Ciudadanos es un partido político liberal y progresista heredero de la tradición constitucional nacida con la Ilustración, la Constitución estadounidense y las Revoluciones Liberales. Nuestra ideología bebe directamente del liberalismo político español que estableció en 1812 en las Cortes de Cádiz el concepto de Nación como la reunión del conjunto de los españoles, así como su carácter soberano. La actual Constitución de 1978 constituye el texto en el que la tradición liberal española alcanza sus cotas máximas de influencia en el marco legal, pues con su aprobación se garantiza la división de poderes, la soberanía del pueblo español, los principios de libertad, igualdad -también entre hombres y mujeres-, solidaridad y justicia como valores supremos, el pluralismo político y el carácter social, democrático y aconfesional de nuestro Estado de Derecho.
La separación de poderes constituye la mejor prevención a la concentración del poder en manos de uno solo de ellos, garantía de absolutismo. Creemos en ese equilibrio entre los poderes del Estado a fin de que garanticen las libertades y derechos de los ciudadanos, esto es, procurando y asegurando el imperio y cumplimiento de la ley. La intromisión en la esfera privada del ciudadano no debe ser competencia ni asunto de los poderes públicos.
Creemos en una sociedad de ciudadanos libres e iguales, donde el individuo disponga de las herramientas suficientes para desarrollar su potencial y perseguir el plan de vida que desee de manera autónoma. Para ello, consideramos fundamental la confluencia de dos principios irrenunciables: la libertad individual con la mínima injerencia del Estado en la conducción de la voluntad privada del ciudadano, y la igualdad de oportunidades, únicamente posible con políticas públicas orientadas a corregir las desigualdades de base que existen.
Nuestra primera prioridad es la defensa y el avance de las libertades individuales, sin que el lugar de nacimiento, la raza, el sexo, el género, la orientación sexual, la religión, la opinión o cualquier otra circunstancia personal o social puedan limitarlas. Creemos que recuperar y mantener la confianza en el sistema democrático exige su permanente renovación. Somos un proyecto esencialmente reformista y regeneracionista: defendemos una división de poderes efectiva y el cumplimiento del imperio de la Ley sin excepciones particulares, la lucha contra la arbitrariedad y la discrecionalidad que en los últimos años han multiplicado los gobernantes, el combate incesante contra la corrupción (económica, moral, política e institucional), un sistema electoral proporcional que nos acerque al principio ‘un español, un voto’, o el compromiso reafirmado con la libertad de expresión, puesta en duda por moralistas de todo signo que han convertido a medios de comunicación y a los actores del debate público en dianas de una censura impropia del siglo XXI.
Como liberales defendemos el escrupuloso cumplimiento del artículo 14 de la Constitución Española, es decir, la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, sin discriminación alguna. Por ello, nos oponemos a la mal llamada “discriminación positiva” por razón de sexo, que ha llevado a la aprobación de sucesivas leyes discriminatorias, cuotas por razón de sexo, así como otras políticas públicas en ese mismo sentido. Las mujeres y los hombres deben tener igualdad ante la ley e igualdad de oportunidades, pero en ningún caso se debe buscar la igualdad de resultados colectivos, que atentan contra el mérito y capacidad del individuo, a la vez que consideran a la mujer un ser inferior que debe ser tratado de manera paternalista por el estado.
Somos un partido que lucha por la defensa de los derechos de las personas LGTBI. Actuamos desde cualquier ámbito de actuación de la formación para garantizar la igualdad efectiva de las personas LGTBI, oponiendo nuestra forma de entender el amor entre individuos a cualquier ideología que pretenda incidir en la forma en que las personas deciden desarrollar, de forma libre y convenida, su vida.
Luchamos por una cultura política basada en el respeto al adversario y el rechazo a las actitudes políticas intolerantes y sectarias, que son la carcoma que devora los cimientos de nuestra vida en común, como prueban las peores prácticas que nacionalistas y populistas llevan años apuntalando en España. Los liberales respetamos las razones y opiniones de los demás, admitimos su derecho a expresarse en igualdad de condiciones y bajo las mismas reglas.
Defendemos una España unida y diversa que reivindica su historia, sus lenguas y su cultura como patrimonio de todos, sin hacer de esa riqueza un arma política para sembrar la discordia o el enfrentamiento entre ciudadanos iguales en derechos, sin importar su lugar de nacimiento, residencia, género o raza. Creemos en la España de las autonomías recogida en el texto constitucional como fórmula para integrar la unión en la diversidad, si bien reconocemos que la interpretación y aplicación de determinados artículos han causado dificultades para la unidad e igualdad entre los españoles, tanto por la deslealtad del nacionalismo como por el propio paso del tiempo. Necesitamos redefinir nuestra forma de vida en común para dar mejor cumplimiento al ideal de ciudadanía de libres e iguales que es pieza clave de nuestra ideología.
Somos un partido europeísta. La Unión Europea se ha demostrado como un proyecto necesario para la paz y la democracia en nuestro continente y el mundo, especialmente en un mayor contexto de inestabilidad internacional. Somos partidarios de seguir avanzando en los distintos procesos de integración que desemboquen en la efectiva unión política de los más de 500 millones de ciudadanos que comparten el proyecto común europeo de estabilidad, progreso, seguridad, libertad y competitividad; lleno de oportunidades presentes y pensando especialmente en los jóvenes y generaciones futuras. El objetivo de este proceso de integración es la consecución de unos Estados Unidos de Europa plurales, abiertos y respetuosos de las distintas tradiciones y culturas que los integran. Sin embargo, tampoco debemos caer en el seguidismo acrítico, sino que debemos confrontar los fallos de diseño institucional de la Unión, ser críticos con aquellas políticas que no son consecuentes con los valores europeos y apostar por una mejor Europa a través del debate racional y la crítica constructiva.
Conforme a nuestros valores europeos, creemos en un mundo regido por las normas del Derecho internacional. Estamos comprometidos con el respeto y cumplimiento del marco normativo establecido por las Naciones Unidas, las libertades civiles, los derechos humanos, la seguridad, la lucha contra el terrorismo y la protección del medio ambiente. De la misma forma, reafirmamos nuestro compromiso con el entramado de instituciones internacionales que contribuye al mantenimiento del orden liberal internacional, especialmente con la OTAN, garante de paz y democracia en el continente europeo desde hace muchas décadas.
Asumimos el especial vínculo de nuestra nación con el conjunto de naciones iberoamericanas y todos sus ciudadanos, a los que siempre apoyaremos para luchar conjuntamente por su libertad, progreso y prosperidad. Apoyaremos toda iniciativa que contribuya a aumentar el peso específico de España en el mundo y la defensa y promoción de los intereses de los españoles.
Reafirmamos nuestro compromiso con la defensa de los intereses de la clase media fuerte y dinámica, a la que consideramos imprescindible para una democracia de calidad, que solo existirá en el marco de una economía de mercado donde los poderes públicos garanticen la libre competencia, la lucha contra los oligopolios y el capitalismo de amiguetes, o capitalismo clientelar, para evitar la colusión entre la empresa y los poderes públicos. En paralelo, consideramos que el Estado debe estimular el crecimiento económico y velar por su justa distribución mediante la política social y asistencial.
Apostamos por una sociedad civil fuerte, vibrante e independiente, que sirva de necesario contrapeso a la acción estatal y que garantice más espacios de libertad de los ciudadanos, entre los que contemplamos la familia en todos sus modelos, con un Estado que apueste por una cartera de políticas sociales ambiciosas para permitir su desarrollo. También creemos en su capacidad de fomentar virtudes cívicas y garantizar el respeto a la esfera privada de cada individuo
Creemos en la economía del conocimiento a través de la educación, la innovación, la ciencia y la cultura. Con un modelo económico y social basado en el talento de nuestro capital humano pretendemos modernizar España, lograr que se genere empleo de calidad, fomentar la cultura del emprendimiento, el desarrollo empresarial de grandes y pequeñas empresas, y dando máxima prioridad al colectivo de autónomos, que representan un altísimo porcentaje del entramado productivo, potenciando y favoreciendo la implantación del tejido productivo en todo el país atendiendo a criterios estratégicos, de sostenibilidad y eficiencia con el objetivo de ser y ser más competitivos en la era de la globalización. Queremos, en definitiva, que emerja y se consolide la España de las oportunidades, donde el mérito y la capacidad sean los que determinen lo lejos que puede llegar toda persona, sin que las azarosas y moralmente arbitrarias circunstancias de su nacimiento puedan perjudicarle.
En resumen, defendemos los valores clásicos del liberalismo como el respeto a la vida y a la dignidad de las personas, la libertad -sin la cual no es posible una vida plena, sin libertad la vida es un sucedáneo-, la autonomía – incluida sobre nuestro propio cuerpo –, la propiedad privada, la igualdad ante la ley, el Estado de derecho y la seguridad jurídica, la transparencia, y, por supuesto, el libre comercio.
Nos habíamos agotado. Nuestra propuesta para España ha sido ampliamente superada, consecuencia de errores estratégicos y tácticos que se han ido concatenando desde 2018. Esta Asamblea General Extraordinaria, la Asamblea para la Refundación, toma nota de todos y cada uno de los errores que se pudieron cometer y plantea un nuevo plan estratégico para un nuevo ciclo político. No vamos a perdernos en diagnósticos eternos ni en la melancolía de lo que pudo ser y no fue; al contrario, nos declaramos herederos de todos los principios y valores que ha representado Ciudadanos desde su nacimiento para seguir construyendo un proyecto político adaptado a los tiempos que sea capaz de representar a los millones de españoles que hoy se sienten huérfanos.
No es casualidad que el partido que mejor representa las ideas liberales en España naciera precisamente en Cataluña en el año 2006, coincidiendo con la etapa de los gobiernos tripartitos que los socialistas catalanes conformaron con el separatismo (ERC) y los herederos del comunismo catalán (ICV-EUiA). Aquella etapa oscura está en la base de la deslegitimación de la Transición y de nuestro sistema institucional que, apenas una década después, acabaría desembocando en el golpe de Estado de 2017 perpetrado desde la Generalitat, la mayor amenaza que nuestra democracia ha sufrido tras el 23-F. De ahí la importancia de que Ciudadanos surgiera de las entrañas de la sociedad civil catalana, concretamente de un grupo de intelectuales inspirados por los valores liberales de la Ilustración y hastiados de la hegemonía cultural del nacionalismo en Cataluña. Y, sobre todo, de ahí la importancia de la victoria que Ciudadanos cosechó en las elecciones autonómicas catalanas de 2017, cuando por primera y hasta ahora única vez en la historia un partido desacomplejadamente constitucionalista y partidario de la unidad de España logró derrotar al nacionalismo identitario en las urnas. Demostramos, entonces, que no hay nada escrito y que todo es posible.
En 2014 Ciudadanos se expande al resto de España e irrumpe en la sociedad española respondiendo a algunos debates que se planteaban en la España de entonces. Era el momento de la caída del bipartidismo, del escenario político post-15M, del momento reformista y de una demanda de cambio transversal a toda la sociedad; donde Ciudadanos encontró un hueco en el espacio liberal articulado en torno a la idea de sensatez, reformas y nueva política. Se abordaron entonces los debates pendientes para modernizar las políticas públicas, mejorar el mercado laboral, regenerar la vida política española y frenar los impulsos iliberales de los nacionalismos periféricos, con un proyecto nacional sólido y una idea de España moderna y adaptada a la Europa de esa primera década del siglo XXI.
Esa España era muy diferente a la que nos encontramos hoy, y también debe serlo, por tanto, nuestra oferta política. No vamos a dejar pasar la oportunidad, y planteamos esta Asamblea extraordinaria como nuestro mejor momento para empezar de cero y renovarnos por completo, por fuera y por dentro. Esta renovación de nuestras prioridades políticas responde a 5 premisas:
Este Asamblea para la Refundación se ha convocado con un único objetivo: rediseñar la herramienta de representación del espacio político liberal y reformista. Este proceso nace con auténtica vocación catártica, pero es la militancia, en primer lugar, y los españoles con su voto en última instancia, los que deban refrendar este camino.
La España que viene no se resigna a la orfandad política, tampoco esquiva la reflexión sobre los errores que se pudieron cometer, pero exige que nuestra refundación se sustente en la convicción de que nosotros estamos en política para cambiar España a mejor y en la certeza de que, por desgracia, todavía estamos lejísimos de lograr nuestros objetivos.
Estas dos décadas de siglo XXI que hemos vivido suponen, posiblemente, el mayor paradigma del significado de la palabra revolución. En 20 años se han sucedido a una velocidad inverosímil cambios económicos, culturales, tecnológicos, sociales, políticos y también sanitarios. Hemos vivido la unión monetaria, la ampliación de la Europa heredera de los principios de razón y libertad, el fin de varias autocracias, los avances legislativos en materia social, el nacimiento de la conectividad global o la aparición de las redes sociales.
Pero el siglo XXI también ha supuesto grandes decepciones. El auge y la consolidación de los valores democráticos peligra cada día por los populismos y los tiranos; las pulsiones autoritarias e iliberales siguen existiendo no en países lejanos, sino a las puertas de nuestra casa; no tenemos la sensación de vivir mejor que nuestros padres, tampoco la de poder asegurar el futuro de nuestros hijos. No podemos dar por hecho la senda de progreso hacia un futuro mejor, sino que tenemos que convencernos de que somos nosotros los que tenemos que crearla y pelear, como hicieron nuestros padres y abuelos, por un porvenir mejor. En España, en Europa y en todo el mundo no existe una aspiración más legítima.
La clase media -cuyo crecimiento representó un ideal común de progreso, de estabilidad democrática y de la posibilidad de desarrollar proyectos vitales lejos conforme a los principios de mérito y capacidad- está en peligro. Amenazada económicamente, se enfrenta a un horizonte en el que los moralistas de todo signo buscan colectivizarla y vaciarla de individualidad. Los liberales combatimos la pulsión uniformizadora y colectivista desde los tiempos de Tocqueville, porque es el camino más corto para eliminar la libertad individual, la mayor garantía de responsabilidad y confianza que posee el ciudadano. Además, en España es una realidad empírica la voladura de todas las bases de convivencia vigentes desde la Transición. Hoy, está en peligro nuestra esfera pública, lugar de reunión de diferentes ideas y sustento del pluralismo básico en cualquier democracia.
Por todo ello, los herederos de los conceptos de progreso, concordia, igualdad, los defensores de la evidencia y la razón tenemos el mandato histórico de no callarnos, tomar partido y exponer una serie de principios liberales que, lejos de estar garantizados, están cuestionados y en serio riesgo de difuminarse entre tanta polarización.
El liberalismo como movimiento está tan arraigado en la historia del pensamiento político como los considerados clásicos. Lleva siglos luchando por los derechos del individuo, por la libertad y la dignidad de las personas y por la igualdad de oportunidades, principios tan vigentes hoy como hace 200 años. Sin embargo, reconocemos que la realidad actual, inflexible como es, nos dice que podemos perder la partida. La amenaza de que todo en lo que creemos muera por el camino es real salvo que logremos reunir a los millones de españoles que comparten con nosotros esta manera de ver el mundo y de sentirse parte de la comunidad.
La España que viene -abierta, tolerante, diversa y orgullosa- ofrece un escenario único de oportunidades para el cambio. Un cambio que se debe defender desde los principios radicales del liberalismo, enfrentado como está a las opciones políticas que están arruinando nuestro país no sólo económicamente sino en términos de convivencia. Un cambio que pase también por identificar a aquellos votantes hastiados del proyecto en el pasado, pero que retornarían al espacio liberal con una oferta ilusionante. Una oferta con una idea propia y que confronte con las caducas propuestas de otras ideologías.
Habrá que rivalizar con un socialismo agotado en sus propios términos, con una izquierda desquiciada y caricaturesca que ha desconectado de todos los principios que deberían sostenerla. Abandonó su idea fundamental de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, perpetuando divisiones basadas en el lugar de nacimiento. Dejó de lado la búsqueda de igualdad de oportunidades en favor de una agenda basada en políticas públicas sin evidencia y un déficit y una deuda disparada. Y ha renunciado a cualquier tipo de virtud cívica, agitando las llamas de la polarización para tratar de deslegitimar a otras opciones y buscar adhesiones en lugar de consensos. Esa izquierda desconectó hace mucho tiempo de los problemas reales de los ciudadanos, y sostiene hoy un Gobierno imprudente que solo sabe disparar el gasto, el déficit y la deuda. Entre los hastiados de esa izquierda se encuentran votantes que nos apoyaron en su momento, pero que se alejaron ante los vetos a todo pacto hacia la izquierda y una política económica basada exclusivamente en la reducción de la carga impositiva.
Habrá que rivalizar también con una derecha conservadora a la que el reformismo le produce un rechazo patológico y cuya máxima ambición es heredar el poder, volver al statu quo de hace 10 años como si tal cosa fuera posible, y perpetuar una concepción de España anclada en el pasado. A su lado, una derecha iliberal y populista, cuyas pulsiones reaccionarias le hacen añorar un país que nunca existió, uno de uniformidad e intolerancia que hace imposible el entendimiento entre diferentes que debe regir en toda democracia parlamentaria. La existencia de otra derecha, tan identitaria, iliberal y populista como su espejo en la izquierda, que solo ofrece demagogia, pasado y nostalgia, exacerba las pulsiones reaccionarias y hace imposible el ambiente de entendimiento entre diferentes que debe regir toda democracia parlamentaria. Aquellos que nos votaban más cercanos a este espacio se alejaron por no ser capaces de crear una alternativa suficientemente seductora ante el conformismo y defensa del statu quo de unos, así como el enfado como política de otros.
Por eso es tan importante seguir dando la batalla política, cultural e intelectual contra el nacionalismo reaccionario en Cataluña y el País Vasco, pero también en otras comunidades como la Comunidad Valenciana, Islas Baleares o Navarra, donde los nacionalismos amenazan la convivencia y la propia continuidad de nuestro proyecto de vida en común. La unidad de España no es una opción política contingente, sino la clave de bóveda de nuestro ordenamiento democrático y un valor superior que garantiza nuestros derechos y libertades públicas a corto, medio y largo plazo, por lo que, como liberales, debemos asumir de forma imperativa la necesidad de seguir defendiéndola frente a los nacionalismos y populismos que la amenazan y erosionan nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho.
Asimismo, debemos entender que la mejor forma de cambiar la realidad de nuestro país y de ofrecer una alternativa a los españoles que apuestan por nuestro proyecto político es pactar, acordar e introducir el máximo posible de nuestras ideas en cualquier pacto de gobierno o de legislatura. Así pues, nuestro proyecto debe ser capaz de rivalizar y confrontar, pero también de tender puentes y abrirse hueco en los acuerdos, de forma que nuestro proyecto esté lo más reflejado posible en cualquier medida o política que se ponga en marcha. Como decían nuestros compañeros liberaldemócratas británicos, debemos saber actuar como el cerebro de un gobierno de izquierdas y como el corazón de un gobierno de derechas.
Estos son los 10 principios que supusieron el pistoletazo de salida para la acción del Equipo para la
Refundación Liberal. Son los cimientos sobre los que ilusionar a los millones de españoles que están esperando una herramienta política que les vuelva a representar, que les trate como adultos y que se atreva a señalar, desde el respeto institucional, todo lo que no funciona bien. Son, también, un reflejo de los valores liberales que ya hemos formulado. Esta vez es nuestra responsabilidad, sin vocación sempiterna de queja sino con ánimo de cambio efectivo y con la valentía para unir esfuerzos desde el compromiso con los valores liberales.
Nuestra acción política ha estado marcada por el trabajo ejemplar y ejemplarizante que llevamos a cabo en las instituciones donde tuvimos responsabilidades de gobierno. Ya no estamos en ningún gobierno autonómico, pero sí en muchos municipales, incluyendo el Ayuntamiento de Madrid, nuestro gobierno más visible. Nuestra manera de actuar ha sido, es y será un reflejo de nuestros valores y nuestro ideario político, igual que la labor de oposición allá donde no formemos parte de los gobiernos. Desde la oposición, trabajaremos en la estrategia de tender puentes y buscar acuerdos útiles y positivos para los ciudadanos.
Nos interesa el presente y el futuro de los españoles por encima de las siglas y por eso debemos ser capaces de llegar a acuerdos programáticos basados en el qué y no en el quién, sin líneas rojas salvo con partidos vinculados al terrorismo, la violencia o que busquen subvertir el orden constitucional-, y basados en la política incremental: cuanto más responda un acuerdo de Gobierno a nuestro programa mejor, cuanto más detallados y explícitos sean mayores garantías cumplimiento y ejecución tendremos; pero preferimos siempre que esté condicionado por nosotros a que estemos fuera. Debemos ser capaces de liderar la conversación pública, proponer reformas y atraer a los distintos grupos de votantes liberales que han quedado huérfanos de una verdadera alternativa. Sin importar a quién molesten nuestras propuestas.
Hemos demostrado, allí donde tenemos o hemos tenido responsabilidades de gobierno, que se pueden gestionar eficazmente los recursos públicos sin necesidad de malgastar, endeudarse o subir impuestos. Hemos demostrado que se puede gobernar desde la transparencia, la eficacia y la lucha contra la corrupción. Debemos establecer las vías de coordinación necesarias entre gobiernos para comunicar, consolidar y compartir una forma de gobernar, que sea congruente y permita aprovechar sinergias que revertirán en el interés y la igualdad de los ciudadanos.
Igualmente, la coordinación y colaboración se deberá hacer extensiva a todos los ámbitos de representación institucional, como los grupos parlamentarios autonómicos o locales. Desde nuestros inicios, hemos sido capaces de identificar lo que sucedía en la sociedad civil y llevarlo al plano político. Debemos continuar y reforzar la idea de escucha de la sociedad, de los problemas y las preocupaciones reales que tienen nuestros ciudadanos y establecer los mecanismos necesarios para que desde la vida política se puedan resolver y de manera eficaz.
Necesitamos avanzar en el fortalecimiento de nuestra estructura territorial para consolidar nuestra presencia física en todos los municipios de España, sin olvidar los más de 2 millones y medio de españoles en el exterior. También debemos avanzar en la implantación sectorial. Somos un partido abierto al talento y por tanto seguiremos trabajando para crecer en afiliados, simpatizantes, y personas de la sociedad civil que nos aporten conocimiento, inteligencia y energía para transmitir nuestras ideas, nuestros valores y nuestros principios. Asimismo, es imprescindible atraer el talento joven identificando las preocupaciones de la juventud para adelantarnos a los problemas del futuro.
Con la finalidad de motivar y aprovechar el talento para hacer más eficaz nuestra acción política, el partido promoverá la creación de una red de talento a través del establecimiento de grupos de trabajo sectoriales eficaces donde afiliados y simpatizantes tengan ocasión de, a raíz de su experiencia y conocimientos técnicos, contribuir en el desarrollo de políticas públicas por parte del partido. Los grupos de trabajo son una oportunidad para atraer el talento de la sociedad civil, permitiendo al partido enriquecerse del conocimiento proporcionado por expertos y profesionales en diferentes materias y de aportar valor añadido a nuestras medidas programáticas y a la sociedad española. Para los participantes, sería darles la oportunidad de tomar parte de manera activa en el desarrollo del proyecto. Las personas encuentran apoyo en todo tipo de asociaciones y organizaciones que cohesionan la sociedad la dotan de sentido, y a la vez, contribuyen a resolver los problemas que nos atenazan. Por ello tienen que jugar un papel importante en nuestra labor de escucha y participación.
Asimismo, debemos ser garantía de servicio neutral y objetivo a los intereses generales con la presencia en los organismos y entidades públicas que nos corresponda, pudiendo así ejercer una labor de vigilancia mediante la elección de cargos que aporten una visión técnica y orientada a la mejora del funcionamiento de las instituciones frente al reparto partidista de lealtades que ejercen otros partidos. Apostamos también por la formación, el estudio y la difusión de los valores de la libertad y la democracia. A lo largo de los últimos años, hemos acumulado un acervo de conocimiento y mejores prácticas de parlamentarismo y gobierno.
Los principios esenciales de nuestra actuación en estos ámbitos son la transparencia, la eficacia en la gestión y la evaluación de políticas públicas. Estos estándares deben analizarse, evaluarse y sistematizarse para extenderse a cualquier actuación. Sistematizar nuestras mejores prácticas y forma de hacer facilitará que una ciudadanía crítica pueda apreciar el valor de nuestra propuesta liberal reformista y permitirá, además, la mejora continua de los procesos y medidas que se pongan en marcha. Afrontamos esta refundación con un liderazgo renovado, desde la unión, con una fuerte implantación, centrado en las necesidades de la ciudadanía, y con las mismas ideas transformadoras que hemos estado defendiendo hasta ahora y que necesita nuestro país.
Tras las elecciones municipales de 2019 nuestra representación llegó a los 2.790 concejales presentes en 1.398 municipios. Ellos han sido los mejores representantes de nuestra vocación municipalista, y son las personas que, con su ejemplo y su coherencia, tienen que fortalecer a las instituciones más cercanas a los ciudadanos. Los Grupos Municipales y las Agrupaciones trabajaron durante el periodo 2015-2019 con el objetivo, planteado en la anterior Asamblea General, de construir proyectos políticos que pudieran ser una alternativa de gobierno sugestiva para la ciudadanía.
El trabajo dio sus frutos y permitió cumplir el objetivo: hoy tenemos más de 200 alcaldes y formamos parte de casi 400 gobiernos municipales entre los que se encuentra la capital de España, Madrid, y otras 17 capitales de provincia a lo largo de la legislatura: Albacete, Alicante, Ávila, Badajoz, Ciudad Real, Córdoba, Granada, Guadalajara, Jaén, Málaga, Murcia, Oviedo, Palencia, Pamplona, Salamanca, Santander, Teruel, Zaragoza.
Nuestro trabajo en los Ayuntamientos se guía por hacer de la transparencia, la austeridad, la eficiencia en la gestión, la cercanía al ciudadano y la rendición de cuentas nuestros ejes fundamentales, y así debe seguir siendo. Necesitamos ayuntamientos que ejerzan correctamente sus competencias, que sean financieramente sostenibles, que no hagan del endeudamiento y las subidas generalizadas de impuestos el eje de su gestión económica.
Si el dinero público tiene cara y ojos cuando se recauda tiene que verse con esta misma cara y ojos cuando se gasta; solo así se podrá hacer una gestión eficiente de los recursos públicos. Los Ayuntamientos no deben concebirse como administraciones al servicio de los partidos cuando se gobierna, sino que deben ser la Administración centrada en el interés de los ciudadanos.
Comprometidos como estamos con nuestro modelo de estado de bienestar, nuestros representantes en los Ayuntamientos primarán siempre las políticas sociales para mejorar la vida de la ciudadanía y para establecer las condiciones para que el individuo pueda desarrollarse como desee. Reforzar nuestra presencia en los Ayuntamientos es esencial para cimentar una alternativa de gobierno en el conjunto de España. Por ello, debe ser nuestro objetivo continuar nuestra expansión territorial con la aspiración de poder tener implantación allí donde hoy no llegamos y presentar candidaturas en un mayor número de municipios dotando de herramientas, flexibilidad y confianza a nuestros representantes y candidatos municipales para que, respetando los principios fundamentales del partido, sean ellos -quienes mejor conocen las circunstancias y necesidades de sus municipios- puedan confeccionar listas y programas solventes. Como partido trasversal, debemos también reivindicar potenciar y difundir nuestro compromiso y vocación como un partido municipalista.
Nuestras agrupaciones son la conexión más directa del partido con la ciudadanía y de los afiliados entre sí. El papel de las agrupaciones es clave en la pretensión de facilitar la escucha de la sociedad civil y responder de manera más certera y veloz a sus necesidades. Todas las voces que nos ayuden a escuchar mejor a nuestros ciudadanos serán necesarias para acabar consiguiendo una buena representación y acción de gobierno. En definitiva, nuestras agrupaciones deben convertirse en esa plaza pública en la que puede desarrollarse un debate sincero y un intercambio de ideas con el objetivo de mejorar e implementar nuestras propuestas desde el respeto y el entendimiento del adversario.
Hemos perdido todos los gobiernos autonómicos que conformamos tras las elecciones de 2019. Somos conscientes de los errores y de la senda que ha llevado a nuestros grupos autonómicos a la extinción en los sitios donde fuimos Gobierno, con la única y notable excepción de Castilla y León. En los Gobiernos de Castilla y León, Murcia, Comunidad de Madrid y Andalucía llevamos a cabo nuestras políticas –y nuestra forma de hacer política- para cerca de 20 millones de españoles. Estos gobiernos autonómicos supusieron una gran responsabilidad y una oportunidad de demostrar la utilidad de Ciudadanos para impulsar reformas y dar estabilidad con gobiernos moderados. Sin embargo, en demasiadas ocasiones esa utilidad quedó diluida en la coalición y rentabilizada por un socio mayoritario del que no supimos o quisimos diferenciarnos. Debemos ser valientes a la hora de defender nuestra posición, incluso cuando gobernamos con otros partidos, siendo claros en la defensa de nuestros principios y de las medidas que son buenas para aquellos a quienes representamos: la voluntad de ofrecer estabilidad no puede acabar sacrificando nuestra visibilidad y percepción de utilidad.
Los próximos gobiernos de los que formemos parte tienen que defender de forma ejemplar nuestros valores de libertad, solidaridad y unión, y reivindicar la igualdad de los españoles, así como hacer de contrapeso frente a las políticas populistas que puedan llegar del gobierno de España. Nuestros gobiernos deben trabajar coordinadamente para conseguir que los ciudadanos puedan tener las mismas oportunidades vivan donde vivan, impulsar reformas y defender nuestros valores. Debemos, además, defender nuestras posiciones y hacer oposición útil y responsable donde no gobernamos. Hemos demostrado ser capaces de hacer un trabajo de oposición, vigilante y constructiva, mucho más activo que el de los viejos partidos, y debemos seguir haciéndolo.
Somos una alternativa fuerte con un proyecto alternativo capaz de impulsar cambios y reformas que mejoran la vida de la ciudadanía, lo que sin duda nos permitirá seguir mejorando los resultados en las siguientes elecciones. Durante los próximos años, nuestro objetivo será formar parte de nuevos gobiernos, sin líneas rojas más allá de nuestros principios y valores, y ampliar nuestra presencia institucional y social.
Los planes estratégicos específicos deben permitirnos obtener representación y conseguir un buen resultado para que el espacio liberal tenga voz y para poder defender en cada territorio la igualdad, la solidaridad, la libertad y la unión. Debemos identificar nuestros objetivos en base a esa meta final y conseguir escuchar y entender las necesidades y preocupaciones de aquellos para quienes hablamos, evitando debates artificiales o caer en la última polémica de actualidad si ésta no casa con esa estrategia. Para ello, el reto es ser percibidos como una alternativa viable, reformista, implantada en las realidades (políticas, sociales, culturales) propias de cada territorio y con un objetivo claro: ilusionar y apoyar a los ciudadanos.
Nuestros escaños servirán para seguir presentando iniciativas y plantear reformas necesarias, con quien sea y contra quien haga falta, pero capaces de aglutinar consensos con el objeto de mejorar la vida y el futuro de los ciudadanos. Ciudadanos, siempre que ha sido decisivo en las instituciones, ha sido la garantía de la libertad y la igualdad de los españoles y deberá seguir ejerciendo una oposición firme y útil frente a los abusos cuando desde el gobierno se traspasen las líneas rojas que para nosotros delimitan los derechos y libertades, el estado de bienestar y el marco constitucional:
Frente a la ruptura, nosotros preferimos construir; frente a la división, nosotros preferimos la unión; frente a la imposición, nosotros preferimos la libertad; frente a la revolución, nuestro Grupo Parlamentario siempre estará en la reforma sensata. Participaremos activamente, defendiendo nuestra posición liberal y orientada al futuro, en los grandes acuerdos que España necesita ya mismo: un Pacto Nacional por la educación que dure toda una generación, reformas en el empleo, en innovación, en competitividad económica, fomentar la natalidad, garantizar las pensiones de hoy y del futuro, dotar de sostenibilidad nuestro modelo de estado de bienestar. España no se puede permitir otra década perdida en términos de reformas, modernización y prosperidad de las clases medias trabajadoras.
Nuestro papel es central en la política española: un espacio político que quiere aglutinar a los ciudadanos que optan por posiciones sensatas, reformistas y valientes, con un proyecto alternativo de gobierno para toda España. Solo el espacio liberal podrá asegurar que el sentido común y las políticas públicas van acorde al signo de los tiempos y que no perdemos el tren del progreso, asegurando que cualquier gobierno que se pueda formar tenga la mayor impronta posible de nuestras ideas y posiciones.
En las últimas elecciones europeas, Ciudadanos consiguió ser la tercera fuerza española más importante en el Parlamento Europeo. Desde esa posición, se trabajó por agrandar nuestro grupo político (la Alianza de Liberales y Demócratas de Europa, ALDE) para incluir en nuestro grupo político a la coalición liderada por el partido del presidente francés Emmanuel Macron (Renaissance) y a una alianza liberal del ex primer ministro de Rumanía Dacian Ciolos. Hoy, además, nuestra familia política europea es también la casa del partido que lidera el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, cuya defensa de los valores europeos, la libertad y el derecho internacional frente a la invasión orquestada por Vladimir Putin se ha convertido en una inspiración para el mundo.
Así, Ciudadanos empezó la legislatura dentro de “Renovar Europa”, el tercer grupo del Parlamento Europeo con 109 escaños de los 751 totales. Tras el Brexit, Ciudadanos es la segunda mayor fuerza dentro de ese grupo. Desde esa posición de fuerza en el grupo parlamentario europeo de Ciudadanos tiene que trabajar, como ya lo está haciendo, para lograr nuestras prioridades en ese ámbito.
Nuestro partido es el único que no solo es profundamente europeísta, sino que que también está dispuesto a pensar Europa, algo que los gobiernos españoles nunca han hecho. Es la razón que explica el inadecuado papel de España en las grandes decisiones a nivel de la Unión Europea. Frente al creciente euroescepticismo en nuestro país, nuestro partido tiene la obligación de contrarrestar los argumentos de aquellos que huyen de su responsabilidad recurriendo a ese cajón de sastre que llaman Bruselas o de aquellos que, frente los retos actuales, buscan protección en una sociedad cerrada. Debemos abanderar en España, sin ningún complejo, la idea de que solo la Unión Europea puede proteger nuestra soberanía en un mundo de competidores que buscan nuestra sumisión a sus reglas.
Nuestro trabajo en Europa tiene tres ejes principales:
Además de hacer estas políticas, debemos comunicarlas. La Unión Europea es, para muchos ciudadanos, una gran desconocida. Debemos hacer un esfuerzo constante para explicarles nuestro trabajo, y la contribución de Europa a su prosperidad. Para ello tenemos que utilizar todos los medios disponibles, desde visitas por España de todos nuestros eurodiputados para explicar nuestro trabajo a las redes sociales o los medios de comunicación tradicionales. Nuestro compromiso debe ser el de hacer todo lo posible para reducir esa gran distancia comunicativa entre la Unión Europea y España.
Como conclusión, sabemos que ninguna de nuestras políticas ni propuestas puede sacarse delante de manera unilateral. No vamos a formar gobiernos en solitario, y estaremos siempre sujetos a pactos postelectorales en un escenario de fragmentación política y polarización creciente.
Afrontamos la política de pactos bajo una premisa fundamental: la fórmula de 2019 ha fracasado y nos ha condenado a desaparecer en la Comunidad de Madrid y en Andalucía, y a sobrevivir con un solo procurador en las cortes de Castilla y León. Los planteamientos de campaña erráticos, subalternos y las limitaciones autoimpuestas al solo poder pactar con un partido de los muchos que forman el espectro ha sido una losa que ha enturbiado toda nuestra acción política.
Por eso, planteamos una revisión de la política de pactos, basándonos en acuerdos programáticos, siempre a posteriori, y nunca en acuerdos preelectorales. Renunciamos a las líneas rojas -salvo en partidos vinculados al terrorismo, a violencia o que busquen subvertir el orden constitucional-, y siempre que no se vulneren nuestros principios y valores- y declaramos que es mejor un Gobierno del que forme parte el espacio liberal que uno en el que no esté presente. No lograremos nunca incluir el 100% de nuestras propuestas en ningún acuerdo, pero es mejor un acuerdo que incluya el 70% que nada, y es mejor, a su vez, uno con el 50% que uno sin nosotros.
Buscaremos las prioridades que mejor representen a nuestro electorado para garantizar algunos principios, pero asumimos que no jugamos solos. Atándonos las manos solo reducimos nuestra influencia y perjudicamos a los españoles: la sociedad es mejor si responde a algunos postulados liberales que si no responde a ninguno porque los liberales no están en los ámbitos de decisión. Para ello, es necesario romper con tabúes que nos hemos impuesto nosotros mismos en los últimos años, desmitificando el acuerdo y la coalición y perdiendo el miedo a la disensión en un pacto. Debemos ser el partido que los españoles más identifiquen con esa voluntad de dialogar y acordar con actores diferentes en base a unos principios, y combinar esa imagen con la de quien no tiene miedo a agitar una coalición o un acuerdo para ser firme en sus principios y valores.
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