavorecidos. Llevan años dedicando todos sus esfuerzos y enormes cantidades de dinero público a la construcción de Estructures d’Estat y a propaganda separatista, dejando de lado a los ciudadanos que más necesitados están del amparo de sus gobernantes.
Como consecuencia, la cartera de servicios sociales está desfasada (debió haberse revisado hace seis años), el sistema de alquiler social es absolutamente ineficaz y Cataluña figura a la cola de España en atención a personas dependientes, con 90.000 ciudadanos colapsando las listas de espera y sin recibir las prestaciones a las que tienen derecho.
Daremos un giro de 180 grados en las prioridades de la Generalitat y pondremos en el centro a las personas y su bienestar. Saldaremos los impagos del Govern con entidades sociales, ampliaremos la oferta de plazas de educación infantil de 0 a 3 años, aprobaremos una Ley de medidas urgentes para mejorar la atención a dependientes y fomentaremos las políticas de conciliación. También redoblaremos los esfuerzos para erradicar la violencia machista y defender los derechos del colectivo LGTBI.
Durante muchos años, la obsesión independentista ha guiado al Govern en todas las facetas de su actuación, provocando división social, enormes daños económicos y un alarmante deterioro de los servicios públicos en Cataluña. Ha llegado el momento de cambiar todo esto y poner el bienestar de los catalanes por delante de la estelada.
Las comunidades autónomas cuentan con importantes competencias en empleo, especialmente en lo que se refiere a formación y políticas de activas de empleo para reenganchar a los trabajadores que llevan mucho tiempo en el paro y están perdiendo la esperanza.
Sin embargo, la obsesión separatista ha hecho que en los últimos años el Govern independentista renunciara a estas políticas: en lugar de ocuparse de los problemas reales de los catalanes y de aliviar la situación de muchos de ellos que se cayeron durante la crisis, ha preferido destinar el tiempo, las energías y el dinero a montar “estructuras de estado” inútiles y fraudulentas. Todo ello ha provocado que los indicadores de empleo en Cataluña, tradicionalmente mejores que la media española, se hayan deteriorado sistemáticamente desde el inicio de la crisis.
Es hora de que desde el Govern de la Generalitat se ponga en el centro de la acción política a quienes más han padecido con la crisis y que se aporten soluciones en lugar de crear problemas adicionales. Es preciso coordinar las políticas autonómicas de empleo con las nacionales para atacar los tres grandes problemas del mercado laboral de Cataluña, que son los mismos que los del conjunto de España: el alto desempleo, la precariedad y el paro de larga duración.
Para ello, Ciutadans propone varias líneas de acción que coinciden con las medidas que ya se han adoptado en el acuerdo de investidura y los presupuestos nacionales. Por una lado, hay que revolucionar las políticas activas de empleo, para que las personas que llevan más tiempo en paro reciban una formación de utilidad y personalizada que les permita recuperar el trabajo y la autonomía. Por otro lado, hay que reforzar la lucha con la precariedad y la pobreza laboral: el Complemento Salarial de Ciudadanos permitirá a cerca de 300.000 jóvenes catalanes trabajar, formarse y percibir un salario digno. Además, seguimos trabajando para quitarle trabas y hacerle la vida más fácil a los autónomos, que son un motor central del crecimiento y el empleo en Cataluña como en el conjunto de España.
Uno de los pilares fundamentales de nuestro estado del bienestar es la educación. Sin embargo, durante décadas, los responsables políticos del procés no han priorizado la actualización y mejora continua del sistema educativo.
Actualmente, las escuelas, institutos y universidades catalanas arrastran problemas endémicos que dificultan que nuestra educación esté a la altura de los nuevos retos. Debido a la falta de inversión en nuevas instalaciones, han convertido a Cataluña en la comunidad con más barracones de todo el Estado.
Queremos una escuela pública donde no se politice a nuestros hijos, donde se enseñe a pensar y no qué pensar. Una escuela en libertad y sin ideologías es fundamental para el desarrollo personal de los alumnos.
Garantizar que todos los niños y jóvenes reciben una educación de calidad, adecuada a sus necesidades e innovadora en la que para aprender en catalán, español e inglés no sea necesario acudir a una escuela privada, sino que también en la pública y concertada se enseñe con un sistema trilingüe. Creemos firmemente que invertir en educación es una apuesta de futuro. Nuestros jóvenes deben poder formarse en un sistema educativo que dé las mismas oportunidades a todos y estar preparados para la sociedad del conocimiento, como ocurre en las sociedades más avanzadas.
Revitalizaremos el sistema de sanidad pública de Cataluña, revertiremos los recortes efectuados y le dedicaremos la atención que no le han prestado unos gobernantes volcados únicamente en forzar la ruptura con el resto de España y la UE.
La sanidad ha sido completamente abandonada por los gobiernos independentistas, que solo se han acordado de ella para recortar su financiación y prestaciones. El gasto sanitario en Cataluña es de 1.241€ por habitante, muy inferior al de comunidades como Cantabria (1.406€), Murcia (1.419€), Aragón (1.427€), Asturias (1.433€) o Extremadura (1.448€). Y esto es así porque la Generalitat ha preferido dedicar el dinero a abrir ‘embajadas’ en el extranjero o crear nuevos organismos como DiploCat para publicitar su procés en lugar de invertirlo en mejorar la calidad de una sanidad que es exclusivamente competencia de la Generalitat. .
Así, mientras el separatismo aumenta la grasa administrativa de la Generalitat y los chiringuitos políticos, el caos se apoderaba del servicio de emergencias del Hospital del Mar y las listas de espera en la Vall d’Hebron para obtener una cama no dejaban de crecer. La sanidad, como todo el sistema de bienestar de Cataluña, ha sido gravemente damnificada por el despilfarro de los gobiernos independentistas.
La prioridad ahora debe ser solucionar todos esos problemas que afectan al día a día de los catalanes, y no crearles otros nuevos. Acabar con los recortes, la falta de sustituciones de personal, las sobrecargas asistenciales, el déficit de ambulancias y las listas de espera, y no enfrentarles con políticas divisivas.
Asimismo, uno de los grandes objetivos de Ciutadans es avanzar en la profesionalización de la gestión sanitaria, despolitizándola y estableciendo las dinámicas necesarias para que estén al frente de ella los mejores y más capaces profesionales, independientemente de sus filias ideológicas. E introduciremos un sistema de rendición de resultados para que la mejora no sea un parche sino un objetivo permanente.
Los últimos gobiernos de la Generalitat han utilizado las políticas de territorio e infraestructuras, no para resolver los problemas de los catalanes, como los retrasos de Rodalies o el pago de los peajes, sino para enfrentarnos con el conjunto de los españoles.
Debajo de la estelada y la reclamación de nuevas competencias el Govern ha intentado esconder verdaderas chapuzas en las infraestructuras y servicios que gestionaba como el agujero de Aigües Ter-Llobregat (ATLL), la quiebra de la aerolínea Spanair o el fiasco del canal de regadío Segarra-Garrigues.
Mención aparte merece la Línea 9 del metro, la obra más cara de la Generalitat y la gestión más desastrosa de las infraestructuras catalanas de los últimos años que acumula ya un sobrecoste injustificable. El presupuesto inicial de las obras era de 2.000 millones de euros, y debía estar acabada en 2007. A fecha de hoy, la obra ya nos ha costado más de 6.000 millones, el triple de lo previsto, y aún queda por acabar la parte principal. Sumando lo que queda por acabar y el pago de los intereses acabaremos pagando del bolsillo de los catalanes más de 16.000 millones. Ocho veces más de lo que nos dijeron a los ciudadanos.
Frente a su ‘cuanto peor, mejor’, nosotros vamos a esforzarnos cada día en tender puentes y recuperar una propuesta para todos los catalanes para llegar a acuerdos y trabajaremos codo con codo con el resto de las administraciones para que las obras necesarias puedan llegar a buen fin. Pondremos el foco en resolver los problemas de los ciudadanos. Porque mientras otros quieren desconexión, nosotros queremos estar mejor conectados con el conjunto de España, Europa y el Mundo. Desde Cataluña queremos liderar las reformas que necesita España, también en infraestructuras.
Cataluña ha tenido históricamente una capacidad indiscutible de atracción para visitantes de todo el mundo. Barcelona es una capital mundial y un destino turístico incomparable: es la ciudad más visitada de toda España y está entre los primeros destinos favoritos de Europa. El conjunto de Cataluña ofrece multitud de parajes atractivos para turistas de todo el mundo.
El turismo es un motor de la economía española al que Cataluña, sin lugar a dudas, contribuye de manera determinante. Según los datos de la Generalitat, el 11% del PIB catalán en 2016 provino de la actividad turística. La aventura separatista está a punto de echar por tierra uno de los principales sectores de la economía catalana, jugando con los centenares de miles de puestos de trabajo que dependen del turismo directa e indirectamente.
La Generalitat ha dedicado millones de euros a abrir embajadas en el extranjero solo para hablar de separación y de división, en lugar de promocionar la imagen de Cataluña en el exterior. Han deteriorado la imagen de nuestra comunidad y han reducido nuestras oportunidades. Además, en estas últimas semanas, los indicadores del turismo no han dejado de bajar: han subido las cancelaciones de viajes a nuestra tierra y las previsiones para el sector indican que puede perder hasta un 20% de su capital, poniendo en juego más de 400.000 empleos. Una pésima noticia para las familias catalanas que han hecho muchos esfuerzos para levantarse después de la crisis.
Ha llegado el momento de poner fin a esta pérdida de oportunidades que ha provocado la aventura separatista. Tenemos que devolver a Cataluña el buen nombre que siempre ha tenido en el extranjero y trabajar para que volvamos a ser noticia por los buenos datos del turismo.
En una sociedad plural, abierta y avanzada, la cultura jamás debería servir para fomentar la exclusión, la división y el pensamiento único.
Durante los años del procés, los partidos nacionalistas han puesto la cultura al servicio del separatismo, obviando que la mayoría de ciudadanos tienen identidades culturales diversas que enriquecen enormemente Cataluña, haciendo de ella una comunidad avanzada, rica y solidaria.
A lo largo de este tiempo, han utilizado la cultura como un instrumento a favor de su causa y no como un bien que hay que preservar para las generaciones futuras. Además, han descuidado el sector cultural y a sus profesionales y han dejado de invertir en la necesaria modernización de equipamientos clave para el fomento de una cultura que esté a la altura de las demandas de los ciudadanos del siglo XXI.
Desde Ciutadans consideramos que la cultura es uno de los ejes clave de nuestra sociedad. Nuestra prioridad es fomentar una cultura abierta, que sea accesible para todas las personas; una cultura diversa, que represente la pluralidad cultural de la sociedad catalana; en definitiva, una cultura al servicio de las personas, no de intereses o identidades excluyentes.