Opinión

La naturaleza de Puigdemont

01-02-2024 | ABC Cataluña

Para ellos hay una sequía peor que la que asuela Cataluña: la de sueldos y chiringuitos que ahora riegan los campos de ERC y no los de Junts.

Yo era, lo reconozco, de los que pensaban que no habría investidura de Sánchez con los votos de Puigdemont. Sé, como parlamentario catalán, del afán de Puigdemont y del sector más fanático de Junts por humillar al Gobierno de España y de su necesidad electoral de aparecer como mucho más radicales que ERC. Creía que, de la misma sorprendente forma que Junts salió del Govern de la Generalitat asumiendo el destete de su legión de colocados, darían la campanada no invistiendo a Sánchez. Preveía que pondrían condiciones inasumibles para cualquier gobernante español, requisitos que ni siquiera Sánchez podría aceptar. Así lo hicieron. Exigían tres condiciones imposibles: amnistía, desacreditar al Poder Judicial con el 'lawfare' y negociar el referéndum. Supongo que los primeros sorprendidos fueron Puigdemont y los suyos al ver que Sánchez iba a tragar con cualquier cosa. Y hubo pacto. Las dos primeras exigencias se cocinan a buen ritmo ante los ojos de todos, con un despliegue de apoyo inusitado de medios, opinadores y tertulianos progubernamentales; para la tercera ya llegará su turno, aunque de momento se prepare en las sombras.

Lo reconozco, infravaloré la capacidad de Puigdemont de pactar imponiendo un volantazo a sus fieles fanáticos, pero sobre todo no creí que Sánchez estuviera tan hueco de principios como para salir flotando contra viento y marea. De todas formas, ya saben esa fábula del alacrán y la rana: la rana que consintió cargar a su lomo al alacrán para cruzar la charca acabó con la picadura del alacrán y, mientras ambos se hundían, el alacrán le dijo: «Lo siento, es mi naturaleza».

El no de Puigdemont a la amnistía este martes entra dentro de su naturaleza: su público es el más ultra y supremacista de Cataluña. No sólo hablaba con Rusia, también con las ultraderechas antieuropeas. Cada jugarreta que haga Puigdemont al Gobierno es celebrada por los suyos como una patada en el paladar del enemigo. Cada vez que superan el marco de ERC, se imaginan premiados con una lluvia de votos que hará reverdecer los sueldos que tuvieron con la gallina de los huevos de oro de la Generalitat. Para ellos hay una sequía peor que la que asuela Cataluña: la de sueldos y chiringuitos que ahora riegan los campos de ERC y no los de Junts. Para recuperar su tesoro tienen que arrebatar a ERC el anillo del poder.

Esta es la verdadera pelea en el submundo de las ambiciones del separatismo y del socialismo: para Junts, el imponerse a ERC y mandar en la Generalitat. Para el socialismo, imponerse al PP y mandar desde la Moncloa. Si queremos recuperar la democracia española, todos los demócratas debemos combatir una amnistía que trae bajo el brazo una casta política catalana con graves carencias democráticas. La amnistía atenta contra la igualdad de todos, socava la separación de poderes y entroniza a delincuentes muy perniciosos para la convivencia pacífica. Como decía mi compañero de Ciutadans Dimas Gragera en X (antes Twitter): «Hay que ser muy delincuente para que te hagan a medida una ley de amnistía y no te cubra».

Hemos de hacer imposible la jugada a Sánchez. Hemos de llevarla a Europa y pararla. Hemos de defender a los jueces que viven un acoso como nunca hemos visto en nuestra democracia. Y hay que dar la batalla cultural contra la izquierda desnortada, sin las estridencias de Vox ni antagonismos sistémicos como los del PP. Y también, ya puestos, hay que predicar con el ejemplo y no blandear con Puigdemont como cuando Feijóo dijo que era «respetable» el partido del golpe de Estado, de la violencia Tsunami y de los contactos traidores con Rusia. Fueron los cantos de sirena del PP cuando competía con Sánchez por la investidura. Desafinaron.

A mí, por lo menos, me cabe la satisfacción de que Ciudadanos, en la lucha contra el separatismo, nunca ha dejado de cumplir ni ha flaqueado. Ciudadanos sigue siendo la más efectiva oposición al separatismo en Cataluña y Europa. Por eso el separatismo se muere por que desaparezcamos. Ojalá un nuevo PSOE y un PP más sensato entendiesen que sería bueno para la democracia en España lo que es normal en Europa: opciones políticas como la liberal, situada entre socialdemócratas y conservadores, útil para centrar la política y urdir grandes acuerdos sin sometimiento al separatismo voraz y golpista que representan ERC y Junts.

No sé si, dada la naturaleza de Puigdemont y lo justo que va Sánchez de apoyos estables, esta legislatura puede prolongarse mucho. Sólo espero que los españoles no olviden lo que está ocurriendo y que los daños que sufra España no sean irreparables. Trabajemos para ello.

 

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